martes, 31 de agosto de 2004

Goodbye, Tiruchy

Pues nada, se acabó lo que se daba, nos piramos. Hoy es mi último día en Tiruchy y lo pasaremos atando los últimos cabos y haciendo las maletas. En el ordenador de Maria suena una triste canción de Juan Perro que no contribuye precisamente a animarme. Sé que pronto voy a ver a toda la gente que quiero y a poder disfrutar de las comodidades de una cama como Dios manda y a librarme del calor, pero me parece que la alegría por todo eso no llegará hasta que lleve un buen rato en el avión. De momento lo único que siento es pena por dejar esta tierra y a estas personas, muchas de las cuales considero ya mis amigos.

Me llevo 7 carretes de fotos, una maleta llena de regalos, los tobillos hinchados, el pelo enrojecido del sol, tres picaduras de mosquito que no dejan de picar, dos nighties, siete churidares, un par de sandalias y un precioso tatuaje de henna que me hizo ayer Bobby y que se irá borrando poco a poco . Lo que no se borrará nunca son los recuerdos y las experiencias que he compartido aquí y que en cierta medida han cambiado muchas cosas.

Mañana me espera un día en el bochorno de Chennai y después 25 horas de viaje. Nos vemos a la vuelta.

lunes, 30 de agosto de 2004

Las primeras despedidas

Este fin de semana ha sido de lo más aprovechadito. El sábado tuvimos el concurso del personal, en las categorías de dibujo y relatos orales y escritos. De los relatos no os puedo contar nada, porque todavía no sé de qué van, porque evidentemente están en tamil.

De los dibujos, me impresionó el de la ganadora del equipo del proyecto contra el SIDA y el VIH, porque además de estar muy bien dibujado, contaba su propia historia personal: cómo antes del proyecto ella trabajaba de coolie de sol a sol y por cuatro rupias. Es un dibujo precioso y los que vivís en Galicia lo podréis ver pronto en la exposición que vamos a montar con los trabajos ganadores. Os animo a visitarla, porque va a ser de lo más interesante.

Después del concurso y el reparto de premios, que nos volvió a tocar a María y a mi, vino la sesión de cierre y conclusiones de la visita con las animadoras de cada suburbio y los coordinadores de nuestro proyecto (Rajalingam, Rebeca y Analakshmi). Fue un momento tremendo, porque para mí fue como el principio de mi despedida. La gente dijo cosas muy bonitas y me di cuenta de que, al menos a las animadoras, nos las iba a ver más por lo menos hasta dentro de dos años, si es que puedo volver para entonces. Me puse muy triste y no quise decir nada, porque tenía la lagrimilla al borde del ojo y no quería llorar.

Lo mismo me paso anoche, que fue la despedida de Manimekalai. Esta mañana, a las 6, se marcho a un congreso a Chennai, así que ya no la veremos antes de marcharnos. Fue muy triste despedirnos, porque Manimekalai ha sido un encanto conmigo todo este tiempo y me ha tratado de lo mejor, sin conocerme de nada. Y sabes que no la vas a ver en mucho tiempo y encima, ni siquiera le puedes dar un abracito ni nada, porque aquí la gente solo se toca por casualidad. Es frustrante esa sensación.

El domingo, tocaba jornada festiva. Bueno, la mañana no fue festiva precisamente, porque María y yo asistimos la reunión mensual con los beneficiarios del proyecto del SIDA y el VIH. Para que os hagáis una idea, os contaré que en todo el estado de TamilNadu, que es una enormidad, con una población de 60 millones de personas, solo se pueden conseguir los medicamentos retrovirales en Chennai (Tiruchy esta a unos 320 km, lo que aquí significa 7 horas de coche). Bueno, eso el que se los pueda pagar, porque el precio es absolutamente prohibitivo. Creo recordar que Bobby me dijo que el precio es de unas 1.200 rupias al mes. En los suburbios, la gente gana entre 30 y 50 rupias al día, pero hay que tener en cuenta que no trabajan todos los días, porque dependen de la estación, de que haya trabajo, etc. Y cuando hablo de suburbios, no os penséis que son dos barrios marginaos, es una enorme parte de la población. Por ejemplo, en el proyecto del SIDA están trabajando en 72 suburbios, ni mas ni menos.

