tag:blogger.com,1999:blog-33116407422839184722024-03-06T03:09:00.946+01:00Blanca y el mundoDiario de los viajes que buenamente puedo ir haciendo.Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.comBlogger65125tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-69512982157393886442010-08-12T07:39:00.005+02:002010-08-12T07:50:23.628+02:00Pequeños gigantes<div style="text-align: justify;">Las cinco y media de la mañana y yo llevo como media hora con el ojo abierto. Teniendo en cuenta que me acosté alrededor de la medianoche, es fácil deducir que me espera un día de arrastrarme medio muerta de sueño.</div><div style="text-align: justify;">Ayer por la tarde, Bobby y la santa de su hermana Geetha se pasaron cinco horas haciendo tatuajes de henna al personal. Lo comento porque en principio establecieron "el cuartel" en mi habitación, pero a mitad del primer tatuaje dijeron que aquello era un horno, que si no podían pasarse a otra más fresca. Y ellas son de aquí. Compadecedme al menos, digo yo...</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Amanece el segundo miércoles de nuestra estancia en TamilNadu, levanto la vista y veo la silueta de una salamanquesa recortada contra la claridad amarillenta que ya se filtra por las ventanas de cristal translúcido. Los días, como todos los años, corren que se las pelan y hoy empezamos nuestro penúltimo en Tiruchy. Las salamanquesas me han encantado desde siempre, bueno, desde que vivía en Ibiza, que fue cuando descubrí su existencia, que yo recuerde. Me gustan porque pueden andar por las paredes y el techo, porque me parecen graciosas y bonitas y, sobre todo aquí, porque se comen a los mosquitos. Es agradable que alguien se coma a los bichos que están intentando comerme viva a mí, pese a que vivo rociada de repelente. Este año están imparables. Como las mujeres de Mahalakshmipuram, si se me permite la odiosa comparación (hay que ver cómo enlazo temas, que diría Ángel Martín). Mahalaksmipuram es uno de los suburbios del antiguo proyecto de desarrollo urbano, que ya se cerró hace un par de años, además de uno de los primeros que visité en 2004, cuando vine a Tiruchy por primera vez. Cuando se cierra un proyecto se pasa por una fase de transferencia en la que se establecen mecanismos y pequeñas instituciones comunitarias que permiten a las personas beneficiarias del proyecto seguir gestionando todas las iniciativas puestas en marcha en los años anteriores, pero de manera cada vez más autónoma, hasta que ya no necesitan la ayuda de PDI para nada. En cada suburbio se establece un Consejo, una especie de junta vecinal, que se encarga de la gestión de las clases de apoyo y alfabetización, el voluntariado sanitario y de género, los programas de generación de ingresos, etc. y cada Consejo de Suburbio cuenta con dos representantes en el Consejo Comunitario, que coordina el trabajo de todos los suburbios que una vez pertenecieron al proyecto. El viernes el grupo visitó al Consejo de Mahalakshmipuram y a medida que avanzaba la reunión los ojos se iban abriendo cada vez más y se iba extendiendo el ya famoso "efecto Candy Candy". Estas mujeres son extraordinariamente fuertes y decididas: nos cuentan que antes del proyecto no se tenían en ninguna estima, "sabíamos que había bancos, pero ni se nos habría ocurrido entrar en uno". Ahora no solo van al banco para obtener crédito para sus grupos de ahorro que les permita ampliar sus negocios o poner en marcha iniciativas comunitarias, sino que se pasaron un año entero yendo cada día al ayuntamiento hasta que consiguieron que les cediesen un terreno para construir un alpendre para sus reuniones y actividades, han conseguido sanear la alcantarilla que cruza el suburbio de parte a parte e irla cerrando poco a poco (aquí el alcantarillado suele ser abierto), entre otras muchas cosas. La charla se prolonga y llegan las cinco de la tarde, hora de salir de la escuela y varias niñas se acercan a donde estamos sentadas, porque allí es donde esta la bomba de agua. Niñas de unos 10 años llegan con grandes cántaros vacíos que, venga manivela arriba y abajo, llenan hasta los bordes y cargan, uno sobre la cabeza y otro a la cadera, ayudándose entre sí. Cántaros que entre los dos no pesarán mucho menos que ellas. Y allá van, caminando hacia casa por el borde de la alcantarilla en perfecto equilibrio. Se dan prisa porque quieren cambiarse, ponerse algo más bonito, "colarse" en la reunión para ver qué se cuece con tanta extranjera por allí y, con un poco de suerte, que les saquen una foto que verán un instante en la pantallita de la cámara y guardarán en la retina porque no tiene memoria USB ni ordenador. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRmNIj21rNqCY-LlN4bc0k96DsC24R7YXK01QFQqb2J8YUOVsIajp431fM1zUXHjobMzQ0IOd9Mf7c3pACf6gvoerZXdvhfZUdpSHsYnRJZy9uJtuG4EK906VXcAPkJgVUnUZ70WAn9Zc/s400/bomba_agua.JPG" style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 300px;" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5504396094293331618" /></div><div style="text-align: justify;">Y las extranjeras las miran con los ojos atónitos, emocionados y un poco avergonzados porque, sin quererlo, esas niñas que no hacen más que lo mismo que hacen todos los días, les ponen delante de las narices una verdad muy incómoda: que sobre sus cabezas y sus caderas llevan a cuestas la opulencia de occidente, porque para que nosotros vivamos como vivimos, ellas y millones de niñas, niños, mujeres y hombres tienen que vivir como viven. Y eso jode, porque cuando le pones cara a la pobreza cuesta mucho más apartarla de tu cabeza cuando entras en el centro comercial, pones el aire acondicionado o te subes al coche.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeh9X4wIB9Vr6Pt93GzMugApcnST4QnfnokRENqVbMOCC-G_Fc4cjguH55kyLlPi3jrdQdfcbTCdegVrxJt5gf0KgquMTU7iiutA_itB8N3OvTMdGi1nrZbANm3UZvBwxhbvAd3D47LYU/s320/15anhos.JPG" style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 286px; height: 320px;" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5504395262428126658" /><div style="text-align: justify;">Y llegan más niñas. Estas dos tienen quince años y vienen aún con el uniforme del colegio. No se cuelan en la reunión porque tienen todo el derecho a asistir: son integrantes del Consejo, en representación de tod@s sus compañer@s de las clases de apoyo. Nos cuentan que se encargan de controlar que todo vaya bien en las clases, de que haya suficiente material, de que no falte nadie... Y añaden que les encanta formar parte del Consejo y que agradecen la responsabilidad. Y no tenemos nada más que añadir, que decían en aquel anuncio.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las visitas de estos días están siendo duras para el grupo. En el suburbio de Jail Pettai, uno de los más pobres del proyecto e impresionante por su total falta de infraestructuras (ni alumbrado, ni alcantarillado, ni nada en general, porque es un asentamiento ilegal... que lleva 50 años donde está) y porque absolutamente todas sus casas están hechas con palma trenzada, el grupo se enfrenta con la cara más dura y descarnada de la pobreza extrema. </div><div style="text-align: justify;">En la escuela de transición para niñ@s trabajadores, Helena tiene que salirse casi al principio de la reunión porque se le llenan los ojos de lágrimas al escuchar las historias de explotación como la de Jodhimina, que a los 9 años (ahora tiene 12) ya limpiaba en casas de ricos por 500 rupias al mes (unos 8 euros) y que de mayor quiere ser médica para luchar contra la elefantiasis porque está harta de ver sufrir a la gente por su culpa; o como la de Subramani, que con 15 años aparenta 12, pero lleva mucho tiempo cargando con el trabajo y la responsabilidad de un adulto porque cuando tenía 12 de verda, y con unos padres alcoholizados que se bebían todo lo que ganaban, no le quedó más remedio que dejar el colegio para ponerse a trabajar en la construcción y poder cuidar de sus hermanitos de tres y siete años.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYM0xsBDeMHxz2dAofvJAORNDzdoohhNUr81sL_-0L60d_nPMZP7ZvJi9HjaXnjgFCf0s0wnGYWmie8mvDxisV91piaEZMnBAnrtNSeItuDa14j4yNWNMYcKCwcDM-ujFICF6g9sD-jBQ/s400/transicion.JPG" style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 218px;" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5504394581691134834" /><div style="text-align: justify;">Esta escuela está financiada por el gobierno y gestionada por PDI y ofrece una oportunidad a niños como estos de reintegrarse en la enseñanza formal: sus familias reciben una ayuda económica y ellos tienen un año para ponerse al día con el nivel académico que les corresponde por edad, a final de curso se integran en el curso anterior durante mes y medio para ver qué tal se adaptan y si la cosa no funciona, vuelven otro año a la escuela de transición para intentarlo de nuevo al curso siguiente. </div><div style="text-align: justify;">La tensión emocional se alivia un poco al final del encuentro, cuando los niños nos recitan poesías y nos cantan canciones y, al final, salen a la calle para sacarse una foto con nosotros y regalarnos sus sonrisas, sus apretones de mano y su curiosidad. Pero en cuanto nos subimos a la furgo para volver a la oficina de PDI a comer, más de uno y de dos pares de ojos se llenan de las lágrimas contenidas hasta entonces por respeto a estos pequeños gigantes.</div><div><br /></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-31078126145840234172010-08-10T08:28:00.015+02:002012-04-16T18:13:24.805+02:00( )<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial,sans-serif; font-size: small;"><span class="Apple-style-span">Sentada bajo el ventilador del piso de arriba de la oficina de Tiruchy me siento a mis anchas, es casi como volver a casa. La diferencia es que, ahora mismo, estoy rodeada por 10 personas, tumbadas en esterillas en el suelo y con las que nunca habían compartido este espacio. La otra novedad es una nevera patrocinada por USAID que contiene en este momento medicamentos retrovirales, nuestras botellas de agua y un poco de helado de mantecado que ha sobrado del postre: una de las muchas sorpresas y atenciones que tienen con nosotros.</span></span></div><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial,sans-serif; font-size: small;"></span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial,sans-serif; font-size: small;"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5503669982550826626" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP7Af3grOsrDMwwXf0Zfn36X3AC7yZ0-Us30SvTQyah0BMCQZLF8ojicTBSvCopwWjBhLIFwzxvRr8xhza_tixrbgBoUv0W27ddo6v9NzIVHBPGuP7gwh7Z8os_k8FWJMofEOEODT-X6E/s400/elefanta.JPG" style="cursor: pointer; float: left; height: 400px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 300px;" /><span class="Apple-style-span">Han pasado muchos días desde la última crónica y no pocas cosas. El miércoles pasado visitamos el templo de Nataraja en Chidambaram, en el que yo no había estado nunca y que tampoco me emocionó, pero es que visto el templo de Thanjavur, cualquier cosa es poca cosa. Y creo que eso se hizo evidente al día siguiente, de camino a Tiruchy, cuando 11 bocas soltaron un "¡Ooohh!" al unísono en el momento en que las pirámides color chocolate del templo de Thanjavur aparecieron, majestuosas, asomando sus engalanadas cabezas entre los árboles de la ribera del Cauvery. Estoy casi segura de que la impresión del templo a la luz del atardecer y la experiencia de montar en elefante por primera vez en su vida (por el módico precio de 50 rupias, menos de un euro) les borró a todas de la mente y del corazón la horrible visita a Velankanni, lugar que yo describo como un cruce indio entre Lourdes y Marina d'Or: una gigantesca iglesia situada junto al mar, de un blanco nuclear contra el que reverbera el sol, cegándonos y achicharrándonos en un entorno lleno de cientos (¿miles?) de personas que nos miran, nos sacan fotos, nos ofrecen cosas para comprar, nos piden dinero, etc. Todas querían ir (pese a mis sabios consejos en contra) y todas se arrepintieron.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial,sans-serif; font-size: small;"><span class="Apple-style-span">Tiruchy nos recibió, como siempre, caluroso y caótico, pero yo lo quiero igual, porque es la ciudad que me acogió por primera vez en este país. Como este año el grupo es enorme (12 conmigo) no nos hemos podido quedar en la oficina, como se hace habitualmente y estamos alojados en un centro de formación gestionado por la iglesia católica. Pese a tener baño propio, las habitaciones, para tres personas, son sencillas, casi espartanas, cosa de esperar en este país. Lo malo no es eso, lo malo es, por ejemplo, que aunque cuentan con dos enchufes, sólo funciona uno de ellos, por lo que si cargamos las baterías de las cámaras, los móviles o el portátil, tenemos que defendernos de los (abundantes) mosquitos a manotazos, porque hay que desenchufar el Kill Paff. También está lo de la cucaracha gigante que mató María José el primer día o el ejército de hormigas que, no en hilera, sino en forma de mancha gigante y negra, invade la habitación de Laura, Fina y Vane pese a sus denodados esfuerzos por taponarles las posibles entradas con kleenex empapados en repelente para mosquitos. También está el calor brutal que hace por las noches, lo que, añadido al hecho de que los colchones están forrados de plástico y duros como piedras hace que descansar mínimamente sea misión imposible, sobre todo porque hacia las 4 de la mañana suena una atronadora musiquilla misteriosa, atronando todo el recinto. Eso por no mencionar el baño. Del baño no digo nada, porque una imagen vale más que mil palabras. Por suerte Bobby nos ha comprado limpiabaños y una escobilla y le hemos dado un buen meneo esterilizador. Sigue teniendo casi el mismo aspecto, porque esas manchas están fosilizadas, pero al menos sabemos que está limpio.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial,sans-serif; font-size: small;"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5503669687112425874" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtGx-Ya3Ksgj-xH3YUyNY8bkWkPN9dcuakg_G7X2-5VlO3uT4iQoTsxfE4l4_2kKGTsFQZeFenFW1EWAJ2vLrABb_qBtmbj89enDZX0qSTRkDfOpBH9i254_OPwnZMP5oGQJoOd0Yup_g/s200/banho1.JPG" style="cursor: pointer; float: left; height: 150px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 200px;" /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5503669397887420162" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbab09tLVEnU_NxhCaA1nXLBgICQ21miUIAFhj-m-lkS_wRVnOPJ2IPvn5tpZ3a1-4HgQKyHYAjiq80SZwxrfsJVHYpOSMpADt9MQ7lNwEgUOk5VIP07S4kWujJqgioGaCJip-xSywQKw/s200/banho2.JPG" style="cursor: pointer; display: block; height: 200px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 150px;" /><span class="Apple-style-span">El sábado por la mañana salimos hacia Salem, donde PDI e Implicadas desarrollan un proyecto para la erradicación del infanticidio femenino que, como sabréis ya de sobras, es una práctica habitual en numerosas zonas de la India (si queréis refrescaros la memoria, podéis leer la entrada del año pasado sobre el mismo tema). En Salem, concretamente, cada año mueren 200 niñas nada más nacer sólo por el terrible crimen de tener ovarios. Sobran las disculpas y las explicaciones, como siempre, pero la realidad no es más que esa: que son material defectuoso. Creo que la historia que nos relató una de las beneficiarias lo ilustra a la perfección: ella y su marido tenían un hijo y dos niñas más, pero como el niño no tenía muy buena salud, decidieron ir a por otro, a ver si salía varón, no fuera a ser que el único que tenían se muriese y se quedasen sin ninguno. Pero resultó que nació niña y, tras el laborioso trabajo de las trabajadoras del proyecto, accedieron a darla en adopción en lugar de matarla. ¿Por qué no se la quedaron? Porque son pobres y no pueden alimentar otra boca. ¿Si hubiera nacido niño lo habrían dado en adopción? La respuesta llega acompañada de cierta cara de incomprensión, pero clara y sencilla: no. Blanco y en botella....</span></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial,sans-serif; font-size: small;"><span class="Apple-style-span">Pero no todo son historias tristes en el proyecto de Salem. Por ejemplo, está la historia de Saritha, que es trabajadora de base del proyecto y cuya función es realizar el seguimiento de dos bloques (los distritos se dividen en bloques), identificar a las mujeres embarazadas, hablar con ellas y con sus familias para ver si su embarazo es de riesgo y en caso de que lo sea, derivarlas a las trabajadoras sociales y sanitarias para que se realice un seguimiento pre y post natal (hasta 18 meses después del parto). Saritha, cuarta de cinco hermanas, adora su trabajo porque para ella no es solo un empleo: cuando nació, su abuela convenció a su madre para que la matase, le introdujeron un puñado de semillas en la boca y la dejaron sola en casa para que se asfixiase. Por suerte, pasó un vecino, que la salvó y cuando su padre se enteró dijo que esa niña no iba a morir, que la iban a criar. Y por eso, cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en el proyecto no se lo pensó dos veces y ahora se siente feliz de poder salvar vidas, igual que salvaron la suya en su momento. Nos cuenta, además, que un día se atrevió a afrontar el tema con su madre, que le dijo que ella la había intentado matar y que ahora, en su trabajo, estaba salvando a niñas como ella. La madre le pidió perdón y le dijo que se sentía orgullosa de su Saritha.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial,sans-serif; font-size: small;"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5503669052650589586" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGwV_KgX44aLUyojv_aTOZyCGa99KKBu5Kg4lpPfWg6AsGZxmbO2v5ish-GGG4D31tFIzgbQpU6XfgkJLNu9IAHQoLRoWNIqMVJPbu4y8UdOgA3FeqfHEHC1juwM25pl5iX93x-jF0K64/s320/yercaud.JPG" style="cursor: pointer; float: right; height: 320px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 240px;" /><span class="Apple-style-span">La noche del sábado la pasamos en Yercaud, la estación de montaña que hay a una hora escasa de Salem, a 1.515 metros de altitud, con pijama, mantita y sin ventilador. El año pasado ya os hablé de Yercaud, con su exuberante verdor, sus monos, sus impresionantes vistas, sus cafetales y su lago artificial que montaron los ingleses. Las niñas disfrutaron como enanas y yo también, porque lo que peor llevo de este país (casi lo único que llevo mal, en realidad) es el calor. El domingo también lo pasamos allí, visitando el jardín botánico (que estaba precioso), dando de comer a los monos (voluntaria e involuntariamente, porque son unos ladrones y a la pobre Paula le robaron su botella de Sueroral), paseando, dando una vuelta en las ya famosas (y horribles) pedaletas en forma de cisne... El camino de vuelta se hizo interminable porque, por algún extraño motivo que no he alcanzado a dilucidar, ni nadie se ha molestado en explicarme, hicimos 200 millones de paradas, pero al menos tuvo un final apoteósico que incluyó unos sexy bailoteos por parte de Abu, el hermano de Bobby (que nos acompañó en el viaje, para delicia de más de una, que ya le ha echado el ojo) y exhibición de musculitos por parte de Sahayaraj, que se quitó la camisa y todo. He de decir que hubo momentos en los que temí por la integridad física de más de uno, sobre todo porque siempre viajamos con la puerta del minubús abierta...</span></span></div><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5503667307194107250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGxaIx8JbTsAaUmsl5snQwOKncm7ZThqNapdPaHJQ9nOMxEINwsrbSMypQwulrw-FSScm-9IymySozATKFeTQ5av_E_i62zb84v82igCjStnIKd0AfjXmQTqvsQJAE5ZOsrFvW6EX6rcw/s400/monetes.JPG" style="cursor: pointer; display: block; height: 300px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" /></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-22556756997910593642010-08-06T08:10:00.003+02:002012-04-16T18:03:23.673+02:00Mucha policía, poca diversión.