sábado, 8 de agosto de 2009

On the road again

Uno de los cuatro ventiladores no funciona y otro va muy despacio. Me he quedado sin agua a medio ducharme y me han picado ya dos mosquitos, pero pese a todo Tiruchy es mi Tiruchy. Ayer por la tarde, después de haber visitado un taller-escuela de costura que se traslada cada seis meses de una aldea a otra y de habernos dado un paseo en barca por el río, hicimos las maletas y dejamos Karaikal. Alba R lloró como la Magdalena y las demás se aguantaron por vergüenza torera, pero sufrieron, todas ellas, un repentino ataque del síndrome de Candy Candy*.

Esperando por la barca.

La carretera de Karaikal a Trichy discurre entre aldeas y arrozales, acompañada casi todo el tiempo por uno de los afluentes del Cauvery, que aparece y desaparece a mi izquierda, mostrándome estampas de documental: mujeres lavando saris, niños bañándose y jugando entre gritos, un santón solitario haciendo sus rituales de purificación... Pese al calor que derrite los huesos (y que yo, por suerte, no noto porque el coche de Ambal tiene aire acondicionado, lo cual me hace sentir muy feliz, aunque algo culpable por mis pobres niñas, que van cocinándose en su propio jugo en la furgoneta), la gente sigue con su vida normal: conducen al ganado, caminando al borde de la carretera; trabajan construyendo sus casas o las de otras personas; los niños juegan al cricket en explanadas de tierra tan endurecida por el sol que sus pies descalzos no levantan polvo al correr y las mujeres caminan hacia casa con grandes cántaros de metal llenos de agua sobre la cabeza. Veo aves rapaces sobrevolando los arrozales o lanzándose en picado al río para atrapar una presa y, entre los matorrales, distingo el brillo verdeazulado de un pavo real, que aquí son silvestres y abundantes.

Montaña de cáscaras de coco

El sol se pone, enorme, anaranjado y majestuoso, perfectamente perfilado entre la neblina que crea el bochorno y cubre el horizonte, pero aún nos falta más de hora y media para llegar a Tiruchy, que nos recibirá ya de noche cerrada, pero con una enorme luna, casi llena. El aire de la casa es como el de un horno de leña y los ventiladores no logran mejorar el ambiente demasiado, pero después de cenar (paneer masala, gobi 65, naan de mantequilla, pollo tikka y noodles, algunas de mis exquisiteces favoritas, aunque las niñas encuentran algunas demasiado picantes) subimos a la terraza a mirar las estrellas y a disfrutar de la brisa mientras charlamos, nos echamos un cigarrito y esperamos turno para la ducha y nos envuelve el silencio y el fresco de la noche. Sí, he dicho el silencio, porque la oficina de Tiruchy está a las afueras de la ciudad, rodeada de un bosquecito de árboles espinosos y por la noche solo se oye a los pájaros, las ardillas, los perros de los vecinos y, como anoche, algún tren que pasa camino de la estación (Tiruchy es un importante nudo ferroviario) haciendo sonar el silbato, con un sonido que a mí siempre me resulta de lo más evocador.

Son las nueve y media y se me hace tarde para desayunar. Espero poder escribir de nuevo mañana. No os perdáis las crónicas en el blog de Implicadas.

Feliz cumpleaños, Moncho :-)

*Para los que no recuerden o no hayan tenido el placer de disfrutar de tan excelsa serie, se trataba de unos dibujos animados japoneses del género "dramón", cuya protagonista se pasaba la vida yendo de desgracia en desgracia con sus coletas y sus enormes ojos de dibujo manga, siempre con un brillo acuoso y una lagrimilla a punto de caer. Para más datos, mirarse la Wikipedia, que para eso está.

6 comentarios:

  1. Bueno... parece que internet se confabula contra mí. Te había escrito un bonito comentario que parece que tu blog no ha querido publicar. Y como ahora ya no es lo mismo escribirlo otra vez, sólo te digo que este blog me hace echarte menos de menos, valga la redundancia...
    Y estoy deseando que llegues para organizar una salida a tomar algo en concepto de "despedida de soltera",ya que Pedro tiene la suya el último finde de agosto. Un besote y que el calor se apiade de ti.

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  2. Me encantan las fotos, ya tengo ganas de que nos las enseñes todas bien a la vuelta... espero que todo vaya muy bien por Tiruchy y aprovecho este espacio para felicitar a Moncho por el cumple.
    Maya

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  3. qué bien, Blanca
    disfruta la fruta en Tiruchipity
    quién no recuerda Candy Candy...
    beso grande

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  4. Ánimo Blanquiña, estoy convencida de que el calor no echará a perder el encuentro con tu gente. Besos,
    Marisa

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  5. Blanquiña, no se si este es el sitio donde debo dejar mi dedicatoria, queria agradecerte que cuidases tan bien de nosotras ( aunque tenias unos buenos ayudantes...) y que intentases resolver todas nuestras dudas, aunque ya se que no siempre era posible...fuiste una gran compañera en este viaje y me alegro de haberlo compartido contigo y con las otras siete locas, por supuesto! nunca olvidare estos 15 dias que han sido de los mas bonitos de mi vida. un bico mami india

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  6. Pelopincho, puedes escribir aquí o donde quieras, guapa :-)

    Que sepas que eres la primera (menos Kitty, que me escribió en Chennai en unas ojillas de su libreta) y que yo también lo pasé de maravilla con mis hijas locas.

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