En el proyecto, como no se pueden conseguir retrovirales, se instruye a los beneficiarios sobre que hábitos pueden ayudar a mejorar su calidad de vida (por ejemplo, la alimentación, no reinfectarse, etc.) y se les proporciona tratamiento para las enfermedades que el SIDA les origina. Aun así, aquí la esperanza de vida para los enfermos es muy pequeña, acaso dos años.

Pero como iba diciendo, el domingo fue un día de celebraciones. Primero porque era el día en que María hacia su representación de Bharatanatiam, que le salio muy bien, aunque la asquerosa de la profesora no colaboró a ello precisamente. La tía le cambio la música y el orden de los pasos (para que fueran acordes con la música) dos horas antes de la representación. Además de María, bailo una niña que iba a clases con la misma profesora y que lo hacia de maravilla, era impresionante.


Fue un espectáculo ver como le iban poniendo encima todas las cosas del traje. Primero un postizo de pelo, que le llegaba la trenza casi hasta la rodilla. Luego todo el maquillaje, que no es ninguna tontería, porque son capas y capas. Y encima, te pintan la raya del ojo con una orquilla. Es para no perdérselo, vamos... A continuación, te cubren de diademas, pendientes, collares, pulseras, etc. por todas partes y luego todo lo que se denomina finamente cogote, con guirnaldas de jazmines. Para terminar, te enrollan una súper guirnalda de jazmines alrededor de la trenza. Las flores son preciosas, pero el enjoyamiento es para echarse a correr. Además, el maquillaje está diseñado para personas de piel muy oscura y a María no le favorecía, precisamente.

El bailoteo se celebro en la azotea de la casa de Sangheeta (la profesora), donde instalaron una carpa de muchos colores, como la que sale en La boda del monzón y después de terminados los bailes, nos ofrecieron dulces indios (a mí me gusta especialmente una especie de mousse naranja muy consistente que se llama kesari), bananas, café y una especie de Tang que seguramente la Sangheeta considerara muy distinguido, pero que es un asco. Vamos, a mí donde se me ponga un Frooti, que se quite todo :-)

Después del chow, Maria y yo invitamos a Ambal, Manimekalai y Kabin a cenar en el mejor restaurante de Tiruchy, como pequeña muestra de nuestro agradecimiento por lo bien que se han portado con nosotras, sobre todo conmigo, que no me conocían de nada y me han tenido en su casa como una más de la familia. Cenamos fuera, en un jardín, bajo un tejadito de madera recubierta de palma. A la mitad de la cena se puso a llover y se veían los relámpagos a lo lejos, fue muy chulo, aunque no tuvieran helado de mango (que me voy a ir de la India sin probarlo).

Como llovía, Manimekalai y Kabin, que habían venido en la moto con Ambal, se vinieron en el auto con nosotras, con la mala suerte de que nos tocó uno especialmente pequeño e íbamos como sardinas en lata, apechugándonos en cada bache y en cada curva. Eso si, nos partíamos de la risa.

Y al llegar a casa, como ya os he dicho, tocó la despedida. Mañana tocará la del personal del proyecto, espero ser capaz de aguantar la lagrimilla.

En fin, no me voy a enrollar más, que tenemos mucho que hacer: hoy toca traducir todos los relatos y las obras de teatro. ¡Casi nada!

domingo, 29 de agosto de 2004

Un poco de relajo

Si es verdad eso de que el sufrimiento fisico purga los pecados, ayer quede limpia de los que he cometido en esta vida, de los que me quedan por cometer y de alguno de mi proxima reencarnacion.

Como ya explique ayer, fuimos a visitar un templo, vamos el templo tocho de Tiruchy, como si estuvieramos en Leon y fuesemos a ver la catedral. Es que aqui hay templos enormes (modelo catedral), templos normales (modelo iglesia), minitemplos (tipo capillita), y microtemplos (tipo hornacina incrustada en la pared). Los minitemplos y los microtemplos estan por todo cuanto lado hay. Pero bueno, como iba diciendo, la visita fue una experiencia dolorosa porque en los templos hay que entrar descalzo y dada la hermosa temperatura que nos acompaño ayer, de unos 90 grados centigrados, las losas de piedra estaban como para hacerse unos langostinitos a la plancha en ellas. Asi que ya me veis a mi, corriendo a los saltitos de manera bastante ridicula en busca de la siguiente sombra. Yo me acordaba de los tios estos que cruzan las hogueras con las mujeres a cuestas en no se que fiestas tradicionales, pero vamos, esos a mi lado son unos pringaos, porque me gustaria a mi verlos cruzarse un patio del tamaño de la plaza de la Quintana sobre losas al rojo. Payos, sus juro por la gloria del patriarca, que si llego a estar en Atenas pulverizo algun record.

