Ayer fue un día intenso. Tuvimos la primera sesión curso de formación para el personal sobre la discriminación de las mujeres. María es la encargada de impartirlo, yo solo participo como “estudiante”, como todo el personal de PDI.
Esta resultando muy interesante ver las opiniones y los comportamientos adquiridos. Por ejemplo, hablando de la integración de la mujer en el mundo laboral, explicaba María que cuando vuelven de trabajar, se enfrentan ellas solas al cuidado de los hijos y el trabajo de la casa y que salir a trabajar fuera era solo un primer paso. Cuando preguntamos cual es el siguiente para conseguir un verdadero equilibrio entre el papel en el trabajo publico y domestico para ambos sexos, todo el mundo nos miraba con ojos confundidos, nadie sabía que decir. Por increíble que parezca, ninguno de los 27 participantes, ni siquiera las mujeres, fue capaz de sugerir el reparto de las tareas entre hombre y mujer. Para ellos la simple idea de un hombre barriendo la casa es inverosímil. O más bien inconcebible. Nuestra solución al problema resulto bastante chocante y genero un inmediato debate en el que las mujeres opinaban que era una excelente idea y los hombres, más bien lo contrario. Algo muy exótico, que solo pasa en la India…
Después de la pausa para el te de la mañana, nos dividimos en grupos para tratar cada uno un tema mediante una actividad y luego, por la tarde, realizar una puesta en común. Uno de los grupos se ocupaba de la sociedad y tenia que salir a la calle con una Polaroid y sacar fotos de anuncios o situaciones que mostrasen la discriminación de las mujeres; otro se encargaba de los medios de comunicación y tenia que montar una típica película tamil, para después analizar los papeles que se les suponen a los hombres y a las mujeres; en otro grupo, que se encargaba del ámbito familiar, tenían que dibujar a sus familias; y otro, que se ocupaba del lenguaje, tenia que analizar dichos y refranes tamiles en los que se menosprecia o discrimina a la mujer. Por ultimo, mi grupo se ocupaba de la sexualidad. Nos dieron 16 cartulinas en las que había una frase escrita (que por cierto, las escribí yo el día anterior), que podía salir de los labios de un hombre o de una mujer. Las frases eran del tipo: “puedo mostrar mi cuerpo libremente”, “debo esperar siempre a que mi pareja de el primer paso”, etc. Nuestro trabajo consistía en determinar a que sexo correspondía el comportamiento mostrado en cada tarjeta, según los cánones sociales y luego debatir si esto era correcto o no, si se debía cambiar y como, etc.
Esta resultando muy interesante ver las opiniones y los comportamientos adquiridos. Por ejemplo, hablando de la integración de la mujer en el mundo laboral, explicaba María que cuando vuelven de trabajar, se enfrentan ellas solas al cuidado de los hijos y el trabajo de la casa y que salir a trabajar fuera era solo un primer paso. Cuando preguntamos cual es el siguiente para conseguir un verdadero equilibrio entre el papel en el trabajo publico y domestico para ambos sexos, todo el mundo nos miraba con ojos confundidos, nadie sabía que decir. Por increíble que parezca, ninguno de los 27 participantes, ni siquiera las mujeres, fue capaz de sugerir el reparto de las tareas entre hombre y mujer. Para ellos la simple idea de un hombre barriendo la casa es inverosímil. O más bien inconcebible. Nuestra solución al problema resulto bastante chocante y genero un inmediato debate en el que las mujeres opinaban que era una excelente idea y los hombres, más bien lo contrario. Algo muy exótico, que solo pasa en la India…
Después de la pausa para el te de la mañana, nos dividimos en grupos para tratar cada uno un tema mediante una actividad y luego, por la tarde, realizar una puesta en común. Uno de los grupos se ocupaba de la sociedad y tenia que salir a la calle con una Polaroid y sacar fotos de anuncios o situaciones que mostrasen la discriminación de las mujeres; otro se encargaba de los medios de comunicación y tenia que montar una típica película tamil, para después analizar los papeles que se les suponen a los hombres y a las mujeres; en otro grupo, que se encargaba del ámbito familiar, tenían que dibujar a sus familias; y otro, que se ocupaba del lenguaje, tenia que analizar dichos y refranes tamiles en los que se menosprecia o discrimina a la mujer. Por ultimo, mi grupo se ocupaba de la sexualidad. Nos dieron 16 cartulinas en las que había una frase escrita (que por cierto, las escribí yo el día anterior), que podía salir de los labios de un hombre o de una mujer. Las frases eran del tipo: “puedo mostrar mi cuerpo libremente”, “debo esperar siempre a que mi pareja de el primer paso”, etc. Nuestro trabajo consistía en determinar a que sexo correspondía el comportamiento mostrado en cada tarjeta, según los cánones sociales y luego debatir si esto era correcto o no, si se debía cambiar y como, etc.
