martes, 11 de agosto de 2009

De elefantes y de reyes

El domingo nos subimos a la furgo y nos vamos a Thanjavur, a visitar el Gran Templo, donde las niñas esperan poder subirse a un elefante. La hora y pico de camino nos la pasamos cantando un repertorio tan variado que incluye cosas como "Berberecho", de Rosendo, "Los peces en el río" o "Catro vellos Mariñeiros".

Me abstendré de describir el calor abrasador que desprenden las losas de piedra del templo porque ya es un tema recurrente en mis crónicas de la India y porque, además, la experiencia es un grado y esta vez tuve el buen sentido de avisar a todas de que llevasen calcetines. El templo estaba llenísimo de gente y, una vez más, "disfrutamos de la Angelina Jolie experience" cuando un padre se nos acercó para pedirnos que nos sacásemos una foto con sus hijas o cuando, en la cola para visitar el altar principal, una señora se me quedó mirando fijamente durante 5 minutos, con su cara de alucinada a unos 30 centímetros de la mía. Hubo compras, pero no paseo en elefante, porque estaba guardadito (o mejor, guardadita, que era una elefanta) en su corral, aunque al menos las niñas pudieron fotografíarse con ella.



A eso de la una y media huimos del calor abrasador que hace que hasta Bobby me pida una toallita de bebé para enjugarse el sudor, refugiándonos en un restaurante pijolas con aire acondicionado donde nos sentimos un tanto raras comiendo sentadas en sillas y bebiendo en vasos de cristal, aunque al menos nos resistimos a utilizar los cubiertos, que no acabamos de asociar a la comida india.

Comidas, bebidas y refrescadas, nos dirigimos al palacio del rajá donde, por increíble que parezca, siguen viviendo un buen número de integrantes de la familia real que, aparentemente, todavía no se han enterado de que la India es una república. Tenemos guía y todo, un viejales vestido con camisa blanca y lunghi al que apodamos "El Entusiasta" porque nos muestra todas y cada una de las cosas que hay en el palacio, ametrallando a 150 palabras por minuto, palabras que yo tengo que traducir y de las que entiendo aproximadamente un tercio. Eso cuando logro dirimir si las que no comprendo son nombres en tamil de dioses, dinastías y animales mitológicos o simplemente consecuencia de su pronunciación surrealista.




El palacio en sí debió de ser impresionante en sus días, aunque ahora está bastante deteriorado, el pobrecillo. Son interesantes de ver algunos objetos que se conservan en el museo, aunque "El Entusiasta" nos arrastra de una vitrina a otra a una velocidad tal que casi no nos da tiempo de enterarnos de si el objeto en cuestión es un cetro real o un pincho para domar elefantes.

Son las 7.40 y me quedan 20 minutos para ponerme el sari y bajar a colgar esto en el blog, porque a las ocho nos vamos para Salem, donde tenemos el proyecto contra el infanticidio femenino y luego a Yercaud, una estación de montaña donde todas ansiamos que se cumpla la promesa que nos han hecho de que pasaremos frío, así que os dejo. Muchos besos para todos y hasta la próxima crónica.

4 comentarios:

  1. qué madrugones te pegas, blanqui
    muchas gracias por enseñarnos todas estas cosas
    me meo con "el entusiasta"
    muchos besos, ya te voy echando de menos

    ResponderEliminar
  2. Ojala neniña que pases un poco de frio ya, porque aqui creo que por fin te recibira el calor...

    ResponderEliminar
  3. Yo también te echo de menos, Blanca. Gracias por contarnos.
    Maya

    ResponderEliminar
  4. Yo tambien os echo de menos a todos. Pero ya dentro de nada me teneis ahi :-)

    ResponderEliminar