Pues nada, los días van pasando y, sin casi ni enterarnos, ya estamos a martes por la noche y mañana se acaba la cumbre. La verdad es que hay momentos en los que no me lo parece, pero estoy aprendiendo muchas cosas. Hoy, por ejemplo, estuve en una conferencia en la que varios beneficiarios de microcréditos contaban sus experiencias y sus historias. Una cosa impresionante, todos unos ejemplos de superación. Me gustaría poder repetir con detalle todo lo que nos contaron, de todo lo que han conseguido con unas cantidades irrisorias, pero por desgracia mi memoria es buena, pero no TANTO. Os resumiré muy por encima la historia de Lorna, una mujer jamaicana que sufrió un accidente y quedó tan mal, que se gastó todos los ahorros de su vida en médicos. Quedó en la miseria y nadie le daba dinero para volver a poner a andar su vida. Después de muchas peripecias y de seguir insistiendo e insistiendo, sin rendirse nunca, finalmente consiguió un microcrédito de una institución e inició un negocio de artesanía. Ahora tiene tres empleados (dos mujeres y un hombre) y su negocio es próspero y de él viven las 4 familias. Yo le compré un cinturón, así un poco rastafari :-D.
Esta discreta señora cuya cara casi no se ve, es Lorna, la jamaicana emprendedora. A la izquierda de la foto, podemos ver los cinturones rastafaris, todos enrolladitos.
También estoy aprovechando (estamos) para hacer contactillos y hoy hice uno muy interesante, con el Wiliber, gerente de ventas de una cooperativa de campesinos ecuatorianos que plantan hierbas medicinales y utilizan las fórmulas de antiguos remedios indios para hacer medicinas y productos de aseo, etc. Me interesó doblemente, porque desde hace un año se dedican al comercio justo (así que, cuando encuentren una distribuidora en Europa podríamos vender sus productos en el Crisol) y porque tienen un programa para mujeres de países desarrollados, sobre todo que trabajen ONG, en los que se nos ofrece la oportunidad de ir una temporada a trabajar con ellos y aprender su manera de funcionar y gestionar la cooperativa. Imaginaréis que ya estoy pensando la manera de ir, porque además, seguro que podría sacar muchas enseñanzas para nuestros proyectos rurales (por ejemplo, el de North Wollo, en Etiopía).
Por lo demás, esta mañana la teníamos libre y pensábamos aprovechar para callejear un poco por aquí por el centro, pero tuvimos muy mala suerte, porque teníamos un par de recaditos pendientes para hacer a primera hora, pero las cosas se torcieron y al final nos comieron toda la mañana y apenas vimos un trocito nuevo de Halifax. Pero al menos descubrimos un centro comercial donde hay muchísimos puestos de comidas distintas (hoy he comido libanés) y así Andrea y yo podemos compatibilizar nuestras restricciones alimenticias: ella es vegetariana estricta, nada de huevos ni leche, y yo no puedo comer hidratos ni grasas. O sea, una cosa espeluznante. Entre las dos no podemos comer absolutamente nada.
Yo, haciéndome la interesante en la zona de stands de las organizaciones. Concretamente, en el stand del Women's Bank
Por cierto mamá, la reina sigue por aquí, pero no he podido verla pese a estar en la misma sala, que como es en realidad un pabellón de deportes, no creo que me lo tengas en cuenta.
Y como ya son las 11.11 de la noche y me muero de sueño, os dejo y me voy con la música a otra parte, concretamente a la cama.
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