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div style="text-align: justify;">Abro un ojo y veo que son las 4.14 de la mañana y, de paso, que por la puerta de atrás (que da a un huertecillo tapiado) entra la luz de una linterna que escudriña el interior de la casa. Me levanto de un salto y corro a ver quién hay. Durante un breve instante cruza mi mente la idea de que, después de todo, hay peores despertares que al ritmo de un villancico casposo. De pie, junto al murete del huerto hay tres policías que me enfocan con la linterna y me hablan en tamil. Les digo que no hablo tamil y, en inglés macarrónico, se desarrolla la siguiente conversación:</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">―La puerta está abierta.</div><div style="text-align: justify;">―Sí,</div><div style="text-align: justify;">―¿Dónde están los dueños de la casa?</div><div style="text-align: justify;">―Con unos parientes.</div><div style="text-align: justify;">―¿Hay algún hombre en la casa?</div><div style="text-align: justify;">―¿Por qué? (Léase con cierto tono de cabreo)</div><div style="text-align: justify;">―¿Su marido?</div><div style="text-align: justify;">―No tengo (paso de dar explicaciones, a efectos prácticos, no tengo).</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Mi respuesta los desconcierta de tal manera que sólo me dicen "Cierre la puerta". Cierro la puerta y me acuesto, pero con la cabeza llena de pensamientos paranoicos y preocupaciones que no me dejan conciliar el sueño en una hora o dos. Una lástima, porque a las 7.30 o las 8 la policía había vuelto y teníamos montado a la puerta de la casa un circo de vecinos de moito nabo. Me visto y salgo a poner paz, aunque acabo quedándome rabiando por dentro: un imbécil de vecino, el típico macito indio (no muy diferente del típico machito ibérico) se me pone a gritar que de dónde somos, que quién nos ha dado esta casa, que si no podemos dejar la puerta abierta por la noche, que a ver cuándo nos vamos. Y yo, que en circunstancias normales le hubiese dado una explicación detallada de por dónde se podía meter su interrogatorio, tengo que tragar quina y responder a sus impertinencias por respeto a los tíos de Sahayaraj. ¡¡¡@#$%&!!! La policía, que se había mantenido en un discreto segundo plano, se marcha sin decir ni pío y la cosa no va a más, aunque Bobby, al enterarse, promete cantarle las cuarenta al vecino gritón. Desafortunadamente, no sé su nombre ni recuerdo suficientemente bien su cara, así que nos quedamos con las ganas.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Por lo demás, las cosas siguen evolucionando muy bien. Cada año es diferente, pero al mismo tiempo igual: las reacciones, las reflexiones, la evolución del grupo respecto al proyecto me recuerdan tremendamente a las del año pasado, aunque por supuesto, las personas que lo integran son completamente distintas.</div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">El martes tuvimos un día movidito: </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">-Por la mañana fuimos a visitar un taller itinerante de costura, que pasa 6 meses en cada aldea para que las mujeres puedan aprender el oficio y luego, gracias a un microcrédito del programa de generación de ingresos o de su grupo de ahorro, si pertenecen a uno, montar un pequeño taller de sastrería. El grupo se queda asombrado de lo mucho que trabajan estas mujeres y de lo fuertes que son. Todavía no han visto nada.</div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">-Las visitas de la tarde empiezan con una representación de cuatro grupos de ahorro, incluida una mujer de 70 años, secretaria de su grupo. ¡70 años, que en la India equivalen, probablemente, a más de 80 en nuestro país! Y ahí está, la mujer, dando el callo y luchando por mejorar su situación y la de su familia. Terminamos la visita y caminamos con un palmeral a la derecha y una salina a la izquierda hacia la casa de una mujer que fabrica objetos de artesanía con hojas de palma, donde el grupo compra algunos regalitos para llevarse de recuerdo. Llega el momento de volver a la aldea para conocer a las niñas y niños de un grupo de clases de apoyo... pero de repente se cae el cielo en agua y, aunque Ambal había mandado venir la furgoneta a recogernos y ahorrarnos un paseo de unos 700 metros porque se temía lo peor, en el poco trecho que tenemos que recorrer para llegar hasta ella nos empapamos hasta las bragas (literalmente) y la pobre Paula, que llevaba un blusón blanco de algodón fino, se da cuenta de que, de repente, está lo mismo que si estuviese desnuda. Menos mal que mi dupata (el chal del churidar) le sirve para participar en la reunión con un poco de decencia. Los niños, como siempre, nos roban el corazón. Sobre todo Benjamin, una filusmía de niño que Sahayaraj levanta en peso para que Bobby lo "entreviste". Responde correctamente y con mucha decisión cuando se le pregunta por su nombre, cuando le preguntamos en qué curso está responde un poco dubitativo que en tercero (está en preescolar) y cuando le preguntamos si le gusta venir a las clases de apoyo se limita a levantar un dedo hacia el cielo, cual si esperase la caída de un Donuts y ya no lo sacamos de ahí.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5502175637774970690" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiIxge14nsPMs4RS5nCDYWhyphenhyphen49fk7w14ia0paL18r3ipOw8SfSZQfRn2Ejd-XkYJtpd4PYH_HAB1SWSwJSnEVGIcoxBJSdrrfU7gXthn-ZIM7H1Yll7uE2GO6hUAZ6cxpcn79qKCuku8k/s400/ninhos.jpg" style="cursor: hand; cursor: pointer; display: block; height: 221px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" /></div><div style="text-align: justify;">El martes concluye con una excursión de compras (no muy satisfactorias) y, al llegar a casa, unas cervecitas que, secretamente, le había encargado a Ambal y a Saha para aprovechar que, por primera vez en la historia del Vanakkam, tenemos una nevera... que en Tiruchy ya no vamos a tener. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-25528780630140459232010-08-03T07:27:00.005+02:002010-08-03T07:36:29.891+02:00We Wish You a Merry Christmas<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0JcTNjyVWMYAsXllaMsYN4gwCGnT9nDqR6EvachjMVB7u0DZ9wH4T0zfrWSXukiO113t7cj1x2mmmm6h0BQ3Yrp7Vx3eaZvDmAdqw_WKn6sd3_366mR4BIyVt4JBo04qa-q37tppvAZo/s1600/reloj.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5501052173662048562" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 198px; CURSOR: hand; HEIGHT: 200px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0JcTNjyVWMYAsXllaMsYN4gwCGnT9nDqR6EvachjMVB7u0DZ9wH4T0zfrWSXukiO113t7cj1x2mmmm6h0BQ3Yrp7Vx3eaZvDmAdqw_WKn6sd3_366mR4BIyVt4JBo04qa-q37tppvAZo/s200/reloj.JPG" border="0" /></a>Cada hora, el reloj de pared de la sala de estar de la tía de Sahayaraj emite una horrible versión de un villancico distinto. Lo sé porque son las seis de la mañana y me acaba de despertar el estribillo de <em>Santa Claus Is Coming to Town</em>. Sahayaraj, para los despistados, es el coordinador del proyecto de Karaikal. A su tía no la conozco ni la he visto en mi vida, pero como Ambal y Sahayaraj estaban teniendo problemas para encontrar una casa donde alojar a un grupo de 12 durante solo 4 noches, su tía nos cedió su casa. Y cuando digo que nos la cedió me refiero a que ella, su marido y sus hijas se han marchado a casa de unos parientes y que no nos cobran nada por estar aquí. Me pregunto cuántas personas de las que conozco se marcharían de su casa para que se la ocupasen 12 perfectos desconocidos de otro país. La respuesta es nadie.</div><br /><div align="center"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5501052690698947586" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpMS-vRj3QlrniztYGTQPOy-xhXC2rxn-mrSorf-6iJJPC5CCVWX8c2TT-oDpMSFwiNjQla9RqWRbGhLVf-4d2X3Lqrp7CyuFccWO-j9GA6SbqDyr7fspy3DTrbCySuR9S2GiS4tCd4lc/s400/cuarto.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Campamento en el salon de la tia de Saha.</span></div><div align="justify"><br />Como siempre me pasa, llevo sólo dos días aquí (uno de ellos viajando) y ya me parece que hace por lo menos 4 ó 5. Os ahorro la odisea de aeropuertos, controles de seguridad surrealistas (como en la terminal de vuelos nacionales del aeropuerto de Mumbay, donde a un policía se le antojó que Laura llevaba un mechero en la bolsa de mano y, como no aparecía, a poco no se nos llevan a todas detenidas), horas y horas de furgoneta y otras hierbas, sólo os diré que salimos de Santiago a las 11.30 de la mañana del sábado y llegamos a Karaikal a las 6.30 de la mañana del lunes, hora española, después de haber aterrizado en Chennai a las 9 de la noche (las 17.30 en la India).<br /></div><br /><div align="justify">La mañana transcurrió tranquila, amanecimos tarde, desayunamos, preparamos las preguntas para la entrevista de la tarde y antes de darnos cuenta ya había llegado Sahayaraj con la comida... y con Bobby, que ha venido desde Tiruchy para estar con nosotras y hacernos de intérprete. Bobby, la india menos india que conozco, al menos en lo que se refiere a las expresiones físicas de afecto, porque me abraza, me achucha y me planta un beso como corresponde a dos amigas que llevan un año sin verse. Bobby, que en menos de 24 horas ya las ha enamorado a todas.</div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Después de comer vamos a la oficina, donde nos espera el personal del proyecto para hablarnos de su trabajo y responder a las preguntas del grupo y me sorprende descubrir que en Tsunami Nagar hay un dinamizador en lugar de una dinamizadora, un chico que está estudiando biología y se encarga de las clases de apoyo porque le gusta mucho la docencia. Es una situación excepcional, porque siempre que es posible preferimos emplear mujeres como dinamizadoras, para reducir el desempleo femenino y, fundamentalmente, porque a las beneficiarias les resulta muy difícil tratar determinados temas con un hombre (en especial los problemas de violencia machista).</div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Tsunami Nagar es precisamente la segunda visita planificada para el día: un asentamiento situado en medio de la nada donde se realojó a una comunidad cuya aldea, al borde del mar, quedó totalmente destruida por el tsunami. Los terrenos los cedió el gobierno y las casas las construyó la Fundación Vicente Ferrer. Algunos lo recordaréis porque todos los años hablo de él en el blog. Nos reunimos con un grupo de mujeres que nos hablan de sus experiencias después del tsunami. Nos cuentan cómo al principio había un montón de ONG trabajando en la zona, repartiendo cosas a troche y moche, pero que ahora solo PDI (nuestra contraparte) sigue al pie el cañón. Están muy contentas con los grupos de ahorro que les han permitido mejorar enormemente su calidad de vida y crecer como personas, ganando en seguridad e independencia. Sus hijas e hijos han mejorado en la escuela gracias a las clases de apoyo y nos dicen que tienen esperanzas para el futuro, aunque se les haya quedado en el corazón el miedo permanente a que el mar les vuelva a arrebatar todo lo que tienen. Les preguntamos si les gusta su nuevo asentamiento y entonces surgen las quejas: el centro social que se construyó para la comunidad lleva cerrado con candado desde el principio y allí no se ha proporcionado ningún servicio y en cuanto a las viviendas, no solo es que estén emplazadas en una zona que se inunda con las lluvias, sino que además tienen goteras, problemas graves de desagües, grietas en las paredes, las cornisas se están empezando a caer (y no tienen ni cuatro años) y el otro día una casi aplasta a un niño. Cuando la gente me pregunta si el dinero que se da a las ONG llega a su destino, siempre respondo que en más del 90% de los casos es así, porque somos un sector sujeto a controles muy estrictos (como debe ser), pero que es tan importante saber qué se hace con el dinero y esto es un ejemplo perfecto. Si yo diese dinero a la Fundación Vicente Ferrer, me sentiría estafada al enterarme del uso que se le da. Pero claro, es que estas cosas no son las que salen en la tele.<br /><br />PD: ¡Tati, temos a Manu de conductor outra vez! Ambal, Sagayaraj e Bobby preguntaron por todas vós, vanakkam team 09. Shiva non está.</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-46204122546979382402009-09-25T18:40:00.004+02:002010-06-23T18:00:21.726+02:00Bollywood<div style="text-align: justify;">El séptimo arte no es lo mío, es evidente, pero aquí os dejo un pequeño video musical con algunos momentos de la última visita a la India. Yo apenas salgo, pero es que estaba detrás de la cámara. Pero bueno, así podréis ponerles cara a "mis niñas".<br /><br />¡Ah! Está partido en dos porque Youtube no admite videos de más de 10 minutos y este dura 13 y medio.<br /></div><br /><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/6HjSbNRbIzs&hl=es&fs=1&"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/6HjSbNRbIzs&hl=es&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object><br /><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/yGBKyKOITXw&hl=es&fs=1&"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/yGBKyKOITXw&hl=es&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-23837985815434379382009-08-14T04:35:00.002+02:002009-09-09T14:01:33.371+02:00Flores y adioses<div align="justify"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">La carretera que lleva a Yercaud, una estación de montaña cercana a Salem, es una cinta de asfalto que serpentea entre un exuberante bosque poblado de multitud de macacos y plantas trepadoras que se enroscan en torno a los troncos de los árboles, desplegando todo el colorido de sus flores amarillas, naranjas, azules y violetas. A medida que la furgoneta sube, renqueando, hacia los 1.515 metros de la cima, el aire que entra por las ventanillas se va haciendo cada vez más fresco y la fascinación de las niñas por el lujuriante paisaje que se extiende a nuestros pies crece, alcanzando casi el éxtasis cuando las primeras gotas de una tormenta monzónica empiezan a caer, empapándolo todo y refrescando el ambiente hasta el punto de que algunas se echan un chal sobre los hombros y esa noche, dormimos tapadas con una manta y con los ventiladores apagados.<br /></span></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 51, 51);"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369644106668551506" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 300px; height: 400px; text-align: left;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYrJHf4pSLD_kxeJGc8he-bByh7Qg6OuqljGYyZ-Ptlp2IC33kd7lHmnZTFcOEmTTO-RDo5uHVSTYy0bdmp9i6C5xZWnLltW-A5ukNy2_kfkxAVR-cKdWKF6Zp90lgSHza1_kG5i6EXx8/s400/yercaud.jpg" border="0" /> <span style="font-size:85%;">Foto parcial de las vistas. No les hace justicia, claro.</span></span></div><br /><div align="justify"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">En Yercaud hay tantas flores que el aire está lleno de perfume y, mientras nos abrimos paso por la pista que transcurre entre bosques, cafetales y plantaciones de banano, las fragancias se cuelan por la ventanilla de la furgoneta, igual que en Tiruchy alternan los olores a incienso, basura, jazmines frescos, especias, alcantarillas o comida. Nos detenemos en un mirador con unas vistas impresionantes de la ladera de la montaña, en la que cuelga un pueblecito rodeado de campos verdes y bosques, y de la enorme llanura que se extiende a lo largo kilómetros y kilómetros con sus palmerales y sus campos de arroz, de un verde tan intenso que parecen de mentira.</span></div><div align="center"><span style="color: rgb(51, 51, 51);"><br /></span></div><br /><p align="center"><span style="color: rgb(51, 51, 51);"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369647367670072994" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggQSSWtixKBQeI-n2-M2CrT8ZlVkxY0rRlsvd8n4KicCQyJuMMQ_QevOZNFW3kv9kuN4kdY4dsFhyaW7s2bEqmMdKZARmSDf4_bbEuAkdetn48gBhNbJnTDB38U6-JYd0FRso-cPr7xcw/s400/jardin.jpg" border="0" /> <span style="font-size:85%;">Jardín botánico. </span></span></p><p align="justify"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">Dos de los grandes atractivos de la estación de montaña son el jardín botánico y el lago. El primero resultó algo decepcionante porque, aunque era grande, no estaba bien cuidado y muchas plantas no daban flor o no tenían el mejor de los aspectos (a mí me dieron un poco de pena) y nos quedamos bastante chafadas al entrar en el vivero de las orquídeas... donde no había ni una sola florecida. Sin embargo, el lago cumplió todas nuestras expectativas que eran, básicamente, darnos una vuelta en las horribles pedaletas-cisnes. Sin embargo, una vez en el lago nos dimos cuenta de que la combinación ejercicio más sol del mediodía de plano en la cabeza no era muy recomendable, así que no llegamos a agotar la media hora que habíamos pagado. </span></p><br /><span style="color: rgb(51, 51, 51);"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369646323408745986" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgACl1odapO_5bL7PkVtksDcMbapWcAxLN4nSTt-udkcb5pC4FEReWNNYCrCCYObv0UiLHi0_8dGKUvG1xR3g4VRWqGnJ6qIhpgMR-wtAm1yeL1rSJ8smCLlW7ecgcYPQybauH5YhLmyLg/s400/pedaletas.JPG" border="0" /></span> <p align="center"><span style="color: rgb(51, 51, 51);"> <span style="font-size:85%;">Pedaletas-cisne, el summum de la elegancia lacustre XP</span></span></p><p align="justify"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">La verdad es que, después de la visita, debo decir que, en realidad, los dos grandes atractivos de Yercaud son el paisaje y la temperatura. Y esta última se aprecia especialmente cuando, a medida que vas desandando las curvas de horquilla de la carretera a Salem, el aire se va haciendo más y más caliente y se te empieza a llenar la frente de gotas de sudor, aunque ya esté casi anocheciendo.</span></p><p align="center"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">***** ***** ***** *****</span></p><p align="justify"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">Pues nada, se acabó lo que se daba. Ayer visitamos la universidad de Bharathidasan, donde Manimekalai (la mujer de Ambal) dirige el Centro de Estudios de la Mujer e imparte un postgrado y charlamos con sus alumnas, y por la tarde nos reunimos con trabajadores y beneficiarios de un proyecto para la prevención de la transmisión del SIDA/VIH entre madres e hijos, pero dentro de menos de dos horas salimos para Chennai y tengo la maleta sin hacer, así que se me echa el tiempo encima. El día de ayer incluyó también una visita inesperada al dentista porque a la pobre Sara le están saliendo torcidas dos muelas del juicio y tiene la cara hinchada y le duele. También incluyó tres horas de compras intensivas (en las que yo no compré nada), tatuajes de henna para casi todas, una cena en casa de Ambal y una tormenta monzónica de padre y muy señor mío, que nos pilló llegando a la cena y que no paró hasta que ya nos habíamos acostado todas. Al principio la lluvia nos alegró muchísimo y estábamos encantadas ante la perspectiva de caminar manzana y media hasta la furgoneta (que no cabe por la calle de Ambal o, mejor dicho, no puede dar la vuelta), pero la cosa dejó de tener gracia en el momento que cruzamos el primer charco gigante de agua de color indescriptible y dudosa procedencia. Digo dudosa por decir, dado que el charco estaba al lado de la alcantarilla (recordemos que aquí son como cunetas, no subterráneas) y las alcantarillas estaban todas desbordadas. La repetición de la experiencia (dos veces más) no la mejoró en absoluto y he de decir con toda sinceridad que es, muy probablemente, la cosa más asquerosa que he hecho en mi vida.</span></p><p align="justify"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">Pero bueno, han pasado 15 días y lo han hecho como un rayo. Ha sido muy bonito compartir esto con las voluntarias de Santiago (AlbaC, Kitty, Sara y Tatiana), que son tan entusiastas y tienen tanta fuerza, pero también con Ania, que se ha unido a su grupo a raíz del curso; o con MaríaC, que lleva unos meses en el grupo de Vigo y seguro que esto le dará fuerzas para trabajar mejor con la falta que hace en Vigo; o con AlbaR y MaríaF, a las que no conocía de nada antes del Vanakkam y que ya son mis amigas. Hemos hecho firme propósito de montar una quedada para mediados de octubre y la verdad es que ya me tarda. Espero que no quede la cosa solamente en palabras.