Por si fuera poco, a la entrada nos cascaron 10 rupias y luego tuve que pagar la friolera de 50 (el precio por cubierto de una comida en un restaurante) por el derecho a sacar fotos con mi propia camara. Direis que soy una pringada por pagarlas, pero es que 50 rupias no llegan a un euro y para un dia que me hago la torista, pues me apetecia sacar fotos. Ademas, una vez dentro, nos encontramos con que un monton de zonas estaban restringidas a los no hindues, asi que en cuanto me veian el careto, nos echaban p’atras. Y yo venga a decir, te lo juro por Visnu, payo, que yo soy mas hindu que nadie. Pero no colaba. Con Maria dudan y le preguntan si es de Karnataka (donde son mucho mas blanquitos que en TamilNadu). Ella, como sabe canares, les dice que si y tan contenta. Pero yo no doy el pego, claro.

En un sitio que si nos dejaron entrar, habia un altarcito con tres dioses de oro tamaño Nancy comunión que no llegue a saber bien cuales eran. Entrabas a una habitacioncita (todo esto de piedra) y habia el altarcito ese y un sacerdote de esos que van con una vestimenta que parece un pañal. El hombre nos solto un discurso en tamil, del que no me entere de nada, claro y luego nos echo por la cabeza un agua de flores que olia muy bien, nos puso un momentito un gorro de plata y nos dio unas hierbas que supuestamente habia que comerse, pero yo decidi que se las comiera Rita y me las guarde en la mano, para luego tirarlas en donde mejor me pareciese.

En fin, que al final, tanto darnos con la puerta en las narices acabo cabreando bastante a Vinay y a Maria, que en su vida habian visto eso de lugares restringidos para no hindues en los templos, asi que decidimos marcharnos. Yo di gracias mentalmente a Dios y a todos los santos por el fin del martirio y cuando recupere mis sandalias estuve besandolas 45 minutos con los ojos bañados en lagrimas.

Despues de esta grata experiencia, nos fuimos de compras, porque Vinay queria llevarles un churidar a su mujer y a su hija y yo aproveche para comprar tambien los ultimos regalos y de paso una chal de cachemir para mi, que no me pude resistir.

Por cierto, que con este calor se me estan hinchando los tobillos que no se que parezco. Ayer le dije de coña a Ambal que me habia picado un mosquito y habia pillado elefantiasis y el tio se lo creyo. Luego se quedo mas tranquilo al ver que el otro estaba igual y al explicarle yo que por la noche se me deshinchan bastante, pero que a lo largo del dia se me van hinchando otra vez. La primera semana no me pasaba, pero es que estos dias hace tanto calor que hasta los de aqui se quejan. La calle esta llena de gente con paraguas.


Pido disculpas si ofendo sensibilidades con esta foto, pero es para que os apiadéis de mí

Y hablando de paraguas, aqui sigue sin llover, pero por Karnataka debe de haber llovido a mares, porque han abierto la exclusa y ayer pude contemplar la hermosa vision del rio lleno de agua cuando ibamos en el taxi camino del templo. Una estampa muy diferente a la que vi a mi llegada y que, de alguna manera, me alegro un monton por dentro, sobre todo al ver la sonrisa de Bobby.

