jueves, 14 de agosto de 2008

Bienvenidos a Manyara

Campamento Twiga, PN del Lago Manyara

Terminado nuestro primer día de safari, nos tomamos un descanso tras la cena para disfrutar de la noche africana y del sonido acompasado de los (muchos y muy distintos) grillos.

Max y Emillian, nuestros guías, son muy riquiños y atentos y el cocinero (Festo) es un artista. Nos ha prometido que nos preparará comida tanzana.

Pero bueno, vamos a lo que importa: el safari. Hay tanto que decir que no sé muy bien por dónde empezar. Salimos de Arusha con un día más bien gris y feo, pero a medida que nos íbamos acercando al parque se fue abriendo y al llegar a la entrada lucía un sol espléndido, aunque no abrasador. Antes de hacer la primera “caza fotográfica” fuimos a dejar nuestras cosas al campamento Twiga (jirafa, en suahili), que está muy limpio y ordenado, tiene muy buen ambiente y hasta piscina (que probablemente catemos mañana).


La reciente parejita sonríe feliz a la entrada del parque :-P

Nada más entrar al parque, Emillian nos descubrió entre los árboles un joven elefante macho que se estaba dando una merendola, tan pancho, totalmente ajeno a nosotros y a nuestro jeep. La tarde transcurrió recorriendo los caminos de tierra roja del parque, bajo la sombra de enormes árboles, muchos de ellos con esas raíces aéreas que tanto me gustan, como contrafuertes románicos, otros cubiertos de lianas, líquenes o nidos de tejedores: baobabs, caobas, tamarindos y las emblemáticas acacias de copa achaparrada y ramas espinosas.


En la foto no hay referencias, pero creedme, este baobab es inmenso, inmenso, inmenso.

Entre los bosquecillos de arbustos, por los que revolotean cientos de mariposas de todos los colores y tamaños, serpentean un montón de riachuelos de aguas cristalinas, que bajan del Ngorongoro a través de la roca volcánica. Y por supuesto, entre los arbustos y bajo los árboles (o en el medio y medio del camino) pululan los animales, que apenas se inmutan (si es que se inmutan) al paso de los 4x4: elefantes, jirafas, dik-diks, impalas, damanes de las rocas, cebras, ñus, mangostas de cola anillada, cercopitecos verdes y azules y auténticas tribus de babuinos despiojándose a sus anchas al borde del camino.


Impalas en el lecho seco de un río

Eso por no mencionar las aves: cálaros, marabúes, pelícanos, cigüeñas, rapaces, martines pescadores, tejedores y los cientos de miles de flamencos que pueblan el lago, tiñendo de rosa las orillas.

Hoy hemos ido, infructuosamente, a la caza del león de Manyara, que trapa a los árboles para descansar, como los leopardos. No tenemos grandes esperanzas de verlo, pero mañana quizá tengamos más suerte…

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