</span></p><div align="justify"><span style="color: rgb(51, 51, 51);">Había pensado concluir la crónica de esta visita con un bonito párrafo que resumiese lo que me llevo y lo que me ha hecho sentir este viaje, pero creo que no se merece que lo resuma. Adiós, Tiruchy. Poyitu varen!</span></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-57426631902382213572009-08-13T06:00:00.000+02:002009-08-19T08:25:24.284+02:00De niña a mujer<div align="justify">Mil cincuenta niñas por cada mil niños. Ese es el equilibrio natural de la especie humana, pero en el distrito de Salem solamente hay 975. Las niñas no valen para trabajar, no dan más que problemas, hay que correr con los gastos de la boda, hay que pagarles la dote. Estos son algunos de los tópicos que se usan para justificar, o al menos explicar, el infanticidio femenino, achacándolo a la incultura y a la pobreza, cuando en realidad no tiene mucha más explicación que el más puro y atroz de los machismos, como demuestra el hecho de que también se practique en la clase media y que en muchos de los estados más ricos la prevalencia sea mayor.</div><br /><div align="justify">No es ningún secreto que las matemáticas y yo no nacimos para amarnos, pero no hace falta ser John Nash para darse cuenta de que en un país con 1.100,000.000 de habitantes, las niñas asesinadas se cuentan por millones. Millones de niñas muertas todos los años a manos de quienes deberían protegerlas, quererlas y cuidarlas. Un genocidio en toda regla y sin embargo, el mundo vuelve los ojos hacia otro lado, como si no fuera para tanto y una no puede dejar de preguntarse si la cosa sería igual si en lugar de niñas fuesen niños los bebés asesinados por el único crimen de tener una combinación de cromosomas inconveniente.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369295195051453042" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8E3pSHCqRN9HPiwdTcBQC3Nh-6XHH-xd1InGPnIf4jhElxDSnSPic3knWTLgNvD130pQbDReeALF4NWe12b6IxIFVEwlwRGuCMhzYWNwVlItoqrg_YNkfw-1qshVVTt3CzSYTb_L-V2E/s400/ninha1.JPG" border="0" /><br />El proyecto de PDI, nuestra contraparte, e Implicadas en Salem es diferente. Diferente a los que habíamos hecho hasta ahora, porque su objetivo principal es la erradicación del infanticidio femenino. Diferente de los de otras organizaciones e instituciones que trabajan en Tamil Nadu para acabar con esa práctica porque no se queda en la sensibilización (por importante que esta sea), sino que facilita las herramientas para que el cambio sea posible.<br /><br />El feminicidio está penado con 10 años de cárcel y 15.000 rupias de multa (unos 250 €: el precio de una nevera, aproximadamente el salario de un año de un jornalero pobre o un mes para una persona de clase media), pero la comunidad no denuncia estas situaciones, igual que en el rico y civilizado occidente no denuncia las palizas de muerte que tantos maridos propinan a sus mujeres. Y es evidente que las madres no quieren matar a sus hijas, pero a menudo la presión de sus maridos y, sobre todo, sus familias políticas es brutal y no tienen a nadie que las apoye en su postura. Ahí es dond entran las trabajadoras de PDI, que a diario recorren las aldeas y los barrios del proyecto para identificar a las mujeres embarazadas, evaluar qué casos presentan condiciones de riesgo y mediar con las familias para que, en caso de que nazca niña (está prohibido rebelar el sexo del bebé en las ecografías, aunque siempre hay médicos corruptos) no la maten o, si les resulta imposible mantenerla, la den en adopción. Todas las mujeres embarazadas de la comunidad beneficiaria son objeto de seguimiento desde el tercer mes de gestación hasta medio año después del parto y reciben atención médica con regularidad (fundamentalmente en centros públicos) durante todo el embarazo. Así, de 60 casos de riesgo en lo que va de proyecto (casi dos años, en los que han nacido 340 bebés en total), 45 niñas permanecieron con sus familias y 15 fueron dadas en adopción. Ni una sola muerte.</div><br /><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369295505118013938" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 324px; height: 400px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1T9b8s3JEm7ZHD9JMsGeffbpXHQtocggs97JYyx4tQub-DCPhs9uYihnAumoQcu2N75VaH3-M63ZTCmx4O-SlNIYEprJ5v6AuGgey4lDKEHtmqt2BSdI80D8nYOccWhwnktV_CU60DSQ/s400/ninha2.JPG" border="0" /><br /><div align="justify">Nos sorprende a todas, después de reunirnos con el personal y con algunas beneficiarias, los increíbles resultados conseguidos en tan poco tiempo. Todas íbamos preparadas para lo peor, sin embargo, las historias que escuchamos hablan de superación y finales felices. Como la de Eswuri, que tiene dos niñas y que sufría la presión constante de sus suegros para que les diese un nieto (si el embarazo resultaba en niña, no había más que matarla y seguir probando suerte), mientras que ella estaba más por la labor de ligarse las trompas. Gracias al trabajo de sensibilización del proyecto, Eswuri pudo contar con en apoyo de su marido, juntos dijeron "hasta aquí hemos llegado" y se marcharon de la casa de los suegros (en la India es habitual que, al casarse, la mujer se mude a vivir con la familia del marido) a vivir su propia vida, con ligadura de trompas incluida. Ahora Eswuri está en un grupo de ahorro, ha recibido un curso de fabricación de productos de limpieza y un crédito con el que ha montado su propio negocio.</div><div align="justify"><br />Los grupos de ahorro también son diferentes en este proyecto. Primero porque se da prioridad para entrar en ellos a las mujeres con embarazos de riesgo (riesgo de asesinato, se entiende) y segundo, porque aquí la componente de apoyo mutuo entre sus integrantes es mucho más fuerte todavía. Kalarm, líder comunitaria y beneficiaria del proyecto, nos cuenta dos historias: la de una mujer que al nacer su tercera hija sufría tremendas presiones de su familia política para que se deshiciera de ella y la de otra madre, coaccionada para que matase a su única hija, que nació con una deficiencia psíquica. Pero sus compañeras del grupo de ahorro no lo iban a consentir: todas juntas se plantaron en las casas de las respectivas familias y convencieron a los suegros, comprometiéndose a ayudar a la manutención de esas niñas cuando fuese necesario. Y así lo hacen.</div><br /><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369295787755525666" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 300px; height: 400px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQ1Zm_Ed54Ldzli7o5q0V1B6sf_fAYMjFLuprQ9uJTmu5M0M76fjb_57de41kpJdjaYvIcmSQmIVejtZhBWOUBs8KDuO5Lbn3xi1sLCBkf2py-uzWYUHcEcgzXbmuf8SM7i9cI87Fw3yM/s400/ninha3.JPG" border="0" /><br /><div align="justify">El proyecto tiene, además, un centro de asistencia a la mujer al que las beneficiarias pueden acudir para obtener asesoría para sus problemas y asistencia legal, por ejemplo, en casos de divorcio, repudio, bigamia o conflictos en herencias (un tema peliagudo porque, aunque hace bastantes años que las mujeres son herederas legales, este derecho se les sigue negando con frecuencia). El proyecto se completa con los programas de planificación familiar y de generación de ingresos, en el que se proporciona formación profesional básica (sastrería, artesanía, etc.) y un microcrédito que permita iniciar un pequeño negocio.</div><div align="justify"><br />Así, con las historias de Uma Dhevy, Shanti, Rani, Sumetha, Sangeetha, Joddi o Bria, todas ellas mujeres luchadoras y valientes que se han enfrentado a todo por la vida de sus hijas y por mantener a sus familias, partimos hacia Yercaud, la estación de montaña en la que pasaremos la noche y el día siguiente. Y donde esperamos, además, pasar algo de frío.</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-74552727009901448122009-08-11T04:36:00.000+02:002009-09-08T12:29:54.375+02:00De elefantes y de reyes<div align="justify"> </div><div align="justify">El domingo nos subimos a la furgo y nos vamos a Thanjavur, a visitar el Gran Templo, donde las niñas esperan poder subirse a un elefante. La hora y pico de camino nos la pasamos cantando un repertorio tan variado que incluye cosas como "Berberecho", de Rosendo, "Los peces en el río" o "Catro vellos Mariñeiros".<br /><br />Me abstendré de describir el calor abrasador que desprenden las losas de piedra del templo porque ya es un tema recurrente en mis crónicas de la India y porque, además, la experiencia es un grado y esta vez tuve el buen sentido de avisar a todas de que llevasen calcetines. El templo estaba llenísimo de gente y, una vez más, "disfrutamos de la Angelina Jolie experience" cuando un padre se nos acercó para pedirnos que nos sacásemos una foto con sus hijas o cuando, en la cola para visitar el altar principal, una señora se me quedó mirando fijamente durante 5 minutos, con su cara de alucinada a unos 30 centímetros de la mía. Hubo compras, pero no paseo en elefante, porque estaba guardadito (o mejor, guardadita, que era una elefanta) en su corral, aunque al menos las niñas pudieron fotografíarse con ella.</div><br /><br /><div align="justify"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5368531558208667602" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 236px; height: 400px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy8033xwhmSjZOsI5Ukn4lHZ38Qcldw43Yj_80JPdtfFEXjHiVwgohXSpXbgUIgWLed_OVIeX_KYir70sL6N_zaCEdo40MR2_MMTmMJE2sXdtSFCTGHGtM_ekurUWBZldrrYV5mMEmobM/s400/thanjavur_temple_6.jpg" border="0" /><br />A eso de la una y media huimos del calor abrasador que hace que hasta Bobby me pida una toallita de bebé para enjugarse el sudor, refugiándonos en un restaurante pijolas con aire acondicionado donde nos sentimos un tanto raras comiendo sentadas en sillas y bebiendo en vasos de cristal, aunque al menos nos resistimos a utilizar los cubiertos, que no acabamos de asociar a la comida india.</div><div align="justify"><br />Comidas, bebidas y refrescadas, nos dirigimos al palacio del rajá donde, por increíble que parezca, siguen viviendo un buen número de integrantes de la familia real que, aparentemente, todavía no se han enterado de que la India es una república. Tenemos guía y todo, un viejales vestido con camisa blanca y lunghi al que apodamos "El Entusiasta" porque nos muestra todas y cada una de las cosas que hay en el palacio, ametrallando a 150 palabras por minuto, palabras que yo tengo que traducir y de las que entiendo aproximadamente un tercio. Eso cuando logro dirimir si las que no comprendo son nombres en tamil de dioses, dinastías y animales mitológicos o simplemente consecuencia de su pronunciación surrealista.</div><br /><br /><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5368532590619553266" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUVkAQKOO3IEyDZc0PDtF8Euv1eMEGqMMUySroCJcypZKMZjHeUCrfQR79MZQ8KHcB-V0bmUCNaG5VwbCOT_V1XDmaTkHCZdUei7qaOk8lXVqtQHuxdtE7f4vIzUZtqvX0mx_kQBoCt9c/s400/thanjavur_detail.jpg" border="0" /><br /><div align="justify"><br />El palacio en sí debió de ser impresionante en sus días, aunque ahora está bastante deteriorado, el pobrecillo. Son interesantes de ver algunos objetos que se conservan en el museo, aunque "El Entusiasta" nos arrastra de una vitrina a otra a una velocidad tal que casi no nos da tiempo de enterarnos de si el objeto en cuestión es un cetro real o un pincho para domar elefantes.</div><div align="justify"><br />Son las 7.40 y me quedan 20 minutos para ponerme el sari y bajar a colgar esto en el blog, porque a las ocho nos vamos para Salem, donde tenemos el proyecto contra el infanticidio femenino y luego a Yercaud, una estación de montaña donde todas ansiamos que se cumpla la promesa que nos han hecho de que pasaremos frío, así que os dejo. Muchos besos para todos y hasta la próxima crónica.</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-39491041513696846172009-08-10T02:26:00.000+02:002009-08-19T08:24:02.869+02:00Esos locos bajitos<div style="text-align: justify; color: rgb(51, 51, 51);">Rajid tiene 12 años y unos ojos negros, enormes y brillantes que sonríen y nos cuentan tanto como su boca. Vive en el suburbio de Jail Pettai, donde las casas están hechas de hojas de palma trenzada y una montaña de neumáticos viejos recibe al visitante. Rajid se sienta en el suelo, rodeado de sus amigos, en el alpendre donde, desde hace un año, se imparten las clases de apoyo del nuevo proyecto, aunque hace tan solo doce meses, al volver del colegio se dedicaba a escalar la montaña de neumáticos con los mismos niños que hoy se sientan a su alrededor. Pero Rajid no es como los demás, Rajid mueve multitudes y por eso Gayalakshmi, trabajadora del proyecto, se acercó a él un día y le habló de las clases de apoyo y le preguntó si le gustaría formar un grupo con sus amigos para mejorar su educación por las tardes. Ahora ya no hay niños trepando por la montaña de caucho porque Rajid, como él nos cuenta, se sintió honrado y atraído por el reto y la responsabilidad y fue reclutando a sus "compinches". Pero Rajid no se siente satisfecho. Y es todavía no ha reclutado a suficientes. O eso dice.<br /></div><div style="color: rgb(51, 51, 51);" align="center"></div><div style="color: rgb(51, 51, 51);" align="center"><br /></div><p style="color: rgb(51, 51, 51);" align="center"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5368527411345388994" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 300px; height: 400px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGvFaSIPA-vPirzNnvCAITdP7sqE7wq13lhzxqC4icW7pa-uTW5oJkoDG6mFUgofCwtjWTiuMvlL1Toq_W2-qAUidb2SpR6_AJI8cOKEFIduF3YBHPkMi2maFrvpiqqNSc8ll6K-yQfac/s400/rajid.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Rajid, de pie en el centro</span>.<br /></p><div style="color: rgb(51, 51, 51);" align="justify">Shakila tampoco se siente satisfecha aunque sea la primera de su curso y la única de las clases de apoyo que sea capaz y se atreva a intercambiar con nosotros unas cuantas frases en inglés. Shakila no se siente satisfecha porque sabe que puede sacar aún mejores notas, pero también porque su padre no le deja hacer nada, ni siquiera asistir a los campamentos urbanos de verano que organiza el proyecto, donde los demás niños juegan, aprenden manualidades y hábitos de salud e higiene. Se le borra la sonrisa de la boca cuando nos cuenta que un día, al volver del colegio, la atropelló un coche y le rompió una pierna y que por eso su padre ya no la deja salir de Jail Pettai más que para ir al colegio. Pero Shakila merece más y vale para mucho más, por eso le digo a Bobby que hay que hablar con su padre para cambiar esta situación y a Shakila se le llenan los ojos de lágrimas ante la perspectiva de poder ser, además de la primera de la clase, una niña más. </div><div style="color: rgb(51, 51, 51);" align="center"><br /></div><div style="text-align: center; color: rgb(51, 51, 51);"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5368528644715449106" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglV2I_7HEIrirlRey73XH_t_0kDkCpPaLNS5u3DojTkQ61LVUz3X_ZWiUmihhMB5JTJmmkndNEgPB4OqcryZ4HijMhslUQrGAJwUerpbrAaw9psF1x_WnmqtITUQAXp5hBdAhT9OBgqKA/s400/anita.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Anita, futura médica, y la peque asustadiza que ya no se asusta.</span><br /></div><div style="color: rgb(51, 51, 51);" align="justify"><br />De lágrimas se les llenaron los ojos a MaríaC y a Ania durante nuestra visita a una escuela de adaptación para niños trabajadores. Niños tan pequeños que parece inimaginable que hayan conocido otra cosa en la vida que no sea jugar y jugar. Pero no es así. Kumar, que con 12 años aparenta ocho, llevaba ya dos trabajando en un taller mecánico cuando el año pasado se integró en esta escuela: de ocho de la mañana a ocho de la tarde cambiaba baterías y reparaba neumáticos pinchados por 600 rupias (menos de 10 €) al mes. Kumar vive al lado de una comisaría y de mayor quiere ser policía, para ser grande y fuerte y atrapar ladrones, pero de momento lo que más le gusta es bailar, cosa que nos demuestra con gran entusiasmo, al ritmo de las canciones de sus compañeros. Compañeros como Anita, de 13 años, que quiere ser médica y antes limpiaba casas con su madre, con la que tuvo que huir de la suya porque su alcoholizado padre las usaba de saco de boxeo; o Mohammed, de 13 años, al que le gusta tanto la escuela que se quedaría a vivir en ella; o Uma, de ocho años, que se quedaba en casa a cuidar de sus tres hermanos pequeños mientras su madre iba a trabajar y a la que le encantan las matemáticas; o Gayalakshmi, tan pequeñita que cabría en un cesto y que se pone a hacer pucheros en cuanto le pedimos que se acerque para hablar con ella.<br /></div><div style="color: rgb(51, 51, 51);" align="justify"><br />Rajid, Shakila, Kumar, Anita, Mohammed, Uma, Gayalakshmi. Niños normales como otros cualquiera que apenas han vivido una década pero que cargan a sus espaldas un peso grande como el de la Tierra. Niños que sonríen mientras cuentan cosas que nos encogen nuestro corazón de niñas que crecieron con su ColaCao, sus patines y su abeja Maya y protestaban por tener que ir al colegio. Niños que, por primera vez han encontrado una oportunidad en la vida de dar una patada en el suelo y decirle al mundo "aquí estoy yo y os vais a enterar". Niños que, quizá, en el futuro, cumplan su sueño de ir a la universidad y salir del círculo de pobreza que los atenaza desde antes de nacer, al igual que lo han conseguido otros que también pisaron con sus pies descalzos el suelo de las escuelas en las que hoy estudian ellos.</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-65154741857938126322009-08-08T07:11:00.001+02:002009-08-19T08:35:32.736+02:00On the road again<div align="justify">Uno de los cuatro ventiladores no funciona y otro va muy despacio. Me he quedado sin agua a medio ducharme y me han picado ya dos mosquitos, pero pese a todo Tiruchy es mi Tiruchy. Ayer por la tarde, después de haber visitado un taller-escuela de costura que se traslada cada seis meses de una aldea a otra y de habernos dado un paseo en barca por el río, hicimos las maletas y dejamos Karaikal. Alba R lloró como la Magdalena y las demás se aguantaron por vergüenza torera, pero sufrieron, todas ellas, un repentino ataque del <em>síndrome de Candy Candy</em>*.</div><br /><div align="center"></div><p align="center"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367456419271837186" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhE2xM-fGfKVFbS52uSk32_ZFiI8TW7goV0QjmWjqlxRrZdkQZSS8Bb6G02iSQZH9Hc0CLfEWHUIktpSK0Fj4pXelsGX37_i5kJqxN7jrI4wV-Rm3m8zhtEeHKW5X4PaAMJf60InTbIp4/s400/barco.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Esperando por la barca.</span></p><div style="text-align: justify;">La carretera de Karaikal a Trichy discurre entre aldeas y arrozales, acompañada casi todo el tiempo por uno de los afluentes del Cauvery, que aparece y desaparece a mi izquierda, mostrándome estampas de documental: mujeres lavando saris, niños bañándose y jugando entre gritos, un santón solitario haciendo sus rituales de purificación... Pese al calor que derrite los huesos (y que yo, por suerte, no noto porque el coche de Ambal tiene aire acondicionado, lo cual me hace sentir muy feliz, aunque algo culpable por mis pobres niñas, que van cocinándose en su propio jugo en la furgoneta), la gente sigue con su vida normal: conducen al ganado, caminando al borde de la carretera; trabajan construyendo sus casas o las de otras personas; los niños juegan al cricket en explanadas de tierra tan endurecida por el sol que sus pies descalzos no levantan polvo al correr y las mujeres caminan hacia casa con grandes cántaros de metal llenos de agua sobre la cabeza. Veo aves rapaces sobrevolando los arrozales o lanzándose en picado al río para atrapar una presa y, entre los matorrales, distingo el brillo verdeazulado de un pavo real, que aquí son silvestres y abundantes. </div><p align="center"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367456873446472994" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_3PmkJLCx0FQxhM6JNdJzjr-yCCRV77crkuaXLuoxmjJ0_VJ5xI5KZDWv9K3E0_09fN942PkThGL8-SQ6UzyDEHVPOTIMOVOP2eOow0Lnghew6PA0ES_cwauvqHgeuAg-jmk_J7A11Dw/s400/cocos.