Maria me ha dicho que ahora saldran los cocodrilos. No se si se refiere a que saldran de los huevos o de su escondrijo, pero anda que no me haria ilusion ver uno. A ella no le hace un pelo de gracia, porque parece ser que el otro dia aparecio uno enorme en casa de unos señores, pero yo le he dicho que no sufra, que a la nuestra no pueden entrar, que no saben subir escaleras :-D Ahora espero que no se pongo ninguno a montar guardia en el portal :-P

A la noche, como se marchaba Vinay en el tren de las ocho, fuimos a despedirlo a la estacion. Tiruchy es un nido ferroviario y la estacion es bastante enorme. Hacia un calor bastante importante, pese a los ventiladores de techo que hay en los andenes. El tren llego con media hora de retraso, pero bueno, al menos pude ver un tren indio por dentro, que no parece precisamente el colmo de la comodidad (y no estoy teniendo en cuenta el aspecto del baño). Se me quitaron las ganas de ir en tren a Madras para pillar el avion. Intentamos sacarnos una foto dentro, pero pasaban miles de personas por los pasillos y desistimos. Asi que cuando el tren empezo a moverse, dejamos a Vinay bien empaquetadito dentro y nos fuimos, no sin antes parar en un puestecillo a que yo me comprase una botella de litro de Maa, o sea, zumo de mango. Creo que en la India sere recordada por siempre como “Frooti” (otra marca de zumo de mango), debido a las cantidades industriales que consumo. Bobby dice que me va a conseguir un barril para que me lo lleve pa España :-D

Bueno, os tengo que dejar, porque hoy Maria ha llegado un poco antes y ya nos tenemos que poner manos a la obra con el aseo y el desayuno. Hoy tenemos el concurso del personal del proyecto nuestro y del del SIDA, asi que va a ser un dia de lo mas aprovechable. Ya os contare mañana.

viernes, 27 de agosto de 2004

Me derrito

Poco a poco van pasando los días y solo me quedan cinco en la India, cuatro en Tiruchy. La sensación de que ya no me queda nada aquí se acentúa porque ya tenemos planificado lo que vamos a hacer cada uno de esos días, salvo el ultimo en Chennai, que no tenemos claro a que nos dedicaremos, porque parece ser que hay mucho que visitar.

Hoy a última hora de la tarde se marcha Vinay, pero antes tendremos tiempo de visitar algún templo y hacer algunas compras. El día se avecina caluroso de los temibles, así que me armaré de paciencia y de crema solar. Ojalá me hubiera traído el abanico que me regalo Marisa. Llamaría un montón la atención, pero francamente, a estas alturas ya no me importa, estoy más que acostumbrada a los ojos que me miran fijamente a medio metro de mi cara.

Ayer el curso estuvo bien, pero yo me aburrí un poco porque la mayoría de las cosas que tratamos ya las tengo más que superadas, pero aquí hay que bajarse a los mínimos más mínimos.

En un ejercicio, nos dividimos en cinco grupos: cuatro tenían que encontrar una solución a un problema que planteaba María y el otro tenia que decidir cuál había encontrado la solución más adecuada. El primer problema: las niñas dejan el colegio cuando alcanzan la pubertad. La solución: realizar una campaña de concienciación entre los padres sobre los beneficios de la educación. Parece que sobre el tema de los estudios los años de trabajo están dando buenos frutos y cada vez nos encontramos más madres y padres en los suburbios que quieren que sus niñas (y sus niños, claro, pero eso ya era bastante habitual) terminen la primaria e incluso la secundaria.

Lo peliagudo vino con el segundo problema: el 80% de las mujeres sufre algún tipo de violencia (malos tratos, violaciones, acoso sexual, etc.). Las soluciones en realidad consistían en “buscar explicaciones” para esta situación ―las mujeres casadas no deberían llevar churidar, sino sari; los problemas de las dotes; la mezcla de hombres y mujeres en el transporte publico; el alcoholismo, etc.― e intentar modificar esas causas, echando sobre todo la carga nuevamente sobre los hombros de las mujeres. A ningún grupo se le ocurrió que el pegar o violar a una persona nunca esta justificado, que no importa si llevas churidar o pantalón vaquero o minifalda; que por muy atestado que vaya el bus, los hombres no tienen derecho a toquetear a las mujeres como si les perteneciesen y que lo que hay que hacer para acabar con estas situaciones es concienciar a la sociedad de que la violencia contra las mujeres es un delito y no es justificable, que las que la sufren deben de encontrar apoyo y protección y que hay que denunciar a los agresores y juzgarlos. Estos conceptos para ellos resultan totalmente nuevos y a algunos y algunas les cuesta asimilarlos. Pero no nos debería extrañar, porque en el oído de muchas españolas todavía resuena el famoso “tienes que aguantar, por los niños”. Hasta que los niños se quedan sin madre.