(De izquierda a derecha) Analakshmi, yo y Rebecca mostramos nuestros cartelitos, aunque no se lee nada...
La verdad es que resulto una odisea, porque me encontré con muchísimos problemas. El primero, el hecho de que en la India cualquier cosa relacionada con la sexualidad, incluso muchas que para nosotros son de lo más inocente, como ponerle la mano en el hombro a alguien, son tabú. Los indios rara vez se tocan (menos los niños, que tocan a quien mas les place) y mucho menos se acarician o se besan en publico o delante de personal alguna. En las películas no se ve un beso ni que los maten, ni siquiera entre personas casadas, ni siquiera el beso del final, como en las pelis de los años 50. Nada, aquí la gente ni se besa, ni mucho menos hace otras cosas más “impúdicas”. Me pregunto de donde saldrán tantos niños. Porque mira que hacen niños... Así que claro, con este panorama, me resultaba dificilísimo que abrieran la boca. Rebecca, por ejemplo, se limitaba a ponerse colorada, partirse de risa y esconder la cara detrás del palú. Vinay, que también estaba en mi grupo, era el que mas participaba, y poco a poco, conseguí que se metiera en el asunto Farruk (otro de los chicos de la oficina) y Analakshmi, que la pobre tenia dolor de muelas.
El segundo problema radicaba en mi propia existencia, porque el resto de los integrantes del grupo se dedicaban a buscar mi aprobación en las respuestas y a mi lo que me interesaba era que dieran sus verdaderas opiniones, no que dijeran lo que ellos creían que yo quería oír. Me pase todo el rato repitiendo que ni yo era una profesora, ni esto era un examen, ni mi opinión era mejor que la de nadie. Al final, tuve que utilizar la táctica de hablar en último lugar, para que no se limitasen a repetir lo que yo decía o a asegurarme que estaban de acuerdo.
De todos modos, estoy muy orgullosa de las conclusiones a las que llegaron sobre la sexualidad, que son las siguientes:
1- Hay que respetar a los demás y no imponer tus criterios ni tus deseos
2- La sexualidad es una cuestión de libertad personal y todos debemos de ser libres para tomar nuestras propias decisiones
3- El deseo sexual no es cosa de hombres, también las mujeres lo sienten
El momento de la exposición de nuestro trabajo y nuestras conclusiones ante el resto de los participantes también genero un poco de debate, porque nadie quería hablar de eso delante de los demás, pero al final nos repartimos el trabajo y quedo la mar de bien.
El resto de los grupos fueron también muy interesantes, aunque sin duda el que se llevo la palma fue el de la película, que representaron con entusiasmo y maestría. Era la triste historia de una chica cuyos padres le habían concertado matrimonio con un elemento de mucho cuidado. Cierto día, el individuo en cuestión se estaba dedicando a darle una pequeña zurrilla a su novia, cuando llego un joven apuesto y varonil a salvarla de los tortazos de su prometido. Por supuesto, la bella y graciosa moza se enamoro de su salvador. Aquí, insertamos una amena escena de bailoteo amoroso alrededor de un árbol, tan típica de las películas indias. A veces es alrededor de un árbol y otras, en lugares exóticos, como la muralla china, Estados Unidos, los Alpes o cualquier otro que les plazca. ¿Como llegan allí los protagonistas? Nadie lo sabe, ni les importa ¿pero a que queda bonito? En fin, después del bailoteo de cortejo, entra en escena la familia de la protagonista, que, junto con la futura familia política, no esta por la labor de que la niña se les fugue con el primer Spiderman del tres al cuarto que se cruce en su camino, así que se la llevan, la encierran en casa y de paso, le pegan otra zurra, para que aprenda. ¿La solución? Pues nada, veneno que te crío y trágica muerte en la ceremonia matrimonial. Cada uno que saque sus conclusiones.