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Montaña de cáscaras de coco</span></p><p align="justify">El sol se pone, enorme, anaranjado y majestuoso, perfectamente perfilado entre la neblina que crea el bochorno y cubre el horizonte, pero aún nos falta más de hora y media para llegar a Tiruchy, que nos recibirá ya de noche cerrada, pero con una enorme luna, casi llena. El aire de la casa es como el de un horno de leña y los ventiladores no logran mejorar el ambiente demasiado, pero después de cenar (paneer masala, gobi 65, naan de mantequilla, pollo tikka y noodles, algunas de mis exquisiteces favoritas, aunque las niñas encuentran algunas demasiado picantes) subimos a la terraza a mirar las estrellas y a disfrutar de la brisa mientras charlamos, nos echamos un cigarrito y esperamos turno para la ducha y nos envuelve el silencio y el fresco de la noche. Sí, he dicho el silencio, porque la oficina de Tiruchy está a las afueras de la ciudad, rodeada de un bosquecito de árboles espinosos y por la noche solo se oye a los pájaros, las ardillas, los perros de los vecinos y, como anoche, algún tren que pasa camino de la estación (Tiruchy es un importante nudo ferroviario) haciendo sonar el silbato, con un sonido que a mí siempre me resulta de lo más evocador.</p><p align="justify">Son las nueve y media y se me hace tarde para desayunar. Espero poder escribir de nuevo mañana. No os perdáis las crónicas en el blog de Implicadas. </p><p align="justify">Feliz cumpleaños, Moncho :-) </p><p align="justify">*Para los que no recuerden o no hayan tenido el placer de disfrutar de tan excelsa serie, se trataba de unos dibujos animados japoneses del género "dramón", cuya protagonista se pasaba la vida yendo de desgracia en desgracia con sus coletas y sus enormes ojos de dibujo manga, siempre con un brillo acuoso y una lagrimilla a punto de caer. Para más datos, mirarse la Wikipedia, que para eso está.</p>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-50982544388387263572009-08-07T17:25:00.000+02:002009-08-19T08:42:55.244+02:00It's too damn hot<div align="justify">Viernes 7 de agosto y yo casi ni me he enterado de que estoy aquí, aunque al mismo tiempo parece que llevo muchísimo más de 5 días en el país. Ayer llegó, por fin, Bobby, a la que no había visto todavía porque estaba no sé donde en un curso. Bobby, que me recibe con una sonrisa de oreja a oreja desde lo alto de la escalera que conduce a la oficina. Bobby, que se deja abrazar y besar. Bobby, mi amiga, la que trae la revolución: ya nos ha organizado para hoy una excursión en barco y una sesión de masaje ayurvédico para cuando estemos en Tiruchy. Lo de la excursión en barco en realidad no surgió de ella, sino de una de las mujeres del programa de generación de ingresos con las que nos entrevistamos ayer por la mañana, mujeres fuertes y emprendedoras con historias que nos dejaron sin aliento (y a algunas, con lágrimas en los ojos) para bien y para mal. Como la historia de Neelawati (seguro que lo he escrito mal), que llevaba 10 años regentando la única tiendecita de su aldea de 65 casas cuando, con las compensaciones económicas que el gobierno entregó tras el tsunami, cuatro vecinos suyos decidieron abrir las suyas propias y hacerle boicot a Neelawati, difamándola y espantándole la clientela, hasta el punto de que tuvo que cerrar. Pero Neelawati contaba con el apoyo del proyecto, así que pidió 5000 rupias de crédito y montó un negocio de venta ambulante de comida: se levanta a las dos de la mañana para preparar sus productos y las cinco y el amanecer la encuentran ya en la playa, esperando a que los pescadores lleguen del mar para comprarle sus exquisiteces, y a las ocho vuelve a su aldea para encargarse de su casa y su familia. A sus vecinos boicoteadores no les va muy bien, con cuatro tiendas haciéndose la competencia en una aldea tan pequeña, pero Neelawati gana ahora 200 rupias más a la semana que antes del tsunami.<br /></div><br /><div align="justify">También escuchamos la historia de otra mujer (no recuerdo su nombre) que se casó antes de cumplir los 16 años y tuvo dos hijas y un hijo, un niño que el mar se llevó cuando solo tenía un año y medio. Nos lo cuenta tranquila, incluso a veces sonríe al relatar el infierno que el tsunami trajo a su vida. Y es que, cuando el gobierno le entregó a su familia 200.000 rupias de compensación empezaron todos sus problemas: inicialmente, decidieron guardar la mitad en un depósito para sus hijas y la otra mitad se la prestaron a unos parientes del marido a un pequeño interés. Sin embargo, cuando los parientes empezaron a devolver el crédito el dinero no parecía llegar a casa. Ella no dijo nada, porque ya se sabe que el marido es el amo y señor, pero cuando los ingresos del crédito se terminaron, el señor quiso retirar el depósito de sus hijas y eso sí que no. Ella se enfrentó con él, exigiéndole que le dijese a dónde había ido a parar todo el dinero que faltaba, pero no obtuvo respuesta, sino una serie de palizas y abusos cuyas cicatrices todavía se notan hoy en su frente. Para colmo de males, ella descubrió que su marido tenía una amante en la que se gastaba todo el dinero y, cuando reunió a algunos familiares para enfrentarlo, el fulano se llevó todas sus cosas y se fue con la amante, dejando a su mujer y a sus hijos abandonados y sin ingresos. Probablemente pensaréis que casi salió ganando, pero en estas comunidades una mujer sola tiene que enfrentarse, no solo al desprecio de la sociedad, sino a la violencia de otros hombres que pretenderán aprovecharse de ella. Por eso cayó en una depresión hasta que, con la ayuda de la consejera familiar del proyecto, recuperó a su marido con el que vuelve a vivir desde hace un año. Le preguntamos si es feliz y nos responde que no especialmente, pero que al menos tiene una vida tranquila y que su negocio de venta de saris (que montó con un crédito del proyecto) y el apoyo de sus compañeras del grupo de ahorro le hacen sentirse más persona. </div><div align="justify"><br />La verdad es que ayer fue un día de momentos muy intensos, con la reunión de la mañana y las visitas de la tarde a un grupo de ahorro para personas con discapacidad y a Tsunami Nagar, donde vive realojada lejos del mar la primera comunidad con la que entramos en contacto después del tsunami y que nos contaron algunas cosas tan terribles que preferí no traducirles a las niñas hasta llegar a casa para que no llorasen delante de las mujeres. A vosotros tampoco os las voy a contar. </div><div align="justify"><br />Pero no todo son historias tristes: también están los momentos bonitos o divertidos, desde las risas de los niños cuando juegan con nosotras e intentan enseñarnos palabras en tamil, hasta los gritos en medio de la noche provocados por la visita inesperada de un murciélago que estaba, el pobre, bastante más asustado que las locas que chillaban y se escondían de él en el baño. También están los baños, completamente vestidas, en el Índico; los zumos de piña o de sandía, fresquitos y recién exprimidos; el pastel para celebrar el cumpleaños de la Reimon, aunque ella esté ahora mismo en Etiopía; las compras o los trayectos en furgoneta cantando y bailando con las chicas de PDI, que se parten de risa con nuestra poca vergüenza y compostura. </div><div><br /></div><br /><div align="center"></div><div style="text-align: center;"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367265770252022530" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqJfgkEHImgx3DGed6Ej68d1-7-uLCnyjIoL0u0TJk2nwwK8jAdAuJByuEtYWQwCoFODqhAcvzdzVCDl4SFn1ojlLsVQ6-fEEsgkW2AbuTtGBFwvN5RH5cDTcnv7x1sgEXtBFJMYwgO98/s400/P8030094.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Risas<br /></span></div><br /><p align="center"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367266835380744050" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLrTnI1kjw4jtJm6rgCgKzNcH_p5cT7kY0nAD0NhtuCjewor3EfASMUKjgrYnxQ5yBshYXiCixFkGnmvdIBNmpDJ0fNzbSo6dRNXnOLX1DvvhO_vqOSU0jfRXsuO7X-91vHoP_5_LQN48/s400/P8040146.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Amigas</span></p><p align="center"><span style="font-size:85%;"><br /></span> </p><div style="text-align: center;"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367267719594810754" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkyn7PROKHDjl-oqTv9NUK5QBv68dYm1miM4mbKadXLE6LHvNfendcwz9QUW2YGpraHFf4V2-rNG3L0bwXxw2Y9SF0LfWhVCPNR0oHYWzq9M-CHqdDoMlk2jAudkp1TZKvGFdxwjohbf8/s400/P8050182.JPG" border="0" /><span style="font-size:85%;">Mar<br /></span></div><br /><div align="justify"> </div><div align="justify">En estos días que no he escrito, hemos conocido a muchas más personas de la comunidad, que nos han hablado de su vida y su trabajo: chicas y chicos de los clubs de juventud, voluntarias sanitarias, mujeres de los grupos de ahorro... Pero ya son las nueve menos cuarto y tengo que hacer la maleta, porque esta tarde nos vamos a Tiruchy y antes tenemos un barco que coger. Pero si queréis más detalles sobre todas estas visitas, os recomiendo que visitéis el blog de Implicadas (<a href="http://www.implicadas.blogspot.com/">http://www.implicadas.blogspot.com/</a>).<br /></div><br /><div align="justify">No quiero despedirme sin dejar constancia del horrible, horrible calor que hace: con mínimas nocturnas de 30 grados os podéis imaginar el calor que hace durante el día. La actividad física más mínima hace que sudes por partes de tu cuerpo que no sabías ni que tenías y permanecer, aún a la sombra, en cualquier lugar donde no corra brisa o haya un ventilador es una auténtica tortura que hace que te cueste hasta respirar. Ambal dice que este bochorno insoportable se debe al "monsoon failure" (algo así como "monzón frustrado", es decir, que debería llover a cántaros, pero no llueve) y mientras no llueva solo va a ir la cosa a peor. Desgraciadamente, según el pronóstico del tiempo no va a llover mientras estemos aquí y para el día de nuestra marcha (nos esperan 8 horas de carretera sin aire acondicionado, por supuesto) dan sensaciones térmicas de 50 grados. A mis niñas no se lo he dicho, porque para qué. La verdad es que lo están llevando como unas campeonas, así que creo que lo resistirán (aunque me gustaría poder decir lo mismo de mí con tanta seguridad). </div><br /><div align="justify"><br />Besos acalorados.<br /><br /></div><div align="justify"> </div><div align="justify">PD: No hay manera de que me carguen bien las fotos y salen raras. A la vuelta lo arreglo.</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-78149359174244363232009-08-05T09:52:00.001+02:002009-09-08T10:48:22.139+02:00Vuelve a casa, vuelve por Vanakkam<div align="justify">Son las nueve y media de mi tercer día en Karaikal y hace solo media hora que me he levantado, con un respetable dolor de cabeza, porque ayer algunas nos quedamos de charla hasta las tres de la mañana. He desayunado una <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Dosa">dosa</a> y una tortilla francesa y me dispongo a intentar compensaros, queridos lectores, por los dos días de abandono a los que los he sometido. Os ahorraré los detalles del viaje que, sinceramente, ha sido el más duro y más largo de los que me han traído hasta la India, pero sí os contaré que incluyó un avión estropeado y tres horas de retraso.<br /><br />Es curioso como cada vez que regreso a este país me invaden sensaciones completamente distintas. En el 2004 todo era nuevo, extraño y sorprendente: cada casa, cada cara, cada cartel de una película o cada cabra que lo roía tranquilamente apoyando sus pezuñas delanteras en la pared para alcanzarlo con más facilidad me resultaban fascinantes. En el 2007 regresé a todas esas casas, caras, carteles y cabras, sintiéndolos ya un poco más próximos y disfrutando de cómo se maravillaban mis compañeros de viaje. Pero ahora, cuando camino por las aldeas de Karaikal, o recorremos las calles en la furgoneta, dejando tras de nosotros una estela atronadora de música peliculera, me siento ya casi como en mi propia casa, como si volviera, después de los años, a un lugar donde hubiese vivido un tiempo cuando era una cría. Y es una sensación curiosa, pero agradable a la vez, porque además, tengo a mis niñas con sus caras de alegría, sus ojos abiertos como platos y sus bocas sonrientes (y carcajeantes) para recordarme constantemente lo increíble que es este país cuando aún no te has acostumbrado (aunque sea un poco) a él. Me reconozco en la intensidad con que lo vive todo Kitty, en la adoración de Tatiana por los niños, en las ganas de verlo y saberlo todo ya de María o en la pequeña frustración de todas ellas ante lo difícil que resulta a veces que las mujeres se animen a vencer la timidez y entrar en detalle sobre algunas cosas o a hacernos todas esas preguntas que leemos en sus ojos.<br /><br />****** ****** ****** ****** ******<br /><br />Eran las cuatro y media de la tarde del lunes cuando nos bajamos de nuestra inseparable furgoneta para empezar la primera visita al terreno después de pasar la mañana en la oficina, conociendo a las trabajadoras del proyecto. Tatiana estaba tan emocionada que la tuve que frenar en seco para que se quitase las sandalias antes de entrar en la sala donde los 40 pares de ojos de los niños de las clases de apoyo de la aldea de Vadakku Vanjore nos miraban entre curiosos y divertidos. De nada sirvieron mis ímprobos esfuerzos de coordinadora por mantener una mínima seriedad y algo de método en el encuentro: a los 5 minutos un grupo de canijos había rodeado ya a Tatiana, Alba y Kitty y algunos de los más aventurado se había subido a sus regazos; Sara, Alba y las Marías intentaban responder a las preguntas (en Tamil, por supuesto) de unas niñas algo más mayorcitas y yo, con Ania a mi vera, intentaba fingir una cierta normalidad y continuaba, estoicamente, entrevistando a los niños (que si los más pequeños, de solo cuatro años; que si los más mayores, de 15, que si unos con cara de espabilados...). Al final me rendí a la evidencia y dejé que el caos se expandiese libremente durante un buen rato, hasta que algunos niños empezaron a empujarse, momento en el que decidimos (o mejor dicho, decidí) que era hora de ahuecar el ala, por la integridad física de todo el mundo.<br /><br />Así que dejamos la aldea y pusimos rumbo al centro de Karaikal, para que las niñas se comprasen sus primeros churidares y para que yo descubriese que ir de compras cuando no piensas comprarte nada no es divertido ni siquiera en la India... y también lo mucho que echo de menos a Bobby, mi compinche de consumismo exacerbado. En su honor, y porque no me pude resistir, me compré unas telas para churidar (los churis se pueden comprar hechos o te venden los cortes de tela para que te los hagas) de seda azul tornasolado que son una maravilla de ver, pero que me costaron una pasta para lo que cuestan las cosas aquí. Al cabo de una hora y media, exhaustas, pero victoriosas, emprendimos el regreso a casa, cada una atesorando su renovado vestuario.<br /><br />En casa nos espera Shiva, el cocinero, que es un artista y que yo ya conozco de la primera edición del Vanakkam. Por cierto, que hablando de casa, no os he contado que este año estamos alojadas en una mansión: una enorme casa de dos plantas de estilo francés colonial, con una sala gigante de la que arrancan unas escaleras que llevan a las tres habitaciones, dos baños y dos terrazas del piso de arriba. Donde debería estar el techo de la sala principal (en la planta de abajo hay otra habitación más, la cocina y un baño) hay un gran espacio abierto al que te puedes asomar como a un balcón cuando estás en la segunda planta, muy al estilo de las corralas de comedias... o la mansión de Escarlata O'Hara. Como platos se nos pusieron los ojos cuando llegamos a Karaikal por primera vez y la vimos. Y como platos se les ponen los ojos a las trabajadoras de PDI, que viven en modestísimas casas en las aldeas, cada vez que vienen por allí a buscarnos para llevarnos a las reuniones.<br /><br /><br />****** ****** ****** ****** ******<br /><br /><br />El martes amaneció más caluroso aún que el lunes, lo cual no es poca cosa, porque hasta Ambal y Sagayaraj sudan la gota gorda, sin embargo, el agua de la ducha todavía estaba fría a las siete de la mañana cuando me desperté. Tristemente no sirve de gran cosa, porque el "esfuerzo" de secarme y vestirme de deja casi tan sudorosa como estaba antes de ponerme a remojo. Pese al madrugón, necesario para poder ducharse con agua a menos de 100 ºC, hasta las 11 no nos recogen para ir a la aldea de Keezhaouduthurai, donde nos reuniremos con las mujeres de un grupo de ahorro que solamente lleva 7 meses funcionando. El sol ya pega fuerte y, pese a la brisa que entra por las ventanas y la puerta, abierta de par en par, la habitación en la que nos apretamos más de 20 personas se calienta cada vez más, pero no es posible encontrarnos más temprano, porque las mujeres tienen que dejar la casa lista antes de nada (y se levantan a las cinco o a las seis para hacerlo). Nos cuentan como decidieron formar el grupo, como han pasado de ser meras vecinas a auténticas amigas y un auténtico apoyo las unas para las otras y nos invitan a leche de coco, mientras compartimos, nosotras también, un poquito de nuestras vidas. Lo poquito que se atreven a preguntar.<br /><br />Kitty frunce el ceño cuando, por la tarde, durante nuestra visita a un club de juventud en una minúscula aldea de 130 habitantes, los chicos no dejan hablar a la única chica que participa en la reunión, ni si quiera cuando se le pregunta específicamente su opinión: responden por ella. En este club solo hay tres chicas, porque a esa edad (todos mayores de 18), la mayoría de las de la aldea se han casado ya y se han marchado a vivir en casa de su familia política. Es el destino de muchas mujeres, pasar de ser propiedad de sus padres a serlo de sus maridos, siempre subestimadas y sin que nadie aprecie su trabajo. Tanto es así, que cuando les preguntamos a qué se dedican los chicos responden "soy camionero" o "soy cocinero" o "estudio informática", mientras que la chica "está en la casa". Eso sí, cuando les pedimos que nos describan un día normal, resulta que la chica que "no hace nada", que se dedica a "estar en casa" mientras le llega el momento de casarse (el año que viene, por lo que cuenta) se levanta a las 6 de la mañana, hace la casa, a las 11 va a cuidar el ganado, vuelve, prepara la comida, va a ordeñar y vuelve para preparar la cena. Vamos, tal cual "estar en casa".<br /><br />El día terminó estupendamente, con una visita rápida a la playa de Karaikal, donde está prohibido bañarse, pero no mojarse las piernas, donde soplaba una deliciosa brisa marina y donde nos pilló la noche. Después de cenar, los consabidos cigarritos y tertulia acabaron evolucionando hacia unas cuantas partidas de "asesino" sin cartas y más tertulia hasta que, a las 3 de la mañana, las últimas crápulas nos rendimos, como ya he comentado al empezar.<br /><br />Se me echa la hora encima y tengo que cortar. Os pido perdón por esta crónica tan apresurada y prometo enmendarme en el futuro. Besos para todos.<br /></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-16372693471115745782009-07-31T15:05:00.000+02:002009-07-31T15:11:36.381+02:00Vanakkam! 09<div style="text-align: justify;">Pues otro año más, me dispongo a salir hacia la India con el grupo del ciclo formativo Vanakkam. Me he saltado la crónica de Etiopía, que la tengo pendiente desde marzo, pero qué le vamos a hacer, algún día la colgaré.<br /><br />Llegaré a Karaikal el domingo por la tarde (salgo mañana a las seis y pico de la mañana), así que dudo mucho que pueda escribir nada hasta el lunes, pero no me abandonéis, por favor. Y ya sabéis que los comentarios a mis crónicas son más que bienvenidos.<br /><br />¡Ah! Y también podéis seguir la crónica colectiva en el <a href="http://www.implicadas.blogspot.com/">blog de Implicadas</a> (que, como siempre, será en gallego).</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-69848040342698238652009-03-25T18:58:00.028+01:002010-07-01T19:00:11.559+02:00Viaje exprés a Etiopía<div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Esta entrada (que subo con un año y pico de retraso) es una minicrónica que envié a unos amigos al regreso del viaje. Deja muchas, muchísimas cosas fuera, pero prefiero colgar esto que nada, visto que ha pasado tanto tiempo y no he escrito una crónica como dios manda. Para quienes no lo sepáis, este viaje, de apenas una semana, fue una visita relámpago para arreglar unos marrones administrativos con una de las contrapartes de Implicadas en Etiopía. Al final la cosa acabó bien, pero trabajo nos costó.