Hoy no esta Ambal. Se marchó ayer todo contento con sus amigos a una boda. Nosotras planeábamos llevarnos a Manimekalai de juerga, es decir, a cenar fuera, pero al llegar a casa estábamos tan cansadas que cenamos y nos metimos en cama a las nueve y cuarto, cual gallináceas. Teniendo en cuenta el desfase horario, en España eran las seis menos cuarto. Bonita hora para acostarse. Me va a costar un poco volver a mis horarios habituales cuando regrese.

Y hablando de regresar, tengo unos horarios de vuelo abominables: salimos de Chennai el miércoles a la una y veinte de la mañana (o sea, siendo ya jueves) y llegamos a Frankfurt a las siete y veinte, hora local. Nueve horas y media de vuelo p’al cuerpo. Allí, nos espera la tontería de nueve horas largas de aeropuerto hasta las cinco menos diez que nos sale el vuelo a Madrid. Menos mal que María tiene amigos en Frankfurt y a lo mejor nos vienen a buscar y nos dan un garbeíllo. De todos modos, el garbeíllo tendrá que ser a su casa o algún otro sitio calentito, porque no vamos pertrechadas para el tiempo que esta haciendo en Alemania, por lo que nos han dicho. A Madrid llegamos a las siete y veinte de la tarde y nos tocan otras dos horas de aeropuerto hasta las nueve y media, que salimos para Santiago. No hay que olvidar que normalmente, a esas alturas yo en la India (donde será la una de la mañana) llevo unas dos horas dormida, como mínimo. La llegada, si todo va bien, es a las once menos veinte del jueves dos. Roguemos a San Cucufate por que nuestras maletas lleguen felizmente a destino y no se vayan de viaje sin nosotras a Kuala Lumpur.

Por cierto, mama, si te falta alguna moneda de Alemania, avísame, que intentare conseguírtela. De momento te tengo guardados los cambios que me dieron en el duty free del aeropuerto a la ida, pero creo que ya las tienes: un euro, cincuenta céntimos y veinte céntimos.

Tras este breve mensaje personal que sin duda sabréis perdonarme, porque al estúpido de mi servidor no le da la gana de enviar los emilios que escribo con tanto amor, os dejo porque me espera la ducha y el desayuno. No os quejéis, que ayer publiqué dos artículos y hay mucho que leer.

A los de Galicia, siento que agosto os haya venido pasado por agua, pero pensad que aquí llevan tres años esperando a que llueva (soy una mala persona, lo se). A los que estéis disfrutando de la playa o la piscina, sabed que os odio profundamente (la envidia me corroe) :-D Nat, si estas leyéndome, aquí serias muy feliz, no tendrías frío nunca.

Besos acaloraos.

jueves, 26 de agosto de 2004

Nolo me tangere

Ayer fue un día intenso. Tuvimos la primera sesión curso de formación para el personal sobre la discriminación de las mujeres. María es la encargada de impartirlo, yo solo participo como “estudiante”, como todo el personal de PDI.

Esta resultando muy interesante ver las opiniones y los comportamientos adquiridos. Por ejemplo, hablando de la integración de la mujer en el mundo laboral, explicaba María que cuando vuelven de trabajar, se enfrentan ellas solas al cuidado de los hijos y el trabajo de la casa y que salir a trabajar fuera era solo un primer paso. Cuando preguntamos cual es el siguiente para conseguir un verdadero equilibrio entre el papel en el trabajo publico y domestico para ambos sexos, todo el mundo nos miraba con ojos confundidos, nadie sabía que decir. Por increíble que parezca, ninguno de los 27 participantes, ni siquiera las mujeres, fue capaz de sugerir el reparto de las tareas entre hombre y mujer. Para ellos la simple idea de un hombre barriendo la casa es inverosímil. O más bien inconcebible. Nuestra solución al problema resulto bastante chocante y genero un inmediato debate en el que las mujeres opinaban que era una excelente idea y los hombres, más bien lo contrario. Algo muy exótico, que solo pasa en la India…

