domingo, 2 de septiembre de 2007

Bye, bye, Tiruchy

Otro domingo más de descanso, aunque esta vez, es más para coger fuerzas que para reponerlas. Mañana nos marchamos y quiero aprovechar el silencio y la tranquilidad de la siesta para escribir esta crónica de despedida antes de salir a hacer un par de compras de última hora y cenar (los domingos cenamos fuera, aunque hoy invitamos María y yo). Después volveremos a casa y haremos las maletas. No quiero ni pensar dónde voy a meter todos los bultos que ahora mismo ocupan hasta el último centímetro de la cama (en la que no duermo desde el segundo día en que llegué a casa de Ambal, porque el suelo es más cómodo).


Como estos días no he sacado casi fotos, porque resulta difícil sacar fotos y grabar vídeos al mismo tiempo, os pongo esta que no viene al caso, ni salgo muy bien, pero llevo mi sari preferido.

Estos momentos me hacen recordar con total nitidez estas mismas fechas hace tres años: le sensación es muy parecida y al mismo tiempo, muy diferente. Igual que la vez anterior, tengo presente que no voy a volver pronto (salvo milagro inesperado, hasta el 2009), pero ahora mi relación con las personas que dejo aquí es diferente, más cercana y por eso me da más pena despedirme, aunque me consuela saber que a Bobby y a Ambal los voy a ver en abril, cuando vengan a Galicia.

Tiruchy ya no me parece el lugar exótico y sorprendente que sentía que abandonaba en el 2004. Ha sido interesante volver a caminar por los suburbios y reconocer calles, casas y caras (como el día en que me reencontré con Rani), comenzar a identificar los barrios del centro y aprender el camino a la oficina nueva. Por un lado, me da pena que ya no todo me resulte nuevo, sorprendente, insólito, estupendo (por ejemplo, empiezan a resultarme molestas las continuas muestras de sorpresa e interés de perfectos desconocidos que se me acercan y me hablan o me tienden la mano en la calle), pero por otro me gusta esta sensación de empezar a estar un poco como en casa, de que me rodea un sitio de verdad, con su gente de verdad y no un documental de Lonely Planet.

Mañana me espera un día duro: casi ocho horas cinco personas en un coche hasta Chennai (Bobby y Ambal vienen a despedirnos), medio día por allí tirados y luego los aviones, que creo que (enlaces incluidos) debe rondar la cosa las 16 horas. En fin, menos mal que me esperan mi Monchiño, mi bañera y mi colchón macanudo.

Quisiera escribir tantas cosas que no consigo ponerlas todas en orden, así que creo que mejor me voy despidiendo y haciendo frente a la terrible tarea de empacar, como dicen del otro lado del charco. Muchos beso para todos y muchas gracias por haberme leído y por vuestros comentarios (en el blog o por correo electrónico).

Nos vemos en la próxima.


Adiós, Tiruchy, hasta dentro de dos años…

PD1: En la última crónica del blog de IND, que acabo de subir, hablo de la visita que hicimos anteayer a Salem, donde vamos a empezar un nuevo proyecto. Creo que la encontraréis interesante.

PD2: La segunda guerra ha empezado. He llorado como la Magdalena por la muerte de Sirius (y eso que ya sabía que cascaba) y esta tarde corro a comprarme el sexto, porque si no, no sé qué voy a leer en el coche y en el avión (y porque no soy capaz de esperarme hasta el martes para saber cómo sigue). Eso sí, estoy con Rosalía en que la última peli se queda muy, muy corta. ¡Se aproxima la sesión de frikismo sin freno! (Aunque no creo que me dé tiempo de leerme el 7º antes del finde, ¡tenedlo en cuenta!)