</span><br /></div><div style="text-align: justify;"><br />He vuelto por fin de Etiopía. Ha sido una semana agotadora y muy intensa pero la buena noticia es que hemos logrado arreglar el problema... o casi. El sábado (un día antes de marcharnos, después de haber visitado el proyecto) tuvimos una reunión con la directora de la ONG (la tipa que nos causa los problemas), con el administrador y con un integrante de la junta directiva (según Martha, la directora, con solo 15 días de preaviso no le resultó posible conseguir que acudieran más...). Como íbamos con la intención de solucionar nuestro marrón actual, preferimos no enredarnos en discusiones sobre cagadas pasadas que Martha iba a negar, metiéndonos en un bucle de acusaciones mutuas sin fin, porque ella niega todo por sistema. Finalmente llegamos a una serie de acuerdos para solucionar el marrón actual y evitar "malentendidos" y "communication gaps" (términos que la tal Martha utiliza para denominar sus cagadas producidas por su total ineficiencia e ignorancia absoluta del campo en que trabaja). En resumen: ellos nos dieron una lista de las facturas por valor de 23.000 € euros (que, con otras por valor de 6.000 € que ya teníamos, cubrían el total del proyecto) y se comprometieron a entregarnos copias al día siguiente (domingo, día en que nos marchábamos) y nosotras nos comprometimos a, a partir de ahora, solicitar todo por escrito y sellado para que no haya "malentendidos" (como que no le permitan a Mohammed, empleado nuestro en Addis, acceder a la documentación del proyecto que nosotras pagamos y que según Martha es confidencial y no nos la pueden enseñar sin autorización firmada y con sello). Bien. El domingo nos entregaron las fotocopias de las facturas y la mitad no valían o no se correspondían con la lista o no eran facturas. Ayer y hoy ha estado Mohammed en la oficina escaneando facturas para mandarnos las que faltan. Finalmente lo vamos a solucionar todo, pero os cuento esto como botón de muestra para que veáis la eficacia con la que nos enfrentamos.<br /><br />Me faltan ánimos para contarlo todo en detalle ahora mismo, pero os merecéis que os informe con un mínimo de decencia, así que aquí va la mini crónica.<br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgb9gtAe_rJbf70VgOHVdNZ6gRSFxQNMQoRmfi9pJ-VqLqDQFDqaWqW0ebr4A51KKC32hi29aOiL16tImChK9GDDsSLQi3Xc8PRk3vuqIolfpEhUxPGCm2jrVWX4UvDUjUMZw_BZu1UJRc/s1600/DSCF2029.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgb9gtAe_rJbf70VgOHVdNZ6gRSFxQNMQoRmfi9pJ-VqLqDQFDqaWqW0ebr4A51KKC32hi29aOiL16tImChK9GDDsSLQi3Xc8PRk3vuqIolfpEhUxPGCm2jrVWX4UvDUjUMZw_BZu1UJRc/s400/DSCF2029.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488614173215451314" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Foto sacada en una zona céntrica de Addis Abeba.</span><br /></div><br />Después de un viaje de 30 horas gracias a una serie de escalas prolongadísimas (noche en casa de Rafa en Madrid, 6 horas en Frankfurt, pasando frío) llegamos a Addis Abeba el martes como a las 8 de la mañana. Ese día no fue muy productivo: descansamos, contratamos un todo terreno con conductor para el viaje que íbamos a emprender al día siguiente y poco más. Addis me pareció una ciudad muy fea: la pobreza es extrema, mucho mayor que en la India y el nivel de desarrollo del país es bajísimo. La mayoría de las casas están construidas principalmente con chapa ondulada de aluminio y la ciudad no parece tener un centro, ni siquiera da la sensación de ser una ciudad, sino una serie de grupos de casas que, por casualidad, están en la misma zona. No sé explicarlo bien, pero no me gustó.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXyJZTGvosp7tNxcE7W-IpTpuxU8fiC2XUp09KGXJ2OEvtgHGGtRdG09hiwHS5BS7CEQ2cJ72ewcQGNAnZ4VGVJZbwOiqYm8PyyYBgC1mcRKccSvJmGJ1bdJ_-VWW_5nE7cOvlD0GDDgA/s1600/DSCF2052.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXyJZTGvosp7tNxcE7W-IpTpuxU8fiC2XUp09KGXJ2OEvtgHGGtRdG09hiwHS5BS7CEQ2cJ72ewcQGNAnZ4VGVJZbwOiqYm8PyyYBgC1mcRKccSvJmGJ1bdJ_-VWW_5nE7cOvlD0GDDgA/s200/DSCF2052.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488617530122746978" border="0" /></a>El miércoles a las 5 de la mañana suena el despertador: a las cinco y media nos tiene que recoger el conductor para emprender un viaje de 13 horas hacia Mersa, un pueblo de montaña donde tenemos el proyecto. El conductor llega a las 6.30 y nosotros nos cagamos en la madre que lo parió. Por suerte, luego resultó ser un tío enrolladísimo y se lo perdonamos. Las 13 horas de viaje (490 km) transcurren por una "carretera" en obras con unos pedruscos y unos socavones por los que yo no <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUm9rWFHVEh2qdWepUQzKL5d0cce3r6_mpakMftK9e77ZGvRH_VqOuJAhiMc16SJC1Xq1RKN0zK_TalfWqtBAqZNrX9t3_RYV428yBbMh7YklM_Wqd4RUusFHbODBm2FLOrCgjoW9891s/s1600/DSCF2120.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUm9rWFHVEh2qdWepUQzKL5d0cce3r6_mpakMftK9e77ZGvRH_VqOuJAhiMc16SJC1Xq1RKN0zK_TalfWqtBAqZNrX9t3_RYV428yBbMh7YklM_Wqd4RUusFHbODBm2FLOrCgjoW9891s/s200/DSCF2120.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488618070044766546" border="0" /></a>metería mi coche (que ni es caro, ni es nuevo). Los etíopes (y nuestro conductor no es una excepción) son temerarios al volante. Ejemplo: adelantar a un camión de doble remolque en una curva de horquilla de una carretera de montaña, con un barranco de 500 metros sin quitamiedos ni nada que se le parezca. Me abstengo de hablaros de cosas como las condiciones higiénicas en todas partes, desde las letrinas-ducha hasta los "restaurantes"-puticlub en los que nos detuvimos a comer y a descansar durante el camino. No es que a mí me importe que la gente folle mientras yo como en la habitación de al lado, pero no puede una evitar pensar que en este tipo de sitios se pillan cosas muy malas y que las condiciones sanitarias y de higiene no son precisamente las mejores.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJVIFS1MVFovgUJdFW4jX3ds8Ouy4gsqkOCirf7QHFRQv6-VK5xK55uiUlcRi9ES2GGRlIoJaov3wYYyH2D3ENNtfz00uEE9ADV4u4ZHDhZbaKIpsJw-eqoI5Hl0B7Bx9LliyVvAJbqtQ/s1600/verde1.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJVIFS1MVFovgUJdFW4jX3ds8Ouy4gsqkOCirf7QHFRQv6-VK5xK55uiUlcRi9ES2GGRlIoJaov3wYYyH2D3ENNtfz00uEE9ADV4u4ZHDhZbaKIpsJw-eqoI5Hl0B7Bx9LliyVvAJbqtQ/s200/verde1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488621194770427794" border="0" /></a>Lo que sí os cuento es que el paisaje era tan precioso que acabé la batería de la cámara, aunque la mitad de las fotos las deseché, porque estaban movidas (no es fácil disparar desde un todoterreno dando botes). El rural etíope no es esa llanura agrietada de tierras abrasadas por el sol, sino mucho más alegre, lleno de pequeños pueblos y campos de cultivo (aunque ahora, en estación seca, estaba casi todo ya recogido). Las montañas son maravillosas, como torneadas por el agua y <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3ktxVT2TCkzKflV-en8iuDwgQBDK1nwub2N-RiTXzq3B4qeB45hYJ6TVt7hzhujMfY_0rZHWP0YP1uZQQcazPOxJBiyfyOjQPfJeOCNWBJQ09kXj1E6nHRU9ZcUw8Qg1Gk7jWCQUak8M/s1600/verde2.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3ktxVT2TCkzKflV-en8iuDwgQBDK1nwub2N-RiTXzq3B4qeB45hYJ6TVt7hzhujMfY_0rZHWP0YP1uZQQcazPOxJBiyfyOjQPfJeOCNWBJQ09kXj1E6nHRU9ZcUw8Qg1Gk7jWCQUak8M/s200/verde2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488621300425709394" border="0" /></a>cubiertas de matorral verde. Junto al camino pastan ovejas, cabras, vacas, burritos minúsculos, caballos y hasta camellos que, ya en la zona de montaña, ramonean las hojas de los árboles. Los cuidan niños y hombres, las mujeres y las niñas recogen agua y leña y caminan al borde de la carretera bajo inmensos haces que casi las ocultan en su totalidad.<span style="text-decoration: underline;"><br /><br /><br /></span><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEBltRW7UMvXIIxpkDXFc5TWKqFUswuz1QwrkbaoYkeGdnZKGcje13skAgcH9oGW06Cq4JUrFlgNUSAy9tSIB3HR_FOazCveIE01BT0N9UgzwG-jiNCNDZxcV2fcctqE82UGSGgfA7fsI/s1600/verde3.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEBltRW7UMvXIIxpkDXFc5TWKqFUswuz1QwrkbaoYkeGdnZKGcje13skAgcH9oGW06Cq4JUrFlgNUSAy9tSIB3HR_FOazCveIE01BT0N9UgzwG-jiNCNDZxcV2fcctqE82UGSGgfA7fsI/s200/verde3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488623056407859442" border="0" /></a><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicHMC7uEfjrBNlXht7nS3rNtsZ1iczU72SJJcEd3GtxBScvHecwwO7qiZjwaMzmLWR6wsHN5781MaebxQG1uvhYdUEBqnAmt47lrFxQfPMknFh0F9lAv9tIT7Od3SsvnMeBz_8PqT48JE/s1600/verde4.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicHMC7uEfjrBNlXht7nS3rNtsZ1iczU72SJJcEd3GtxBScvHecwwO7qiZjwaMzmLWR6wsHN5781MaebxQG1uvhYdUEBqnAmt47lrFxQfPMknFh0F9lAv9tIT7Od3SsvnMeBz_8PqT48JE/s200/verde4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488623170862307602" border="0" /></a><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><span style="font-size:85%;"><br /><br />Etiopía es verde, como queda demostrado.</span><br /><br />A poco menos de tres horas de Mersa atravesamos la ciudad de Dessie (o Desse), el lugar más horrible y caótico que he visto en mi vida, enclavado en un valle de una belleza deslumbrante. La carretera de puras piedras y polvo atraviesa el pueblo de parte a parte y ambos lados de ella se agolpan las casas de chapa. Donde una vez quizá hubo aceras hay ahora unas inmensas zanjas para instalar las canalizaciones en toda la ciudad a la vez, por lo que no hay un rincón en el que no atruene el ruido de las palas, excavadoras, martillos neumáticos, camiones, etc. y el polvo no lo cubra todo. A este caos hay que añadir cientos de personas, coches viejísimos, todoterrenos importados, camionetas antediluvianas, carrilanas tiradas por caballitos, camellos, mulas, reatas de burros, autobuses y qué se yo que se cruzan y entrecruzan en total entropía uniendo sus gritos y sus bocinazos al estruendo de la obra. El paraíso, vaya.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Un vídeo ilustrativo del momento "Dessie en obras". Es un poco largo, pero bueno.<br /></span></div><br /><center><object width="480" height="385"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/icP3V2qyHKQ&hl=es_ES&fs=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/icP3V2qyHKQ&hl=es_ES&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="480" height="385"></embed></object></center><br /><br />Llegamos a Mersa ya anochecido y nos alojamos en el mejor "hotel" de la ciudad. Nuestro cuarto tiene una cama de matrimonio con unas sábanas de limpieza nada dudosa (es evidente que están sucias), pero no hay bichos y estamos hechas polvo. Cenamos los espaguetis más picantes de mi vida y caemos rendidas en cama.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-rldS2nklPO1kIQrb5Ah10mcEU92fbCc2vB7PhiMzIQ_WuX0k1yXAzndxb6FkLgLXV3hahDxQqrpCgX20DS51QMaE5ylK6FfwsQDsbpG7insZsdSXAqhDjcHoPqPhVMwWsZU870_qEaI/s1600/porche.jpg"><img style="float: right; margin: 0pt 0pt 10px 10px; cursor: pointer; width: 240px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-rldS2nklPO1kIQrb5Ah10mcEU92fbCc2vB7PhiMzIQ_WuX0k1yXAzndxb6FkLgLXV3hahDxQqrpCgX20DS51QMaE5ylK6FfwsQDsbpG7insZsdSXAqhDjcHoPqPhVMwWsZU870_qEaI/s320/porche.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488677826057006098" border="0" /></a>A las 7 nos sentamos a desayunar en una de las mesas del patio del hotel y el sol ya es de justicia. Es época de ayuno en el calendario copto, así que no hay mucho que elegir: podemos desayunar nada o nada, así que nos vamos a un garito cercano y llenamos el buche con un delicioso té especiado y una torta (cuyo nombre no recuerdo) sabrosa y esponjosa. De allí, de cabeza a la oficina a ducharnos y a reunirnos con el personal que trabaja en el terreno. Para nuestro alivio y pesar, nos presentan los impecables registros de actividades: los grupos de mujeres siguen ahorrando y formándose, los niños siguen recibiendo clases de apoyo, los programas de generación de ingresos van a toda marcha, al igual que los de sensibilización e incluso grupos de otras ONG han solicitado hacer programas de intercambio entre sus beneficiarias y las nuestras para aprender la metodología que tan bien está funcionando. Nos alegra saber que el dinero no se está tirando ni robando, pero nos parte el alma pensar que, por culpa de una mala persona estas mujeres se van a quedar sin apoyo el año que viene.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKDeLMEU0VPsavCOni8ctW9l9zFu0sz3sNyGSD1GtsQRO-UYF9pbID-tjGZhxNIQhVjMt2bWt0AABOltUhyg7uXRKJhU7IOvQcxTxlQPuv3nPEgmRC-CiT_Poydgy7vlftS2FGpVP5_DQ/s1600/cole.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKDeLMEU0VPsavCOni8ctW9l9zFu0sz3sNyGSD1GtsQRO-UYF9pbID-tjGZhxNIQhVjMt2bWt0AABOltUhyg7uXRKJhU7IOvQcxTxlQPuv3nPEgmRC-CiT_Poydgy7vlftS2FGpVP5_DQ/s400/cole.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488678540153194002" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">La escuela pública de Mersa.</span><br /></div><br />Nos dirigimos a la escuela pública de Mersa para hablar con las niñas y niños de las clases de apoyo, que (en un aula sucia, vieja y mal equipada) nos cuentan lo mucho que han mejorado en el colegio, lo que quieren ser de mayores, por qué se apuntaron a las clases de refuerzo, qué es lo que más les gusta de ellas. Tienen los ojos negros, grandes y despiertos y yo me los quiero llevar a mi casa a todos.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWxO_bbnbJuKhsCIe7tgQ1Gu9ZLXtihjYLnhfm15DRs4qpuFhV75tQg-psmHsMfHT6AAS2WjmAMSKBHVnz9T3yPxocsvlM6ZbSkl8t-h0O7fW2sF-l1wxxOoPovRt0gfLVHFtfVDZ7_rQ/s1600/ojos.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWxO_bbnbJuKhsCIe7tgQ1Gu9ZLXtihjYLnhfm15DRs4qpuFhV75tQg-psmHsMfHT6AAS2WjmAMSKBHVnz9T3yPxocsvlM6ZbSkl8t-h0O7fW2sF-l1wxxOoPovRt0gfLVHFtfVDZ7_rQ/s200/ojos.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488681436614000482" border="0" /></a><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip2ZFnqeDThqQGrQKwWpmWD0j0xLHmJOeK7b1G5iV2-Fgg7f_ZsV1WzRB779rmdKlOvYMljgd_NHUB-Vo-MglpgOagaWvvnzpLd2elHd7TXWXo2LoKpNjJIKEPj2BcjqoQX_R8YXA-zQo/s1600/material.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip2ZFnqeDThqQGrQKwWpmWD0j0xLHmJOeK7b1G5iV2-Fgg7f_ZsV1WzRB779rmdKlOvYMljgd_NHUB-Vo-MglpgOagaWvvnzpLd2elHd7TXWXo2LoKpNjJIKEPj2BcjqoQX_R8YXA-zQo/s200/material.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488681548566398258" border="0" /></a><br /><br /><br /><br /><br /><br /><span style="font-size:85%;"><br /><br /><br />Foto 1: Me las llevo a casa. Foto 2: Aula sucia, vieja y mal equipada.</span><br /><br />Pausa para comer una cosa llamada <span style="font-style: italic;">tagabino</span>: <span style="font-style: italic;">injera </span>(la torta base de la alimentación etíope) con un puré especiado de color naranja, hecho con <span style="font-style: italic;">shiro</span> (lentejas) que a mí me parece delicioso.<br /><br />Nos reunimos con las mujeres de un grupo de ahorro, que nos invita amablemente a café (que yo rechazo, porque lo detesto) y nos cuenta como decidieron formar el grupo al ver lo bien que les iba a sus vecinas y que están participando en el programa de intercambio de experiencias que he mencionado antes. Son más tímidas que las indias, pero no menos determinadas.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjN1osNBZHdzbHlVASIaFfYOl6cNyE5eSyR0OYOsfZmphBrgRBoB0k8P6KYXlO4EABJBgiU-zF-MdAFfibqjehvaL6Dqnqnj-sECAcD_n-dH8jkc3y6XDWezOA7RwFAU0tYDNOyYPWPg1Q/s1600/grupo.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjN1osNBZHdzbHlVASIaFfYOl6cNyE5eSyR0OYOsfZmphBrgRBoB0k8P6KYXlO4EABJBgiU-zF-MdAFfibqjehvaL6Dqnqnj-sECAcD_n-dH8jkc3y6XDWezOA7RwFAU0tYDNOyYPWPg1Q/s400/grupo.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488683064509695170" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Reunión del grupo de ahorro y apoyo mutuo.</span><br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQCHrDjXVc3bK6YiiV7i3JcqKQOed3I-Z3psKPH6rIOZyiAXRooEVfOvDKkSB5wcI9t8Fxljp-zx5DHuA7p4Y931RO4ooCR7cjk9VncN01Rj6l8MkNzvpae1DWoeYIZlNGc3JbLMub1Kc/s1600/yesekebede.jpg"><img style="float: right; margin: 0pt 0pt 10px 10px; cursor: pointer; width: 150px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQCHrDjXVc3bK6YiiV7i3JcqKQOed3I-Z3psKPH6rIOZyiAXRooEVfOvDKkSB5wcI9t8Fxljp-zx5DHuA7p4Y931RO4ooCR7cjk9VncN01Rj6l8MkNzvpae1DWoeYIZlNGc3JbLMub1Kc/s200/yesekebede.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488684711188596594" border="0" /></a>Después, vamos a la oficina a reunirnos con representantes de la federación de grupos y, por último, bajamos al mercado donde las mujeres del grupo Brufesta ha negociado con las autoridades para que les cediesen un terreno y levantar un edificio (bueno, edificio es una palabra un poco grande para lo que han montado) donde cada una ha abierto un negocio. Nos recibe Yesekebede, una mujer decidida y encantadora que ya hace dos años pidió un crédito al grupo y consiguió la concesión del comedor de la escuela pública. Ahora tiene su puesto de delicioso té junto al mercado y nos invita mientras nos cuenta cómo ha cambiado su vida y ella misma, lo fuerte que se siente y cómo ya no le tiene miedo a nada "gracias a nosotras". María y yo nos miramos, retroalimentándonos el nudo en la garganta y, con los ojos húmedos le decimos (a través de Mohammed, porque no hablamos amárico, claro) que es gracias a ellas mismas.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib0tccInZ6UMge826loriYiTKIxRJAJmw2P5kv_L8z_ToLZiWqtJMjYzLoZU8sk7aZypuruwO4dJ0EAFX8pHus85_sQEYgfK9CoeM5y-zZenTA6ucu6-SICVqJXbNM_pZ8Q3N0HUpXuA8/s1600/shopping.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 229px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib0tccInZ6UMge826loriYiTKIxRJAJmw2P5kv_L8z_ToLZiWqtJMjYzLoZU8sk7aZypuruwO4dJ0EAFX8pHus85_sQEYgfK9CoeM5y-zZenTA6ucu6-SICVqJXbNM_pZ8Q3N0HUpXuA8/s400/shopping.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488684961790778114" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Cada negocio, un color. Cada color, una mujer.</span><br /></div><br />Empieza a caer la tarde y tenemos dos horas largas hasta Dessie, donde vamos a pasar la noche, así que es hora de marchar. En la oficina nos despedimos del personal y tiramos millas. En Dessie nos alojamos en el mejor hotel-restaurante de la ciudad que, por suerte, tiene generador, ya que hay apagón. La habitación, con un suelo de madera ciertamente ondulada, es amplia y las sábanas parecen algo menos sucias, pero al apagar la luz nuestros sueños se ven amenizados por el correteo de las ratas sobre nuestras cabezas.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWni23345Wc1KeLF-JY_Tt-jlEQEWq6Md70Qy-XkQYlJcpQ46n62naVrie1LLuUh1UWdiFdqGnjb8QJEvZUpo6gF1OXYQabz9NVEhlkjdHOlayfylO3ojg4qeXD1D9P1a_ZUTxdSCuCDE/s1600/leira.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 192px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWni23345Wc1KeLF-JY_Tt-jlEQEWq6Md70Qy-XkQYlJcpQ46n62naVrie1LLuUh1UWdiFdqGnjb8QJEvZUpo6gF1OXYQabz9NVEhlkjdHOlayfylO3ojg4qeXD1D9P1a_ZUTxdSCuCDE/s400/leira.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488685501520400194" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Paisaje etíope: gente trabajando el campo.<br /><br /></span><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOTRlr3Cbe_OEHjrgPWTU2Fr2gnxbqExpozwAhL05ZTJEB_pI9ao4QAUYeUpp2gLyhBkgIuRN7JZNpO1_bBb-YjktlMKUXOJ42Ygh_AHUavs8T3rSJh0G8CmlTfNpuaAoHLa2Pmmu_q38/s1600/montes.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 253px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOTRlr3Cbe_OEHjrgPWTU2Fr2gnxbqExpozwAhL05ZTJEB_pI9ao4QAUYeUpp2gLyhBkgIuRN7JZNpO1_bBb-YjktlMKUXOJ42Ygh_AHUavs8T3rSJh0G8CmlTfNpuaAoHLa2Pmmu_q38/s400/montes.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488686243430539970" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Paisaje etíope: preciosas montañas torneadas.</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ8SbwSAuOhvKTRO-zuzRy695ofYDnosIbMZuikHjK7FTFhRMotZUWWmwb9ko8Zr51kcga5oN_auaA8MS5W4l6vc9Snpmk14Jh81w4AQ5DCXTplPIxBNK1TQIaGC9HM_PiF3yRL_EsAH4/s1600/pueblo.