Después de la pausa para el te de la mañana, nos dividimos en grupos para tratar cada uno un tema mediante una actividad y luego, por la tarde, realizar una puesta en común. Uno de los grupos se ocupaba de la sociedad y tenia que salir a la calle con una Polaroid y sacar fotos de anuncios o situaciones que mostrasen la discriminación de las mujeres; otro se encargaba de los medios de comunicación y tenia que montar una típica película tamil, para después analizar los papeles que se les suponen a los hombres y a las mujeres; en otro grupo, que se encargaba del ámbito familiar, tenían que dibujar a sus familias; y otro, que se ocupaba del lenguaje, tenia que analizar dichos y refranes tamiles en los que se menosprecia o discrimina a la mujer. Por ultimo, mi grupo se ocupaba de la sexualidad. Nos dieron 16 cartulinas en las que había una frase escrita (que por cierto, las escribí yo el día anterior), que podía salir de los labios de un hombre o de una mujer. Las frases eran del tipo: “puedo mostrar mi cuerpo libremente”, “debo esperar siempre a que mi pareja de el primer paso”, etc. Nuestro trabajo consistía en determinar a que sexo correspondía el comportamiento mostrado en cada tarjeta, según los cánones sociales y luego debatir si esto era correcto o no, si se debía cambiar y como, etc.


(De izquierda a derecha) Analakshmi, yo y Rebecca mostramos nuestros cartelitos, aunque no se lee nada...

La verdad es que resulto una odisea, porque me encontré con muchísimos problemas. El primero, el hecho de que en la India cualquier cosa relacionada con la sexualidad, incluso muchas que para nosotros son de lo más inocente, como ponerle la mano en el hombro a alguien, son tabú. Los indios rara vez se tocan (menos los niños, que tocan a quien mas les place) y mucho menos se acarician o se besan en publico o delante de personal alguna. En las películas no se ve un beso ni que los maten, ni siquiera entre personas casadas, ni siquiera el beso del final, como en las pelis de los años 50. Nada, aquí la gente ni se besa, ni mucho menos hace otras cosas más “impúdicas”. Me pregunto de donde saldrán tantos niños. Porque mira que hacen niños... Así que claro, con este panorama, me resultaba dificilísimo que abrieran la boca. Rebecca, por ejemplo, se limitaba a ponerse colorada, partirse de risa y esconder la cara detrás del palú. Vinay, que también estaba en mi grupo, era el que mas participaba, y poco a poco, conseguí que se metiera en el asunto Farruk (otro de los chicos de la oficina) y Analakshmi, que la pobre tenia dolor de muelas.

El segundo problema radicaba en mi propia existencia, porque el resto de los integrantes del grupo se dedicaban a buscar mi aprobación en las respuestas y a mi lo que me interesaba era que dieran sus verdaderas opiniones, no que dijeran lo que ellos creían que yo quería oír. Me pase todo el rato repitiendo que ni yo era una profesora, ni esto era un examen, ni mi opinión era mejor que la de nadie. Al final, tuve que utilizar la táctica de hablar en último lugar, para que no se limitasen a repetir lo que yo decía o a asegurarme que estaban de acuerdo.

De todos modos, estoy muy orgullosa de las conclusiones a las que llegaron sobre la sexualidad, que son las siguientes:

1- Hay que respetar a los demás y no imponer tus criterios ni tus deseos
2- La sexualidad es una cuestión de libertad personal y todos debemos de ser libres para tomar nuestras propias decisiones
3- El deseo sexual no es cosa de hombres, también las mujeres lo sienten

El momento de la exposición de nuestro trabajo y nuestras conclusiones ante el resto de los participantes también genero un poco de debate, porque nadie quería hablar de eso delante de los demás, pero al final nos repartimos el trabajo y quedo la mar de bien.