El público se desternillaba y aplaudía a rabiar, porque la actuación lo merecía. Lo malo es que estas cosas pasan en la realidad todos los días. Y eso ya no tiene gracia.
Tampoco tuvo ninguna gracia cuando llegamos al tema de la violencia contra las mujeres. No quiero imaginar como lo paso María, sabiendo como sabemos que varias de las animadoras reciben cariñosas palizas de sus esposos con regularidad. Sin ir mas lejos, ayer una de ellas venia con el cuello vendado. Y estamos hablando de animadoras, que son las mujeres mas decididas, abiertas y concienciadas de los suburbios. Resultaba muy duro ver como miraban al suelo mientras María explicaba que las mujeres que reciben palizas sienten vergüenza, como si la culpa fuera de ellas, como si hubieran hecho algo malo y merecieran ese castigo, pero que no es así, que nadie tiene derecho a pegarles y que todos debemos mostrarles nuestro apoyo y ayudarlas, para que sepan que no están solas y que pueden acabar con eso. Y ellas mirándose para las sandalias.
No os quiero dejar con mal sabor de boca, porque ayer fue un día estupendo, aunque tuviera sus momentos profundos y algo amargos, así que os contare lo que hicimos después del curso. Por la noche, a eso de las ocho (aquí a las siete es noche cerrada), fuimos a un suburbio cercano a la oficina, a ver una representación callejera de las que organiza el personal del proyecto del SIDA. Fue precioso, precioso de verdad. Solo eran siete personas, dos tubos fluorescentes, un micrófono, una pandereta y un enorme corro de gente sentada en el suelo alrededor del “escenario”. La representación empieza con un poco de canto y baile, para atraer la atención de los pobladores del suburbio, aunque la verdad es que ya estaba mas que atraída. Uma (la belleza de ébano) cantaba con una voz profunda frente al micrófono y detrás de ella, sus compañeros de hacían los coros, un poco al estilo de las pandereteiras. Luego Uma se fue para atrás y el resto se puso a bailar en círculos, golpeando unos palos al ritmo de la voz de Uma. No me pude resistir a sacar una foto, aunque seguramente no salga nada.
Después empezó la representación, que constaba de varias historias cortas, aderezadas con algo de canto y con mucho ingenio para suplir la falta de decorados y de casi todo. La verdad es que me encanto y hasta yo, que no entiendo más que dos frases (literalmente) en tamil, pude seguir el hilo. Al final hubo una ovación cerrada.
Cuando nos marchábamos, los niños se dedicaron a seguirnos, como si fuéramos el flautista de Hammelin, gritando nuestros nombres y “foto, foto”. Por si fuera poco, me equivoque y me puse repetir “amma, amma”, que significa si, en vez de “il•la, il•la”, que significa no, así que, animados por mi, nos siguieron un buen rato, hasta que nos alejamos demasiado de su territorio y se volvieron.
Hoy nos toca la segunda parte del curso y mañana Ambal se va de boda, así que, le daremos un paseo a Vinay por los templos grandes (así de paso también los veo yo) y luego lo llevaremos a que le compre un regalo a su mujer y yo aprovechare para comprar los que me faltan. Día de asueto y de hacerse un poco la turista, for a change.
PD: Bea, me siguen llegando tus emilios, aunque parece que los míos no le llegan a nadie. Te acabo de mandar uno, pero por la tarde volveré a intentarlo desde una nueva dirección.
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