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 154px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ8SbwSAuOhvKTRO-zuzRy695ofYDnosIbMZuikHjK7FTFhRMotZUWWmwb9ko8Zr51kcga5oN_auaA8MS5W4l6vc9Snpmk14Jh81w4AQ5DCXTplPIxBNK1TQIaGC9HM_PiF3yRL_EsAH4/s400/pueblo.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5488686665501700674" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Paisaje etíope: un pueblo.</span><br /></div><br />A las 5.30 del viernes nos despierta alguien llamando a la puerta: por un malentendido el conductor ha venido a recogernos ahora y no a las 7.30 como habíamos acordado. Maldecimos su estampa, lo mandamos a echar la siesta con Mohammed e intentamos, sin éxito, seguir durmiendo. Sin ducharnos ni nada, emprendemos el regreso. Desgraciadamente, me siento en el lado del coche en el que pega el sol y mi brazo derecho llega a Addis con todo el aspecto de un corte helado de fresa y nata. Gajes del oficio. No me extenderé más en la descripción del paisaje porque, sorprendentemente, es el mismo que a la ida. Único incidente destacable: atropello de una cabra que milagrosamente no muere.<br /><br /><center><object width="480" height="385"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/kbjrXD_xoMg&hl=es_ES&fs=1&"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/kbjrXD_xoMg&hl=es_ES&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="480" height="385"></embed></object></center><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Otro incidente, también destacable</span>.<br /></div><br />Al llegar a Addis nos concedemos el lujo de ir a cenar a un buen restaurante donde pruebo el delicioso quanta fer fer (no estoy segura de que se escriba así), atendida por hermosas mujeres que me ofrecen agua tibia y toallitas limpias para lavarme las manos y sentada bajo las estrellas, que en Addis se ven a la perfección... o casi.<br /><br />El sábado ya sabéis cómo transcurrió, así que os lo ahorro. Solo añadir que quedamos para cenar con las responsables de la otra contraparte que tenemos en Etiopía: unas mujeres encantadoras y eficaces que nos llevaron a un "restaurante cultural" donde asistimos a un espectáculo de cantos y danzas tradicionales. Lo pasé muy bien, salvo por el horrible momento en que, sin saber cómo, me vi arrastrada al escenario y obligada a intentar seguir los pasos que me marcaba un bailarín. Mis amigos dijeron que lo había hecho muy bien, pero es que son mis amigos. Es probable que no vuelva jamás a Etiopía solo para evitar que vuelva a ocurrirme.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">No hay pruebas gráficas de mi humillación (por suerte), pero el baile era este, más o menos.<br /><br /><center><object width="480" height="385"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/mmEM5OWSvHM&hl=es_ES&fs=1&"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/mmEM5OWSvHM&hl=es_ES&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="480" height="385"></embed></object></center><br /></span></div><br />El domingo nos levantamos tarde, nos dimos una vuelta por un mercadillo de artesanía donde me compré dos cafeteras tradicionales de cerámica (un euro cada una) y un vestido típico de algodón bordado a mano al que espero sacar gran partido este verano (15 euros). Comida en el mismo restaurante de las "princesas abisinias", como despedida. Tomamos un té y recogemos las facturas, que procedemos a revisar con el consecuente cabreo que ya conocéis. Volvemos a casa y nos ponemos a currar: María en el informe y yo en los documentos para la chunga de la Martha. A las 9 un <a href="http://farm4.static.flickr.com/3159/2551091479_d47064ce5f.jpg?v=0">taxi </a>nos recoge y nos lleva al aeropuerto. Ha sido intenso y estresante en algunos momentos, pero me llevo buen recuerdo del país, pese a las dos cosas que más duras se me han hecho: las terribles condiciones de higiene y, sobre todo, la expectación que despertamos los farangi (personas de raza blanca) entre la población local, que llega a ser molesta e incluso angustiosa cuanto te rodean 15 desconocidos que te dicen cosas en una lengua que no entiendes y se van acercando cada vez más a ti, acorralándote contra el coche.<br /><br />He escrito esto como me ha salido, del tirón. No tengo ánimos para releerlo. Espero que no me tengáis en cuenta lo que haya podido escribir mal. Se admiten preguntas.<br /></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-89617071160849138352008-12-17T18:49:00.000+01:002009-07-30T12:04:24.627+02:00Luna de miel felinaAlgo tarde, cuelgo un video que grabé en Tanzania, en el Serengeti. Fue uno de los momentos más especiales de mi vida:<br /><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/WcerGPVyuFQ&hl=es&fs=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/WcerGPVyuFQ&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" height="344" width="425"></embed></object>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-18380353728158578492008-08-25T12:13:00.000+02:002009-07-30T12:28:58.036+02:00El síndrome de Stendhal<div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;" class="postext"><b>Hotel Karamba, Zanzíbar</b><br /><br />Bueno, he descuidado un poco el diario, pero aquí estoy de vuelta con muchas cosas que contar, porque hoy hemos estado en el paraíso. Pero vayamos por partes...<br /><br />Al día siguiente de llegar, nos pegamos el madrugón y a las seis de la mañana estábamos en recepción para unirnos a Irina y Susana (dos chicas de madrid) y Marco (un chico italiano que viaja solo por todo el mundo, el tío), subirnos a un barco y dirigirnos a la Bahía de Menai, un área de conservación donde, con un poco de suerte se puede nadar o bucear con delfines. Bueno, nosotros no la tuvimos. La verdad es que fue un poco de bajón, porque nadar con delfines es uno de los sueños de mi vida, pero casi desde el principio ya me di cuenta de que no lo íbamos a conseguir. Kizimkazi, el pueblo donde estamos alojados, es el punto de partida de las embarcaciones que llevan a los turistas a Menai, pero como tienen que desplazarse desde otras zonas de la isla, no llegan hasta media mañana, por lo que cuando llegamos a la zona de avistamiento, “sólo” había 2 barcos más (luego llegó otro). En resumidas cuentas, que había pocos delfines y las embarcaciones los perseguían como locas, así que los pobres lo único que hacían era huir asustados. Me sentí mal por ellos y perdí toda la ilusión por nadar con ellos. Yo siempre me había imaginado nadar con un delfín como un momento tranquilo, en el que un animal tan inteligente y social sentía interés y curiosidad por mí y se acercaba libremente a ver de qué voy, nada que ver con aquello. Menos mal que nuestro capitán y nuestro guía se dieron cuenta de que no nos estaba gustando la persecución y nos ofrecieron, como alternativa, llevarnos a bucear a un arrecife que hay frente al hotel. ¡Eso sí que fue una maravilla! Era como estar en un documental de Cousteu... Pero me explayaré más dentro de un momento.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWYbfZncyjhYs52HCQmejEqJArDs4RuOie1ZIHC3LzeL1yUtNtVhVY42jz5SgMXZ0YLxv4cGpq5Hm7vYNAdZ6mPXMqWKDgmagt6bU1xcyGzQGfOiq7c0vPSjtQZAcd_cRFFJ_XwzQczPU/s1600-h/st1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWYbfZncyjhYs52HCQmejEqJArDs4RuOie1ZIHC3LzeL1yUtNtVhVY42jz5SgMXZ0YLxv4cGpq5Hm7vYNAdZ6mPXMqWKDgmagt6bU1xcyGzQGfOiq7c0vPSjtQZAcd_cRFFJ_XwzQczPU/s400/st1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364195760686120994" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">En la segunda planta de la Casa de las Maravillas, antiguo palacio de los sultanes, con los Jardines de Forodhani al fondo, que por desgracia estaban en obras.<br /></span></div><br />Ayer, domingo, pasamos casi todo el día en Stone Town. Error. No niego que tiene un cierto encanto (pese a que está hecha polvo) y mucho interés arquitectónico, sobre todo con sus famosas puertas, pero es una trampa para turistas. Nuestro paseo por las callejuelas de la medina perdió todo su encanto (y acabó con mi paciencia) porque a cada paso había alguien tratando de venderte algo. Por ejemplo, había un montón de tiendecitas en las que me hubiera gustado entrar, pero siempre había un par de fulanos en la puerta que en cuento te acercabas ya te decían: “entra, entra, que entrar es gratis”. Yo será una tía peculiar, pero esas palabras producen en mí el efecto contrario. No os digo el efecto que producen en Moncho :-D<br /><br />En fin, que pasamos calor (creo que fue el día de más calor) y nos llegamos a agobiar un poco, pero al menos hicimos las últimas compras que nos faltaban ;-)<br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjue_relsIQa_jizaMRvV9l-uzPJ4LWldWyJaNsybGF0OSQy_UaAFb6OK6AWGRob7J_PnFdYtpl9Tgk6pDmLwdVQrBk4_8plshlyd17Lpq6F6qF0gE3WiCqEnnQNfQDM_E-2jjldKg3sGM/s1600-h/st2.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjue_relsIQa_jizaMRvV9l-uzPJ4LWldWyJaNsybGF0OSQy_UaAFb6OK6AWGRob7J_PnFdYtpl9Tgk6pDmLwdVQrBk4_8plshlyd17Lpq6F6qF0gE3WiCqEnnQNfQDM_E-2jjldKg3sGM/s400/st2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364196028066281250" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Así de preciosas quedan las casas de Stone Town cuando están restauradas.</span><br /></div><br />Y ahora vamos con lo que importa: la excursión de hoy. Salimos por la mañana en un dhow, los veleros típicos de Zanzíbar, famosos en el Índico porque se utilizaban en el comercio de especias y esclavos.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCPkR9zpSbe9qxv4TeITr31WZiD1UU5k14x9RnwzrFXCsLmkj82lrkauI4Igxjnf60ZaWxyeGKx2TW9TwqW9tZNu9UrhNmMYX68sUJ5Y-P83SUybdvlk8KSU6svWSIxWF4ETUWujVb7Ow/s1600-h/znzdhow.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCPkR9zpSbe9qxv4TeITr31WZiD1UU5k14x9RnwzrFXCsLmkj82lrkauI4Igxjnf60ZaWxyeGKx2TW9TwqW9tZNu9UrhNmMYX68sUJ5Y-P83SUybdvlk8KSU6svWSIxWF4ETUWujVb7Ow/s400/znzdhow.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364196391673843538" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Otro dhow con el que nos cruzamos en nuestra travesía.</span><br /></div><br />Nuestro destino: un banco de arena a algo más de una hora de travesía del hotel, donde comeremos una parrillada de marisco después de bucear (a pulmón) en el arrecife de coral. Como ya parece una costumbre en Zanzíbar, salimos con el cielo encapotado y gris, del mismo color que el mar, pero poco a poco irá saliendo el sol. La verdad es que la cosa nos vino de perlas, porque el sol zurra duro (estamos a 6º sur del Ecuador) y a la vuelta lo pagó nuestra espalda, pese a la protección 50 de farmacia... De camino al banco de arena nos paramos en un manglar, donde podemos ver una colonia de colobos rojos (una especie endémica de Zanzíbar y en grave peligro de extinción) saltando de rama en rama, aunque por desgracia no logré sacarles ninguna foto porque se mueven con una agilidad y una rapidez asombrosa.<br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3D50yWDp37MgrzotrHwosBCny99WTgfP5GPdbwXciqjK6oBcYNYtM__zLL0IiEGKuJ76xDJJTYY_K8_Bk3j1qvf9BpNBlcAUw6yFvduFl6kHX5-q1ktc452srcgR7ItglPMx9_x7ivxo/s1600-h/znzmanglar.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3D50yWDp37MgrzotrHwosBCny99WTgfP5GPdbwXciqjK6oBcYNYtM__zLL0IiEGKuJ76xDJJTYY_K8_Bk3j1qvf9BpNBlcAUw6yFvduFl6kHX5-q1ktc452srcgR7ItglPMx9_x7ivxo/s400/znzmanglar.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364196637030935538" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Manglar lleno de colobos que no se pueden ver en la foto.</span><br /></div><br />La belleza del agua de una transparencia y unos colores indescriptibles en la zona del arrecife, el contraste con la blancura de la arena del banco y del verde de la espesura que puebla los islotes rocosos te produce una euforia total, una sensación de bienestar y felicidad como pocos momentos de la vida. Esto queda demostrado por los gritos de alegría que pegaba Irina (que se nos unió en el último momento) cuando se lanzó al agua :D<br /><br />Dejamos a uno de nuestros (dos) guías en el banco de arena en compañía de las aves marinas, sus únicos habitantes, para que fuese preparando la comida y montando un toldo bajo el que dar cuenta de ella y nos alejamos en el dhow, apenas 200 m para explorar el arrecife. La primera que salta del barco soy yo y cuando “amerizo” casi sufro un ataque de síndrome de Sthendal: me rodea un banco de cientos de pececillos violeta fosforescente, a mis pies hay un enorme pólipo morado del tamaño de una butaca y la vida bulle por todas partes en forma, de peces de todos los colores, tamaños y formas, persiguiéndose, alimentándose de las algas y el coral: peces loro, peces ángel, peces cirujano... Hemos visto almejas gigantes; corales duros y blandos de todos los colores; una estación de limpieza donde minúsculos pececillos limpian de parásitos a otros peces grandes que, en cualquier otro lugar se los comerían; peces payaso moviéndose libremente en su anémona, que ni se molestan en alejarse de ti entre la seguridad de los tentáculos urticantes; enormes pólipos, estrellas y pepinos de mar de colores intensos, ofiuras y toda una serie de animales que no conozco ni sé como se llaman. No os imagináis lo que lamenté haberle hecho caso a Moncho y no haber comprado una cámara sumergible de usar y tirar :’-(<br /><br />Os dejo con unas fotos del banco de coral.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><script type="text/javascript">if(window.paintAddIcons){paintAddIcons('http://blogs.ya.com/misviajes/c_54.htm', 'El síndrome de Stendhal', '', 'El síndrome de Stendhal', 'http://blogs.ya.com/misviajes/rss20.xml');}</script><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDKM_YPCgoDpeMNl8VFIcutlxLZg-Bx1r7iyY29LHW7YPQW-LE0wTG9CIY6hqdx3QLVQoGq5SUiv-BU1xMny0uqRVKRBzDV52xYZ1lyl9BM9sbumSNdP9YuGUyvVGs82qYkWYVtaIbb2w/s1600-h/znzbanco1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 297px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDKM_YPCgoDpeMNl8VFIcutlxLZg-Bx1r7iyY29LHW7YPQW-LE0wTG9CIY6hqdx3QLVQoGq5SUiv-BU1xMny0uqRVKRBzDV52xYZ1lyl9BM9sbumSNdP9YuGUyvVGs82qYkWYVtaIbb2w/s400/znzbanco1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364197367411014786" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDVrcuAzEP6vnUHfcgC4wDGJwPes4ypM-mAHfVqt8dJtshDlFODFSHD4LDKhUmr1y7lv7KWi1Dz1pK1xyrg_fPOUAu9nlRzaKn91_CjA8g7dCvBKGt-YrrSIlzzFtGpXZlXCmg3d3FSjA/s1600-h/znzbanco2.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDVrcuAzEP6vnUHfcgC4wDGJwPes4ypM-mAHfVqt8dJtshDlFODFSHD4LDKhUmr1y7lv7KWi1Dz1pK1xyrg_fPOUAu9nlRzaKn91_CjA8g7dCvBKGt-YrrSIlzzFtGpXZlXCmg3d3FSjA/s400/znzbanco2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364197682709185202" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqtdo6pHspIjwerRrJvzMMFqPx5QRUiXGmvJOX2_4jfYQzr0ZnaDJgJVgwzbGpaS_SdmK3seZIe5hOIzo2CtuhO2qrkLly3PsYTWz2lQK5SlBWabNx4LivMmbT_NVMzZ0P35hq7rd6bbw/s1600-h/znzbanco3.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 295px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqtdo6pHspIjwerRrJvzMMFqPx5QRUiXGmvJOX2_4jfYQzr0ZnaDJgJVgwzbGpaS_SdmK3seZIe5hOIzo2CtuhO2qrkLly3PsYTWz2lQK5SlBWabNx4LivMmbT_NVMzZ0P35hq7rd6bbw/s400/znzbanco3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364198064463664866" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUjgjzxjnXLdRiUbP-aoJYrmBNQijnZAsTazFpz2HPyZOI5jlPaMxlz5EjoDMVTP27q3x37kxbv7Y44C9HaUm3t40wYU58x4s7cC6MSMFw8epyUWShtcDtiGnezg52HYZH14IubNeybmY/s1600-h/znzbanco4.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUjgjzxjnXLdRiUbP-aoJYrmBNQijnZAsTazFpz2HPyZOI5jlPaMxlz5EjoDMVTP27q3x37kxbv7Y44C9HaUm3t40wYU58x4s7cC6MSMFw8epyUWShtcDtiGnezg52HYZH14IubNeybmY/s400/znzbanco4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364198237606112434" border="0" /></a><br /></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-39239771650533612572008-08-22T12:10:00.000+02:002009-07-30T12:13:30.243+02:00La isla del paraíso<div class="postext"><b>Hotel Karamba, Zanzibar</b><br /><br /><div style="text-align: justify;">El avión comienza a descender y a mí me parece que el asiento está lleno de pinchos, porque me resulta imposible mantener el culo pegado a él, a la vista de las maravillas que se vislumbran por la ventana. Los juegos de azules imposibles, los manglares, los bancos de arena, las islitas cubiertas de espesura hasta el último metro cuadrado... Nos aproximamos a Zanzíbar y, pese a que Moshi nos despidió con una triste llovizna, luce un sol esplendoroso.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/znzavion.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Islote inmortalizado por Moncho desde la ventanilla del avión de Precision Air.<br /></span></div><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: justify;">El aeropuerto es pequeño, minúsculo. Hasta el punto que no hay cinta transportadora para las maletas, sino un par de fulanitos que las van colocando sobre un mostrador :-D Las nuestras, como no, salen las últimas, pero salen, que es lo que importa, así que prueba superada.<br /><br />El archipiélago de Zanzíbar (que incluye las islas de Zanzíbar –Unguja en suahili– y Pemba) tiene unos 2.000.000 de habitantes y eso se nota ya desde el aire, al contemplar el mar de chabolas de techo de planchas metálicas que se arraciman alrededor de la capital de la isla. Sin embargo, a medida que avanzamos hacia el sur en la furgo de la agencia que nos ha venido a recoger el número de viviendas y personas al borde de la carretera comienza a decrecer y a pocos kilómetros de Kizimkazi (donde se encuentra nuestro hotel) ya no se ve nada más que vegetación. El trayecto de poco más de una hora que va de la ciudad de Zanzíbar a Kizimkazi te transporta, en realidad, a otro mundo: dejas atrás el bullicio de gente y gente, el ruido de los coches destartalados, el olor de los basureros que bordean la carretera y llegas a un pueblecito de pescadores al borde de una playa pequeña, de arena blanca, con los barquitos de los pescadores… y nada más. No hay chiringuitos, no hay discotecas, no hay bares. Sólo las cabañitas de techo de paja de los dos únicos hoteles del lugar.<br /></div><br />El nuestro se llama Karamba, porque lo montaron Gemma, una chica de Sabadell que lleva 10 años en África y la conoce de cabo a rabo, y su marido Paul, un ugandés guapísimo y encantador, experto cocinero y conocedor del yoga y el ayurveda (no os perdáis sus masajes). El Karamba no es un lugar para turistas, es para viajeros. El que espere súper lujo, productos de baño importados en el aseo, piscina con bar, aire acondicionado, animación nocturna y camareros con corbata es mejor que elija entre los muchos hoteles de ese estilo que encontrará en otros lugares de la isla. En Kizimkazi y en el Karamba lo que hay es tranquilidad, buen rollo y un ambiente muy especial. No me interpretéis mal: no es un hotel de lujo, pero no le falta de nada y cada detalle está hecho con todo el cariño y todo el cuidado. Los camareros no llevan corbata, sino vaqueros y camiseta, pero son los más amables, sonrientes y eficaces que nos encontramos en Tanzania (país donde el personal de hostelería no se caracteriza por darse mucha vidilla en atender, precisamente). Nada más llegar, mágicamente la maleta que había en tu mano se transforma en un zumo de frutas recién hecho y mientras te sientas a disfrutarlo, uno de los chicos de recepción te explica todos los servicios que te ofrece el hotel, firmas el libro de registro y a tu cuarto.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/karamba1.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">El hotel desde el mar.<br /></span></div><br /><div style="text-align: justify;">Los bungalows están como a 4 m del mar, escondidos entre unos jardines tropicales preciosos, llenos de flores y de aromas, de manera que desde el mar, apenas se percibe que el hotel está allí, escondido entre la vegetación. Sin embargo, desde las tumbonas del jardín y desde los porches de los bungalows se ve el mar perfectamente y se puede disfrutar de las puestas de sol más preciosas que hayáis visto en vuestra vida.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/karamba6.jpg" alt="" border="0" height="500" width="375" /><br /><span style="font-size:85%;">Moncho, en una de las tumbonas del jardín al atardecer.