El resto de los grupos fueron también muy interesantes, aunque sin duda el que se llevo la palma fue el de la película, que representaron con entusiasmo y maestría. Era la triste historia de una chica cuyos padres le habían concertado matrimonio con un elemento de mucho cuidado. Cierto día, el individuo en cuestión se estaba dedicando a darle una pequeña zurrilla a su novia, cuando llego un joven apuesto y varonil a salvarla de los tortazos de su prometido. Por supuesto, la bella y graciosa moza se enamoro de su salvador. Aquí, insertamos una amena escena de bailoteo amoroso alrededor de un árbol, tan típica de las películas indias. A veces es alrededor de un árbol y otras, en lugares exóticos, como la muralla china, Estados Unidos, los Alpes o cualquier otro que les plazca. ¿Como llegan allí los protagonistas? Nadie lo sabe, ni les importa ¿pero a que queda bonito? En fin, después del bailoteo de cortejo, entra en escena la familia de la protagonista, que, junto con la futura familia política, no esta por la labor de que la niña se les fugue con el primer Spiderman del tres al cuarto que se cruce en su camino, así que se la llevan, la encierran en casa y de paso, le pegan otra zurra, para que aprenda. ¿La solución? Pues nada, veneno que te crío y trágica muerte en la ceremonia matrimonial. Cada uno que saque sus conclusiones.

El público se desternillaba y aplaudía a rabiar, porque la actuación lo merecía. Lo malo es que estas cosas pasan en la realidad todos los días. Y eso ya no tiene gracia.

Tampoco tuvo ninguna gracia cuando llegamos al tema de la violencia contra las mujeres. No quiero imaginar como lo paso María, sabiendo como sabemos que varias de las animadoras reciben cariñosas palizas de sus esposos con regularidad. Sin ir mas lejos, ayer una de ellas venia con el cuello vendado. Y estamos hablando de animadoras, que son las mujeres mas decididas, abiertas y concienciadas de los suburbios. Resultaba muy duro ver como miraban al suelo mientras María explicaba que las mujeres que reciben palizas sienten vergüenza, como si la culpa fuera de ellas, como si hubieran hecho algo malo y merecieran ese castigo, pero que no es así, que nadie tiene derecho a pegarles y que todos debemos mostrarles nuestro apoyo y ayudarlas, para que sepan que no están solas y que pueden acabar con eso. Y ellas mirándose para las sandalias.

No os quiero dejar con mal sabor de boca, porque ayer fue un día estupendo, aunque tuviera sus momentos profundos y algo amargos, así que os contare lo que hicimos después del curso. Por la noche, a eso de las ocho (aquí a las siete es noche cerrada), fuimos a un suburbio cercano a la oficina, a ver una representación callejera de las que organiza el personal del proyecto del SIDA. Fue precioso, precioso de verdad. Solo eran siete personas, dos tubos fluorescentes, un micrófono, una pandereta y un enorme corro de gente sentada en el suelo alrededor del “escenario”. La representación empieza con un poco de canto y baile, para atraer la atención de los pobladores del suburbio, aunque la verdad es que ya estaba mas que atraída. Uma (la belleza de ébano) cantaba con una voz profunda frente al micrófono y detrás de ella, sus compañeros de hacían los coros, un poco al estilo de las pandereteiras. Luego Uma se fue para atrás y el resto se puso a bailar en círculos, golpeando unos palos al ritmo de la voz de Uma. No me pude resistir a sacar una foto, aunque seguramente no salga nada.

Después empezó la representación, que constaba de varias historias cortas, aderezadas con algo de canto y con mucho ingenio para suplir la falta de decorados y de casi todo. La verdad es que me encanto y hasta yo, que no entiendo más que dos frases (literalmente) en tamil, pude seguir el hilo. Al final hubo una ovación cerrada.

Cuando nos marchábamos, los niños se dedicaron a seguirnos, como si fuéramos el flautista de Hammelin, gritando nuestros nombres y “foto, foto”. Por si fuera poco, me equivoque y me puse repetir “amma, amma”, que significa si, en vez de “il•la, il•la”, que significa no, así que, animados por mi, nos siguieron un buen rato, hasta que nos alejamos demasiado de su territorio y se volvieron.

Hoy nos toca la segunda parte del curso y mañana Ambal se va de boda, así que, le daremos un paseo a Vinay por los templos grandes (así de paso también los veo yo) y luego lo llevaremos a que le compre un regalo a su mujer y yo aprovechare para comprar los que me faltan. Día de asueto y de hacerse un poco la turista, for a change.

PD: Bea, me siguen llegando tus emilios, aunque parece que los míos no le llegan a nadie. Te acabo de mandar uno, pero por la tarde volveré a intentarlo desde una nueva dirección.