</span><br /><br /><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/karamba5.jpg" alt="" border="0" height="500" width="375" /><br /><span style="font-size:85%;">Puesta de sol desde el porche de nuestro bungalow.</span><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/karamba4.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Foto sacada desde una de las tumbonas.<br /></span></div><br /><div style="text-align: justify;">Nuestra habitación se llama Ngalawa, como los catamaranes de los pescadores y es la de lujo. Sobre la cama con dosel de mosquitera (hecha de madera de cocotero, según nos informan) han esparcido pétalos de buganvilla y la brisa que se cuela por las ventanas trae el olor del mar, que se oye un poco alejado porque la marea está baja, dejando al descubierto las colonias de corales blandos del borde del arrecife que hay frente al hotel. El ventilador de techo (que no necesitamos encender nunca), las vigas de madera negra que contrastan con la blancura del techo, la decoración hecha con conchas, trozos de coral, madera rústica, lino, esparto y colores cálidos en las telas y las paredes; el baño, que combina a la perfección un aire rústico y moderno y la ducha “al aire libre” (más bien sin techo, porque paredes tiene) que te permite disfrutar del sol de día y de las estrellas de noche te hacen sentir al mismo tiempo como en casa y como en una película.<br /> sé que ya lo he dicho, pero en este hotel todo está hecho con amor y con mucho gusto. Las zonas comunes (bar, comedor, zona de juegos y televisión que nunca enciende nadie, por cierto) se distribuyen bajo una inmensa estructura de pilares madera sin paredes que soportan un altísimo tejado de paja. Las mesas, las sillas, las lámparas, hasta los manteles individuales... todo está hecho con materiales naturales y a mano conservando ese equilibrio entre naturaleza, encanto y comodidad. Es difícil describir la paz y el buen rollo que se siente disfrutando un delicioso pescado recién sacado del agua o un combinado de frutas mientras ves esto:<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/karamba2.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /><span style="font-size:85%;">Vistas de la playa al atardecer, con marea baja, desde el bar del hotel.</span><br /><br /><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/karamba3.jpg" alt="" border="0" height="500" width="375" /><br /><span style="font-size:85%;">Vistas desde nuestra mesa del comedor.</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Después de cenar hemos estado charlando un rato con Gemma, que nos ha ayudado a organizar todas las excursiones que haremos en los cuatro días que nos quedan. Mañana iremos hasta la bahía de Menay a ver si logramos nadar con delfines. No quiero emocionarme mucho, porque es posible que no lo consigamos. En fin, ya contaré.<br /></div></div><script type="text/javascript">if(window.paintAddIcons){paintAddIcons('http://blogs.ya.com/misviajes/c_53.htm', 'La isla del paraíso', '', 'La isla del paraíso', 'http://blogs.ya.com/misviajes/rss20.xml');}</script>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-35020076068237451232008-08-21T12:08:00.000+02:002009-07-30T12:09:54.170+02:00No pain, no glory<div style="text-align: justify;" class="postext"><b>Hotel Impala, Moshi</b><br />2.770 m, justo por encima del cinturón de selva que adorna la falda del Kilimanjaro. Subir me ha dejado exhausta, permanecer allí, helada y bajar, dolorida. Tengo 7 ampollas para demostrarlo. Nunca había subido tan alto, pero no lo repetiría. Ducha caliente, cena y a cama.<br /><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/kili1.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /><span style="font-size:85%;">Moncho simulando que a él no le cuesta subir ni nada.</span><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/kili2.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Colobos blancos y negros, muy abundantes en la zona boscosa del Kili.</span></div></div><div style="text-align: justify;"><script type="text/javascript">if(window.paintAddIcons){paintAddIcons('http://blogs.ya.com/misviajes/c_52.htm', 'No pain, no glory', '', 'No pain, no glory', 'http://blogs.ya.com/misviajes/rss20.xml');}</script></div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-18307226252323047932008-08-20T12:05:00.000+02:002012-07-08T02:09:49.986+02:00La tierra de los gigantes<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="postext" style="text-align: justify;">
<b>Hotel Impala, Moshi</b><br />
Hoy se ha terminado la parte de safari del viaje y los dos estamos un poco (bastante) tristes por tener que marcharnos de esta hermosa tierra.<br />
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<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/elefanteybaobab.jpg" width="500" /><br />
<span style="font-size: 85%;">Tarangire, el elefante y el baobab.</span></div>
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Nuestro último parque, Tarangire, la tierra del elefante y el baobab, me ha enamorado con su encanto. La guía Lonely Planet de Tanzania (que, por cierto, se lo hemos regalado a Max) dice que Tarangire es un bonito parque normalmente olvidado en los circuitos del norte, pero que merece más atención y, en mi opinión todo es completamente cierto. Aunque se agradece una enormidad poder contemplar una manada de 30 elefantes desmochando acacias plácidamente mientras los bebés maman y juegan a pelearse, sin tener que compartir el momento con nadie más.<br />
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<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/tarangire1.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Grupo pequeño de elefantes. El más grande que vimos era de casi 40 (aunque alcanzan los 300 ejemplares) e incluía una cría tan pequeñita que apenas sobresalía entre la hierba.</span></div>
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El mejor momento para visitar Tarangire es la estación seca, cuando los elefantes y los rebaños de antílopes, gacelas y cebras acuden a disfrutar del agua que ofrecen el río y las numerosas charcas que conserva el parque. En el Serengeti, los herbívoros sincronizan sus partos en apenas una semana a finales de la estación lluviosa corta (a principios de febrero), cuando hay pasto verde para todos (y como estrategia de superviviencia, ya que los depredadores son literalmente incapaces de comerse tanta cría. Pero en Tarangire abunda el agua y, para mi deleite, la época de cría es más flexible. Así que gracias a eso hemos podido ver bebés impala de enormes ojos asustadizos y cebritas de aspecto algodonoso y patas largas y pequeños ñus mamando en medio de los grandes rebaños.<br />
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<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/tarangire2.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Ya sé que estaba hablando de bebés, pero os pongo una manada de ñus, porque no había puesto ninguna aún.</span></div>
<br />
Pero como decía, Tarangire es la tierra del baobab y el elefante. No es fácil describir la presencia imponente de estos árboles milenarios (alcanzan los 3.000 años) que levantan sus ramas, desnudas en la estación seca, por encima de cualquier otra cosa en la sabana. Ellos han visto a los masai cazar y pastorear desde mucho antes de que el primer blanco pusiese el pie en esas tierras, han asistido a las guerras tribales y coloniales, han servido de guarida a los cazadores furtivos con sus troncos huecos y han sobrevivido al voraz apetito de los elefantes. Porque en Tarangire sólo se ven baobabs gigantes (todos ellos con la corteza arrancada a trompa y colmillo hasta una altura respetable): los pequeños mueren a manos de los elefantes antes de poder alcanzar la edad en que la fuerza del más grande de los animales terrestres es derrotada por la robustez del más grande de los árboles, los seres casi inmortales. Como dios, que según cuenta la leyenda africana, se enfadó tanto un día con el baobab que lo expulsó del cielo, arrojándolo a la tierra con tanta fuerza que el árbol cayó patas arriba y por eso sus ramas parecen raíces.<br />
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<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;"><img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/tarangire3.jpg" width="500" /><br />Enorme baobab (sólo hay que compararlo con el que tiene al lado, que no era manco) desgajado por su propio peso.</span></div>
<br />
¿Qué más decir de Tarangire? Que está lleno de aves. Toda Tanzania lo está, pero su densidad aquí es abrumadora. Inseparables, loros, perdices, codornices, pintadas de varias clases, secretarios, buitres y rapaces (diurnas y nocturnas) de numerosas especies, calaos grandes y pequeños, zancudas y pajarillos desconocidos para nosotros, avestruces, turacos y tórtolas y palomas para todos los gustos. Y así hasta 550 especies.<br />
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<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="500" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/tarangire4.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
Ya sé que estaba hablando de pájaros, pero no tengo fotos de ninguno, así que os pongo unas cebras bebiendo en el río Tarangire.</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
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</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-59739526081907807162008-08-19T12:04:00.000+02:002012-07-08T02:06:27.887+02:00El cráter de la vida<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="postext" style="text-align: justify;">
<b>Campamento Simba, Cráter de Ngorongoro</b><br />
Del cráter de Ngorongoro se sale por una pista de tierra empinada y tortuosa, una senda de elefantes ensanchada por los humanos, por la que los 4x4 trepan penosamente y dando tumbos. Pero si venís a Ngorongoro, no os dejéis amedrentar por los botes y los brincos y haced el camino de regreso asomados al techo del coche, porque es en ese momento cuando descubriréis la auténtica grandeza y hermosura del volcán derrumbado, rodeados de la increíble exhuberancia de la jungla que recubre sus laderas: enorme higueras, cactus candelabro altos como robles, liana sobre liana, enredadera sobre enredadera. Tantas plantas como se pueda imaginar. Y al fondo, cientos de metros a tus pies, el gran lago cáustico de Magadi, como un enorme espejo o un banco de niebla inmóvil; el pantano de Ngoitokitok, donde los elefantes grandes y ancianos van a pasar sus últimos días y a morir entre juncos y papiros; el bosque de Lerai, de árboles de la fiebre (un tipo de acacia), donde se esconden los esquivos leopardos y los cercopitecos ladrones de almuerzos; y la extensa pradera donde pastan miles de ñus, gacelas, cebras, búfalos, avestruces, avutardas y patrullan los facóqueros, chacales, leones, hienas y guepardos. Y rodeándolo todo, la acusada pendiente de la antigua ladera del volcán que se une a la planicie con una suave curva.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="500" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/ngorongoro.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Algunos de los miles de animales que encontramos en Ngorongoro.</span></div>
<br />
Hemos encontrado un gran macho de león alejando a 20 hienas y varios chacales de los restos de su presa, a una hembra de rinoceronte negro (sólo quedan 500 en el mundo) ramoneando en la sábana con su cría y un viejo e inmenso elefante camino del marjal donde, probablemente, pasará sus últimos días, pero nada de esto me pareció comparable al espectáculo de la visión del cráter desde la altura de la selva, como a través de los ojos de un dios.</div>
<div style="text-align: justify;">
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</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-10198883316772454042008-08-18T11:55:00.001+02:002012-07-08T02:02:55.804+02:00Adios, Serengeti<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div class="postext" style="text-align: justify;">
<b>Campamento Simba, Área de Conservación de Ngorongoro</b><br />
<br />
El Serengeti es un lugar de esos que se te mete dentro y que nunca se olvida. Lo sé porque hoy nos hemos marchado de allí con el corazón encogido y las lágrimas contenidas. Cada noche uno se acuesta pensando que ha vivido un día insuperable y cada día el Serengeti te quita la razón, sorprendiéndote con un momento más intenso.<br />
<br />
La luna brillaba aún en la penumbra gris de esa hora helada que precede al amanecer cuando salimos del campamento a eso de las seis. El avistamiento, con las primeras luces, de una pareja de leones jóvenes entre la hierba alta que intentaba sin éxito llevarse alguna gacela a la boca quedó completamente eclipsado por la presencia imponente de un gran macho de melena rojiza recostado sobre un kopje, en compañía de una hembra y dos cachorritos que apenas si andaban bien y que corrieron a refugiarse tras su madre cuando Emillian acercó el coche a dos metros escasos del patriarca. La intensidad de la mirada color miel de un león a metro y medio de distancia, aunque él esté mucho más interesado en sestear que en tu presencia y aunque se interponga entre vosotros la sólida estructura de un Land Cruiser te hace casi desear que el techo del coche no estuviese levantado y quizá, estar en Pernambuco o cualquier otro lugar. Excepto, claro, por el pequeño detalle de que preferirías no irte de allí nunca.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/lionseyes.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
Los ojos del león</div>
<br />
Justamente lo contrario deseé no mucho después, pero no para mí, sino para un grupo de energúmenos que se dedicó a amargarle la presa a un guepardo. Lo encontramos, rodeado de 4 o 5 vehículos, dando cuenta de una gacela de Thompson que acababa de matar, sin duda con gran esfuerzo. Los guepardos son grandes cazadores pero emplean mucha energía en cada intento y tienen que comer rápido, ya que no tienen armas ni fuerza para defender sus capturas de los leones, las hienas, los leopardos y todo bicho viviente que se apresura a birlárselas en cuanto surge la ocasión. Por eso comen con un ojo en la presa y otro en la sabana, levantando la cabeza y escrutando los alrededores por si las moscas (o mejor, por si los buitres, que anuncian desde los cielos que se ha abierto el bufé libre). En resumidas cuentas, que cuando un guepardo está comiendo, necesita paz y silencio, porque si se mosquea, abandona la presa y no vuelve más, aunque no haya comido la suficiente. Y nunca vuelve. Todo esto (o gran parte) nos lo contó, cómo no, Emillian, después de verse obligado a llamarles la atención a los del coche de al lado, en vista de que su guía pasaba de cortar el cachondeo que se traían. Por si fuera poco, cuando el guepardo ya no las tenía todas consigo, llegó una especie de camión atiborrado de turistas, a cuál más ruidoso, que no se quedaron contentos hasta que alejaron al guepardo de allí con sus continuos comentarios en voz alta. Al verlo perderse en la sabana no pude evitar que se me escaparan las lágrimas de rabia al ver la gacela apenas consumida tirada junto al camino y de vergüenza, porque los del camión de ganado eran españoles.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/kananga1.jpg" width="499" /><br />
Guepardo comiendo tan pancho<br />
<br />
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/kananga2.jpg" width="499" /><br />
Guepardo que comienza a mosquearse<br />
<br />
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/kananga3.jpg" width="500" /><br />
Guepardo comiendo a disgusto<br />
<br />
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/kananga4.jpg" width="500" /><br />
Guepardo a punto de pirarse</div>
<br />
<br />
<object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/WAsKVz_0v-w&hl=es&fs=1&"></param>
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Video del guepardo comiendo<br />
<br />
<tt>[Crónica de la tarde]</tt><br />
El nudo en la garganta que se nos puso al dejar atrás el campamento, quien sabe si para siempre, se nos soltó cuando, ya a punto de salir del parque, tras rodear una roca en la que dormitaba una pareja de leones y vadear un riachuelo, nos encontramos, arrumacándose entre los juntos y el verdor de la orilla, a una pareja en celo. Un macho solitario de elefante se acercó a beber al arroyo mientras al fondo un grupo de topis y alcéfalos pastaba tranquilo porque los leones pasan una semana sin comer cuando se aparean. Me gustaría poder describir la belleza del momento, rodeados de aquel estallido de verdor y vida en medio de los páramos más inmensos y agostados que se pueda imaginar, con las aves acuáticas sobrevolando la escena, pero por desgracia sólo soy un ser humano. Disfrutar de ese momento en completa soledad fue la mejor despedida que nos pudo brindar el Serengeti.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/eden.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Love is in the air, everywhere I look around :-P</span></div>
<br />
Nos vamos, pero nos llevamos en la retina al elefante solitario ahuyentando a los leones con una carga, al bebé jirafa jugando torpemente con su madre antes de mamar, a dos jóvenes impalas practicando la lucha, al macho de avestruz ventilando su nidada con las alas, al pequeño damán de las rocas estirando su patita para alcanzar una hoja verde y el impresionante disco cárdeno del sol africano saliendo tras las acacias. No sabemos cómo ni cuando, pero volveremos.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="316" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/mix.gif" width="431" /></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
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</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-5659452591029975862008-08-17T11:52:00.000+02:002009-07-30T11:55:34.941+02:00Un hotel de mil estrellas<div style="text-align: justify;"> <b>Campamento Tumbili, PN de Serengeti</b><br /><br />Abrí los ojos a las 5 de la mañana y a través de la mosquitera pude entrever que el cielo se había despejado y brillaban un montón de estrellas. Lo siguiente que pude percibir fue la lejana llamada de las hienas. El despertador estaba puesto para las 5.40, pero como nos habíamos acostado hacia las 9 ya no pude pegar ojo. Así que contuve las ganas de ir al baño [más que nada porque Festo nos había dicho que por las noches no es raro que las hienas y los leones curioseen por los campamentos y que es mejor no salir mientras no haya actividad por el camping] y me dediqué a escuchar los ruidos de la noche, sobre todo hienas y leones hasta que se despertó Moncho.<br /><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/amanecer.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Amanecer desde la puerta de la tienda de campaña, aunque la foto no le hace justicia.</span><br /></div><br />Tras un desayuno ligero de té, café, plátano y galletas, servido a las 6 para salir con el alba, empezamos el safari de la mañana con una visita al río, donde muchos animales se acercan a beber. De camino vimos los ya habituales herbívoros (gacelas de Thompson, alcéfalos, un pequeño grupo de búfalos...) y unas hienas de retirada tras una noche de caza.<br /><br />El río se intuye mucho antes de llegar a verlo realmente, porque está bordeado de juncos, palmeras y árboles verdes, donde descansan cigüeñas, marabúes y otras aves acuáticas. También algún buitre a la espera de que el aire se caliente para volar aprovechando las columnas cálidas ascendentes. Enseguida descubrimos, a muy poca distancia entre los juncos de la orilla, a un hipopótamo solitario que volvía a entrar en el agua después de pasar la noche pastando las plantas más verdes y, en la otra orilla, entre las hierbas más altas, dos leonas jóvenes descansando.<br /><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/hippo.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Pues eso, el hipopótamo entrando en el río.<br /></span></div><br />Emillian recorre los caminos de tierra despacio, poniendo mucha atención a la sabana para descubrir algún animal especialmente difícil de ver, escrutando con sus excelentes prismáticos los árboles, los kopjes y el horizonte. Quince años trabajando en los safaris le han entrenado la vista de modo que es capaz de seguir a pelo el guepardo que descubre a lo lejos, persiguiendo unas gacelas de Thompson y que nosotros apenas logramos seguir con los prismáticos (Moncho usa los nuestros, yo los de Emillian). El guepardo falla el golpe, pero nosotros lo observamos pacientes, para ver si lo vuelve a intentar. Tras un rato deambulando para gran disgusto de las gacelas, parece decidirse a descanso bajo un arbusto y cuando Emilliane arranca el coche y creemos que lo da por perdido, se sale del camino (cosa permitida si se hace con cuidado) y antes de darnos cuenta tenemos al guepardo a metro y medio del coche. O mejor dicho, a la gueparda, porque es una hembra preñada que ni se inmuta por nuestra presencia. Tiene cara de cansada y me da mucha pena que no haya podido cazar nada para ella y sus bebés.<br /><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/pregnant.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Los guepardos se calientan mucho al cazar, así que un poquito de sombra no viene mal.</span><br /></div><br />Nos vamos enseguida para no molestarla y cuando aún nos estamos reponiendo de la emoción, ya de vuelta en el camino, aparece por nuestra izquierda otra hembra que, tranquila y majestuosa, se va acercando al camino, lo cruza justo delante de nuestro coche y se aleja por la derecha, perdiéndose entre la hierba dorada de la sabana. A nuestro lado, dentro del jeep de Tom (amigo de Emillian) cuatro chicas italianas lloran de la emoción.<br /><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/gueparda.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">En la foto no lo parece, pero nos pasó al ladito, al ladito.<br /></span></div><br />La mañana, que despertó gélida y nublada, va dando paso a un mediodía caluroso y despejado. Hace un rato que nos deshicimos de los forros polares y ya toca echarse crema para el sol y, sobre todo, volver al campamento para el “brunch” (comida temprana, porque no son ni las 12), porque con el calor del mediodía los animales se retiran a descansar y ya se sabe que allá donde fueres... Eso sí, de camino "a casa" nos sorprendió un relámpago verde: una nube de inseparables de Fisher que salieron volando a nuestro paso, para moverse a un árbol un poquito más alejado del camino.<br /><br /><tt> [Crónica vespertina]</tt><br />¿Qué se obtiene si se meten 50 hipopótamos y tres cocodrilos en una charca de 300 m2? Pues un cenagal asqueroso con la densidad de población del metro de Tokio, pero hay que señalar que todos sus moradores parecían estar disfrutando de lo lindo. Según Emillian (que cada día nos asombra más con sus conocimientos y su profesionalidad) el continuo meneo de rabo de los hipopótamos ayuda a oxigenar el agua, de manera que no se pudre. La verdad es que yo no me daría un bañito en ella, pero hay que admitir que olía como la décima parte de mal de lo que sería de esperar a juzgar por la cantidad de boñigo acumulados en la orilla.<br /><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/stinkypool.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Hacinamiento hipopotamil. Los cocodrilos están ahí, pero si ya costaba verlos al natural, no os cuento en la foto. No los veo ni yo y sé dónde están...<br /></span></div><br />El norte del Serengeti, zona que hemos recorrido esta tarde, está densamente poblado de acacias y matorrales espinosos. Las acacias, las pobres, llevan una vida de lo peor, pues son acosadas por elefantes a porrillo que no dudan en tronzarlas, desgajarlas y desarraigarlas de cuajo empujando con la cabeza para ponerse tibios con los brotes tiernos de las ramas altas. Lo hemos visto, damos fe. Una de esas familias “arboricidas” nos ofreció el bonito espectáculo de un bebecito casi recién nacido intentando desenredarse la trompa, con la que aún no se daba mucha maña, con la pata delantera. Más adelante, junto a un riachuelo, vimos a otra cría que se había caído por un terraplén, intentando con ahínco trepar de nuevo a la parte alta, ante la mirada de su mamá y el regocijo del personal. Aclarar que lo consiguió enseguida y salió correteando con sus orejotas y su trompita al viento detrás de su familia.<br /><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/acacicidio.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Mamá elefanta con sus peques, que dan buena cuenta de la copa de la acacia que su madre acaba de desarraigar para ellos ante nuestros atónitos ojos.<br /></span></div><br />Antes de poner proa al campamento para una noche memorable que relataré ahora mismo y de que Moncho avistase él solito un chacal (nuestro primer cánido) nos topamos por esos caminos de Dios una familia de mangostas cruzando la pista apresuradamente, las consabidas jirafas, gacelas de Thompson e impalas, bandadas de pintadas, unos cuantos ñus dejados atrás por la migración y algunos topis, alcéfalos, ambos antílopes de padre y muy señor mío.<br /><br />Nuestra última noche en el Serengeti nos despide con una luna amarilla como un queso holandés, que pronto se esconde tras unos nubarrones que en cualquier otro lugar presagiarían tormenta. Después de la cena, la luz del quinqué (casi la única iluminación artificial de un campamento prácticamente desierto) acompaña los relatos de las aventuras más peligrosas de Emillian, que no solo es el mejor guía de Tanzania (empezamos a estar seguros) sino que además es un excelente cuentacuentos.<br />Pasan de las 21.30 y nos vamos a la cama con las palabras sobre leones devorando búfalos en medio de un campamento todavía resonando en la cabeza.</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-74993028642706614762008-08-16T11:49:00.000+02:002012-07-08T01:53:29.402+02:00Primer día en el Serengeti<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b>Campamento Tumbili, PN de Serengeti</b><br />
<br />
La garganta de Olduvai es una mierda, sinceramente. Mucha cuna de la humanidad, mucha cuna de la humanidad pero tienen allí un museo como la cocina de mis padres, todo con huesos de plástico (algunos de los cuales ha chorizado algún listo) y cuatro carteles birriosos. Pero bueno, pasábamos por allí...<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/olduvai.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">El museo es un churro, pero las vistas de la garganta son una pasada.</span></div>
<br />
La carretera desde Ngorongoro hasta el Serengeti tampoco es para echar cohetes, más bien sería lo que en España definiríamos como una pista en obras llena de pelouros. Al menos hasta el el borde de la caldera de Ngorongoro está muy bien. El tramo final es una pista de tierra roja que serpentea por la ladera del antiguo volcán entre los enormes árboles selváticos que la cubren y matas de una planta llamada “café silvestre”. Al borde del camino crecen también plantas con flores violetas y amarillas que atraen a los pájaros y las mariposas.<br />
<br />
En el punto más alto de la subida (2.200 m) hay un mirador desde el que se dominan los 20 km de diámetro de la caldera, lo que una vez fue el cráter de un volcán hoy extinto, más alto que el Kilimanjaro y cuya cumbre se derrumbó hace miles de años. En Ngorongoro se encuentra una de las mayores concentraciones de animales de África y sólo falta la jirafa, porque no tiene árboles altos de los que comer. Entre otras cosas, a la subida vimos nuestros primeros búfalos. Pero bueno, no me enrollo, que Ngorongoro lo visitaremos más adelante.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="155" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/caldera.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Fotomontaje de las vistas de la caldera de Ngorongoro desde el mirador.</span></div>
<br />
Después de Olduvai (ya casi en el Serengeti) hicimos una penosa escala en una aldea masai, donde nos tangaron cien dolarazos por meternos en una choza y darnos cuatro salticos. En fin, todo sea porque es un dinero para la comunidad...<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/salticos.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Salticos</span></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/choza.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Metidos en la choza</span></div>
<br />
Al Parque del Serengeti se entra por una enorme planicie estéril y llena de rocas y hierbas resecas, donde apenas se ven algunas gacelas de Grant y de Thompson y cuatro avestruces medio perdidas. Vamos, como Albacete, pero a lo bestia y con algún bicho :-P<br />
Sin embargo, a medida que se adentra uno en el parque, el paisaje va cambiando, transformándose en las inmensas extensiones de hierbas doradas, salpicadas de acacias parasol, entre las que pronto distinguimos nuestro primer pájaro secretario y una INMENSA <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Polemaetus_bellicosus">águila MARCIAAAAAAAL</a> (Ruíz Escribano, pa serviros).<br />
<br />
Recorrer la inmensidad del Serengeti con medio cuerpo saliendo por el techo del Land Rover y la brisa en la cara, entre gacelas, jirafas y pájaros innumerables es una sensación que, desgraciadamente se escapa a mis capacidades descriptivas. La mítica silueta de los kopjes (afloraciones graníticas que dominan la sabana) se recorta contra el cielo y una casi puede ver un leopardo durmiendo la siesta tranquilamente, esperando que caiga la noche para salir de caza... y es que, efectivamente, HAY UN LEOPARDO DURMIENDO LA SIESTA. Si creéis que son bonitos al verlos en la tele, os cuento que la realidad supera con creces la mejor imagen de la BBC y la sensación de majestuosidad que transmite es impresionante.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/kopje.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Kopje sin leopardo ni nada, que estaba demasiado lejos para que mereciera la pena sacarle una foto.</span></div>
<br />
Un grupo de unos 5 todoterrenos detenidos nos anuncia la presencia de una pequeña familia de leones, con su cachorrito y todo, durmiendo la comilona panza arriba, como un grupo de inofensivos gatitos de 200 kg. :-) El macho se toma la molestia de incorporarse un minutito para que admiremos su melena rojiza mientras su cría despierta a mamá para que le dé unos lametones, unos cariñitos y un poco de leche. Su hermana mayor, ya adolescente, se cela e intenta mamar también, aunque sin conseguirlo.<br />
<br />
El sol empieza a ponerse y, como el crepúsculo aquí es rapidísimo, nos dirigimos al campamento por una pista que transcurre entre arbustos espinosos. El camping consiste en una explanada en la que se ha segado la hierba y despejado de árboles, donde se reúnen unas 20 tiendas bajo los árboles secos. Dos duchas, cuatro baños y un pequeño cobertizo de madera y paja que hace las veces de cocina constituye toda la huella humana del lugar. Exactamente lo que queríamos.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="375" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/campamento.jpg" width="500" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Nuestra tienda, al borde del campamento.</span></div>
<br />
Los chicos nos montan la tienda bajo un árbol casi seco, muy al borde del campamento, hasta el punto de que mientras cenamos a la luz de un quinqué en la mesita que Festo (nuestro cocinero) nos ha montado a la puerta de la tienda, no tengo más que extender la mano para tocar las hierbas altas de la sabana. El australopitecus que llevamos dentro no puede evitar, entre bocado y bocado de espagueti, buscar con cierto recelo unos ojos amarillos dispuestos a abalanzarse. Y no sin razón, porque mientras Moncho se daba una ducha refrescante, tuve la suerte de ver pasar, a unos 5 m, un furtivo serval que salía en busca de su propia cena.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<img alt="" border="0" height="250" src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/serval.jpg" width="388" /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: 85%;">Tal cual lo vi yo, aunque la foto no es mía, porque no tenía la cámara a mano.</span></div>
<br />
Y una vez cenados nosotros, después de contemplar embelesados la luna esconderse y aparecer entre las nubes, nos acostamos arrullados por los grillos, las chicharras, los pájaros y un grupo de francesas algo desmadradas que celebraban un cumpleaños.</div>
</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-72725024293281591602008-08-15T11:46:00.000+02:002009-07-30T11:48:54.845+02:00Leonas funambilustas<div style="text-align: justify;"><b>Campamento Twiga, PN del Lago Manyara</b><br /><br />Además de los bosques que bordean parte del lago, el PN de Manyara tiene una zona de pradera rala (bien recortadita por ñus, cebras y otros herbívoros) y otra de sabana, todo ello al pie de la escarpadura del Valle del Rift.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/elefanta_manyara.jpg" alt="" border="0" height="500" width="375" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Mamá elefanta con su bebé</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">El día de hoy tuvo un grandioso comienzo matutino (que eclipsó la visión de una mamá elefanta con su bebecito que se nos aparecieron apenas entramos al parque) con la visita a la charca de los hipopótamos: un estanque donde cientos de cigüeñas de pico amarillo, (distintas a las nuestras), marabúes, gansos egipcios, algunos cormoranes e ibis de varias clases comparten su espacio con un par de docenas de hipopótamos (monísimos bebés incluidos) y con las cebras y ñus que se acercan a beber. La explosión de vida es tal que realmente no se sabe a donde mirar. Además, tuvimos la suerte de llegar cuando no había un alma y Emillian nos llevó (a pie, porque se podía bajar del coche) casi hasta la misma orilla, más allá de la barrera, saltándose un poquillo las normas, aprovechando la ausencia de testigos. Lamenté profundamente no tener teleobjetivo.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/hippo_pool.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">La charca de los hipopótamos, aunque la foto no le hace justicia ni de broma.</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Desgraciadamente, aquello empezó a llenarse de peña pronto, así que ahuecamos a recorrer los caminos hasta la hora de comer. Además de los animales que ya habíamos visto (¡que enseguida se acostumbra uno!) pudimos contemplar una mamá facóquero hozando en el barro con su cría, un grupo de dos machos y tres hembras de avestruz, enormes bandadas de cálaos de varias clases, un par de pájaros preciosos cuyo nombre no recuerdo y un enorme buho en una ladera... que resultó ser un babuíno :-D<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/pumba.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">La señora de Pumba y su hijo.</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">La comida (de pic-nic) la hicimos bajo una enorme acacia en un mirador que domina todo el lago (vistas impresionantes) y al que van abundantes pájaros de alas verdeazul tornasolado y pecho color teja, que se llaman algo parecido a “Stalin”. Mañana averiguaré su nombre :-)<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/starling.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">El nombre es “superb starling”, “estornino soberbio" en español.<br /></span></div><br /><div style="text-align: justify;">El merendero, coronado por un inmenso baobab, está en un sitio verdaderamente espectacular que tiene, en mi opinión, un único defecto: está lleno de gente, como era de esperar.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/merendero_manyara.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Iba a deciros que a ver quién encuentra los elefantes, pero no los iba a encontrar nadie, así que os los he marcado.<br /></span></div><br /><div style="text-align: justify;">La guinda del paste la pusieron las estrellas del parque: dos leonas trepadoras de Manyara, que tuvimos la suerte de ver, o mejor dicho, intuir, entre las lianas que cubrían las ramas del árbol en el que se estaban echando la siesta tan ricamente, sin duda con el buche bien lleno de rico ñu o similar. ¡Y sólo las tuvimos que compartir con otros 10 Land Rovers, aproximadamente! Es lo que tiene que los conductores se avisen por radio de los “grandes avistamientos”<br /><br />Mañana por la mañana partimos hacia el Serengeti, vía Garganta de Olduvai, la cuna de la Humanidad, donde hace algo más de un par de millones de años los primeros australopitecus empezaron a soñar con ser humanos.</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3311640742283918472.post-80868975411617838002008-08-14T11:43:00.000+02:002009-07-30T11:45:57.903+02:00Bienvenidos a Manyara<div style="text-align: justify;"> <b>Campamento Twiga, PN del Lago Manyara</b><br /><br />Terminado nuestro primer día de safari, nos tomamos un descanso tras la cena para disfrutar de la noche africana y del sonido acompasado de los (muchos y muy distintos) grillos.<br /><br />Max y Emillian, nuestros guías, son muy riquiños y atentos y el cocinero (Festo) es un artista. Nos ha prometido que nos preparará comida tanzana.<br /><br />Pero bueno, vamos a lo que importa: el safari. Hay tanto que decir que no sé muy bien por dónde empezar. Salimos de Arusha con un día más bien gris y feo, pero a medida que nos íbamos acercando al parque se fue abriendo y al llegar a la entrada lucía un sol espléndido, aunque no abrasador. Antes de hacer la primera “caza fotográfica” fuimos a dejar nuestras cosas al campamento Twiga (jirafa, en suahili), que está muy limpio y ordenado, tiene muy buen ambiente y hasta piscina (que probablemente catemos mañana).<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/entrada_manyara.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">La reciente parejita sonríe feliz a la entrada del parque :-P</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Nada más entrar al parque, Emillian nos descubrió entre los árboles un joven elefante macho que se estaba dando una merendola, tan pancho, totalmente ajeno a nosotros y a nuestro jeep. La tarde transcurrió recorriendo los caminos de tierra roja del parque, bajo la sombra de enormes árboles, muchos de ellos con esas raíces aéreas que tanto me gustan, como contrafuertes románicos, otros cubiertos de lianas, líquenes o nidos de tejedores: baobabs, caobas, tamarindos y las emblemáticas acacias de copa achaparrada y ramas espinosas.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/baobab_manyara.jpg" alt="" border="0" height="500" width="375" /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">En la foto no hay referencias, pero creedme, este baobab es inmenso, inmenso, inmenso.</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Entre los bosquecillos de arbustos, por los que revolotean cientos de mariposas de todos los colores y tamaños, serpentean un montón de riachuelos de aguas cristalinas, que bajan del Ngorongoro a través de la roca volcánica. Y por supuesto, entre los arbustos y bajo los árboles (o en el medio y medio del camino) pululan los animales, que apenas se inmutan (si es que se inmutan) al paso de los 4x4: elefantes, jirafas, dik-diks, impalas, damanes de las rocas, cebras, ñus, mangostas de cola anillada, cercopitecos verdes y azules y auténticas tribus de babuinos despiojándose a sus anchas al borde del camino.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><img src="http://blogs.ya.com/misviajes/files/impalas_manyara.jpg" alt="" border="0" height="375" width="500" /><br /><span style="font-size:85%;">Impalas en el lecho seco de un río</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Eso por no mencionar las aves: cálaros, marabúes, pelícanos, cigüeñas, rapaces, martines pescadores, tejedores y los cientos de miles de flamencos que pueblan el lago, tiñendo de rosa las orillas.<br /><br />Hoy hemos ido, infructuosamente, a la caza del león de Manyara, que trapa a los árboles para descansar, como los leopardos. No tenemos grandes esperanzas de verlo, pero mañana quizá tengamos más suerte…</div>Blancahttp://www.blogger.com/profile/06777225853222263126noreply@blogger.com0